¿Más energías renovables significan una reducción de la generación eléctrica de fuentes contaminantes? En Fuerteventura, no. La implantación de parques eólicos y fotovoltaicos no va a traer aparejado, a corto plazo, el desmantelamiento de la central térmica de Las Salinas, en el barrio capitalino de El Charco, sino que en realidad, el camino que se está siguiendo es el contrario.

Red Eléctrica de España solicitó en sus informes sobre la cobertura eléctrica en Canarias la instalación en Fuerteventura de 50 megavatios adicionales de potencia, al margen de las renovables. El Gobierno autonómico recogió el guante y a finales del pasado mes de octubre cerró un procedimiento de invitación para que las empresas energéticas interesadas se presentasen, tanto para instalar nuevos motores en la Maxorata como en Gran Canaria y Tenerife.

A este proceso se han presentado 17 entidades “con un total de 33 propuestas repartidas entre las tres islas objeto de la convocatoria”, indica la Dirección General de Energía en la contestación a una solicitud de acceso a información pública formulada por la empresa editora de Diario de Fuerteventura y Diario de Lanzarote.

Por ahora, el Ejecutivo autonómico da solo algunos detalles, como que, “en cuanto a la tecnología ofertada destacan principalmente los motores de combustión interna, aunque existen también otras ofertas basadas en turbinas de gas”. También hay algunas ofertas “basadas en instalaciones de plantas de solar fotovoltaica híbrida con almacenamiento de baterías y una directamente basada en almacenamiento de baterías únicamente”, aunque no concreta el territorio para el que se plantean.

Eso sí, “el combustible más ofertado en las propuestas es el gasoil, seguido del propano o biopropano en menor medida”. Una empresa pretende utilizar biometano “originado en un vertedero de residuos urbanos mezclado con hidrógeno verde en una pequeña proporción”.

“Existen algunas propuestas que no han sido concretadas en todos sus términos”, por lo que el Gobierno les ha requerido para que lo hagan. También asegura que se están llevando a cabo reuniones técnicas con las empresas energéticas y Red Eléctrica para “determinar cuáles de las propuestas ofertadas son las viables para su aceptación”. Este periódico había solicitado por Transparencia los proyectos presentados.

El sistema

Las dos islas más orientales están conectadas por un “doble circuito”, con sendos cables submarinos: uno de 66 kilovoltios (kv) y otro de 132 kilovoltios, que entró en funcionamiento en 2022. “Por lo tanto, el fallo de uno de los enlaces no supone la separación del sistema eléctrico en dos islas”, explica Red Eléctrica. Eso sucedería si se produjera una avería en la línea que conecta la subestación eléctrica de Playa Blanca (Yaiza) y la de Mácher (Tías), que sigue siendo en la actualidad de 66 kv.

Las instituciones lanzaroteñas están negociando con Red Eléctrica el soterramiento total o parcial de la nueva red de 132 kv en ese tramo, que costaría 18,5 millones de euros. Hasta que no se coloque, una avería como la citada provocaría que Fuerteventura tuviera que autoabastecerse -y la central térmica de Las Salinas ya está al límite- y además cubrir la demanda del sur de Lanzarote.

Terrenos en las proximidades del barrio de Majada Marcial, en Puerto del Rosario, que varios promotores quieren ocupar para parques fotovoltaicos. Foto: Carlos de Saá.

El Gobierno evalúa las ofertas a la invitación que incluyó 50 megavatios convencionales pedidos por REE para la Maxorata mientras cuatro parques solares se quedan sobre la mesa

Red Eléctrica señala que, ante una contingencia así, la demanda a cubrir sería de 157 megavatios, pero la potencia operativa de la central de Puerto del Rosario es de 147 megavatios. “No sería posible cubrir la demanda con reservas suficientes en Fuerteventura” por “periodos de larga duración, siendo necesaria una potencia de 50 megavatios adicionales para cumplir con este requerimiento”, advierte Red Eléctrica.

En su último informe, que se proyecta hasta octubre de 2024, señala que no ha estado operativa una turbina de gas de casi 12 megavatios de la central de Las Salinas y, de hecho, no la contempla en su previsión para este año. “En la práctica, se ha constatado que en numerosas ocasiones se producen indisponibilidades simultáneas no programadas en los grupos térmicos de Las Salinas”, por lo que “los incumplimientos de los criterios de seguridad” ante contingencias simples “se acaban materializando”.

Así, no hacen falta fallos para que la situación sea problemática: debido al crecimiento de la demanda en el sistema eléctrico Fuerteventura-Lanzarote, “la realización de mantenimientos” en grupos de generación de elevada potencia en la central de Puerto del Rosario “podría no ser compatible con el cumplimiento de los requisitos de seguridad” de la red. Es decir, cada vez se hace más difícil parar los motores para su revisión.

Para 2024, Red Eléctrica prevé en las islas orientales el mayor crecimiento de consumo de todo el Archipiélago. “La punta de demanda prevista en el periodo de estudio se producirá previsiblemente en el tercer trimestre de 2024, alcanzando los 276,5 megavatios”.

Rodeados en amarillo, los nombres de los parques fotovoltaicos cuyos decretos de ejecución se elevaron al Consejo de Gobierno para ser autorizados en Puerto del Rosario.

Parques polémicos

Los críticos consideran que las fotovoltaicas no pueden taponar la expansión de Puerto del Rosario

Mientras tanto, el debate energético entra de lleno en el campo del urbanismo y la ordenación del territorio. Aunque al final se quedaron sobre la mesa en el Consejo de Gobierno de Canarias -algo que se atribuye a presiones de la pata majorera del Ejecutivo- hay cuatro parques fotovoltaicos preparados para recibir permiso para su ejecución en Puerto del Rosario. Tres de ellos, pegados al barrio de Majada Marcial.

El de mayor impacto es el denominado Las Cabras, de 11,5 megavatios, que ocuparía 232.600 metros cuadrados, similar a la superficie de todo el barrio. Entre todos suman 450.000 metros cuadrados para 20 megavatios. La polémica radica en la proximidad a áreas pobladas, en el entorno urbano y dentro de los límites de la frontera de Puerto del Rosario que marca la circunvalación. Todo un tapón, destacan los críticos, a la expansión natural de la ciudad por unos equipamientos energéticos que, una vez instalados, tiene una vida útil y se generan unos derechos que se prolongan durante décadas.