“No hay que rendirse ante Marruecos para negociar la delimitación de las aguas”
Carlos Ruiz Miguel, catedrático de Derecho Constitucional y experto sobre el Sahara
Carlos Ruiz Miguel es catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Santiago de Compostela (USC) y director del Centro de Estudios sobre el Sáhara Occidental (CESO) de esa Universidad. Autor de diversas obras sobre el Sáhara, se enfrenta en su última publicación, El Frente Polisario. Desde sus orígenes hasta la actualidad, a desentrañar la realidad del movimiento, “idolatrado por unos, calumniado por otros, desconocido para la mayoría”.
-En mayo se cumplen 50 años de la constitución del Frente Polisario. ¿Cómo ha envejecido como movimiento político?
-Ha cambiado. No me atrevo a decir si ha envejecido, sino que ha madurado. En este proceso de maduración ha ganado algunas cosas y ha perdido otras. Ha salido ganando en ser más prudente políticamente. En ese sentido, el Frente Polisario se ha desideologizado. Cuando nace se ubica en la línea del socialismo árabe, de los movimientos árabes progresistas laicos, donde la religión tiene un peso menor. Son sociedades que se preocupan por integrar a la mujer en la vida moderna. Ha perdido ese entusiasmo y arrojo que a veces da tan buenos resultados propios de la juventud. Ahora es más cauto, pero también cuenta con un poso de experiencia.
-Situémonos en el 14 de marzo de este año cuando el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, le remite una misiva al rey de Marruecos, Mohamed VI, pactada al milímetro con el Gobierno de Marruecos, donde se dice que la autonomía del Sáhara dentro de Marruecos es la opción más realista y creíble.¿Qué alcance real tiene este cambio de postura manifestada por el Gobierno de España?
-Tengo claro que esa carta la ha firmado Sánchez, pero no la ha escrito él. Ha sido analizada y la sintaxis establece que ha sido escrita por un francés arabófono, por los propios marroquíes. No ha sido escrita por nadie del Gobierno español. Se le atribuyó a él y se le presionó para que la firmara. Contiene errores tan gruesos que demuestran que no se escribió en España, como que hasta el nombre del Ministerio de Exteriores estaba mal expresado.
-Entiendo entonces que la han firmado desde Presidencia, pero ni siquiera la han llegado a leer para cambiar la errata.
-Digamos que los marroquíes han venido a decir que no se corregía ni una coma. Esa carta, que asume y firma Pedro Sánchez, pretendía que cambiara algo, pero al final no ha cambiado nada desde el punto de vista internacional. Desde el punto de vista de la política española ha cambiado muchas cosas, y a peor, porque ha supuesto la ruptura con Argelia, con el coste que eso tiene para nosotros en términos económicos. Pero no ha cambiado nada desde el punto de vista del Derecho Internacional y del estatuto del Sáhara. Voy más lejos. No solo es que esa carta no ha cambiado nada, sino que la última resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidad, de octubre, ha desautorizado la iniciativa de Sánchez y del ministro de Exteriores, José Manuel Albares. Porque en la carta se dice que la propuesta marroquí es la mejor solución para el conflicto del Sáhara y, sin embargo, la citada resolución señala que las partes tienen que ir más lejos de las posiciones que han manifestado. Para Naciones Unidas, está claro que la propuesta marroquí no es la mejor, de tal manera que en más de 15 años no se ha aprobado ni es previsible que se apruebe.
“El Polisario ha perdido el entusiasmo de la juventud, ahora es más cauto”
-¿Es posible que se resucite en Naciones Unidas la fórmula del Plan Baker, enterrado en 2004, que no satisfacía a ninguna de las partes, aunque fue apoyado por el Frente Polisario y que contemplaba dos fases: una autonomía y luego un referéndum para crear un Estado propio?
-En su momento escribí un artículo diciendo que el Plan Baker era la última estación de término, es decir, que no era posible encontrar una fórmula distinta. En 2022 puedo decir que lo que dije en 2005 es acertado y que desde entonces no ha habido una propuesta distinta y realista.
-¿En el caso de que hubiese una presión internacional cree que se podría desatascar la situación del Sáhara Occidental? Da la impresión de que, hasta para Estados Unidos, al menos en la etapa de Trump, Marruecos se ha convertido en un eje de influencia en África...
-En mi opinión, si Estados Unidos fuera cierto que mantiene la posición que se demostró con la declaración de Trump no podría haber votado a favor de la reciente resolución de Naciones Unidas que mencionaba antes. Si Sánchez dijo que la propuesta de Marruecos era la mejor, en la declaración de Trump se dice que la propuesta marroquí es la única. Dejando al margen que Estados Unidos, a diferencia de lo que ocurre con las resoluciones sobre Palestina, no vota en contra de las resoluciones sobre el Sáhara, y mantiene que es un territorio autónomo pendiente de descolonización, y esto significa que no es de soberanía marroquí. Se suma a todo ello que la influencia de Marruecos en el norte de África ha disminuido y que ha aumentado la de Argelia, que es el actor determinante. Además, está la cuestión de la penetración rusa en la zona. Marruecos no puede ser, como se había fantaseado, el puente para entrar en el norte de África. Ya no lo es.
-Cuando Pedro Sánchez firmó aquella carta sobre el Sáhara, se utilizó por parte de las autoridades en Canarias para sostener que iba a suponer un descenso de la intensidad del fenómeno migratorio, sugiriendo un mayor control por Marruecos. En cambio, en 10 meses llegaron a Lanzarote 5.855 migrantes, casi 1.000 más que en todo el año anterior. ¿Era un argumento falaz?
-He escuchado al ministro de Asunto Exteriores argumentar que, en conjunto, hay menos migrantes que el año pasado [en todas los puntos de entrada]. Admitamos que es así. ¿Pero y si lo comparamos con hace dos o tres años? Hace un par de años, recordemos que se iba a celebrar una reunión de alto nivel que se canceló porque Marruecos se envalentonó con la declaración a su favor de Trump y exigió a España que tomara una posición similar. Entonces, el primer ministro marroquí, en una entrevista televisiva, reivindica Ceuta y Melilla. En ese momento se desencadena la crisis, mucho antes de que estuviera Brahim Gali [presidente de la República Árabe Saharaui Democrática] en un hospital en España. Una cosa es que Marruecos corte con la inmigración ilegal y otra muy distinta es que diga: “Váis a tener inmigración ilegal, pero menos”.
“¿Alguien piensa que se puede vender la anexión del Sáhara por Marruecos?”
-En noviembre, Mohamed Salem, residente durante años en Lanzarote y vinculado al Polisario, viajó a El Aaiún gravemente enfermo para pasar sus últimos días en su tierra, de donde fue expulsado por Marruecos. Pese a tener nacionalidad española, no consta ninguna protesta diplomática. ¿El Gobierno español teme a Marruecos?
-Desgraciadamente sí. En este momento estamos hipotecados, por la razón que sea. Marruecos se ha atrevido, por primera vez, en un documento oficial, a decir que Ceuta y Melilla son marroquíes, ante el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, alegando que no hay frontera terrestre y el Gobierno español no ha respondido. Los medios fabricaron una supuesta respuesta anónima del Ministerio de Exteriores que no era así, es una farsa. Estamos ante una situación muy grave. Lo de este ciudadano es de una crueldad inaudita y nos da la medida de hasta qué extremo hemos llegado a la degradación de la política exterior.
-La guerra entre el Polisario y Marruecos la define como “de baja intensidad”. ¿Hacia dónde va el conflicto?
-Sí, se han registrado episodios bélicos de baja intensidad, pero no discontinuos. Los daños se están produciendo continuamente y las bajas son difíciles de cuantificar porque no hay medios independientes y Marruecos tampoco informa. Por medios indirectos se sabe que Marruecos está sufriendo bajas. Tenemos esta situación de guerra real, pero sobre la que es muy difícil informar. Sí que hay medios a través de los cuales se han calculado los datos, aunque no son fuentes oficiales, sino indirectas. En el Frente Polisario ese coste humano es más asumible porque los consideran mártires, en el lado marroquí es más difícil porque hay un servicio militar obligatorio y a muchos de estos soldados les gustaría estar huyendo del país. Es decir, que para Marruecos está teniendo un coste que se están empeñando en negar, pero que ya empiezan a reconocer. La evolución del conflicto dependerá del armamento. El Polisario no dispone de drones, lo que supone una carencia militar, aunque no sabemos si los podrán tener en el futuro.
-Plantea en su libro la posibilidad de que Argelia, uno de los principales compradores de armamento a Rusia, pueda traspasar parte de ese armamento al Polisario.
-La mayor parte del armamento del Polisario se lo da Argelia. El principal problema es que Rusia no tenía un armamento adecuado de drones de los que, con el desenlace de la guerra de Ucrania, comienza a disponer. Si estos drones, llamados iraníes, que han demostrado una gran eficacia, llegaran a manos del Polisario, también la guerra se equilibraría, perjudicando seriamente a Marruecos.
-Sobre la población del Sáhara, hay un censo español del año 74 que apunta a 72.664 personas, sumando población nómada y sedentaria. Desde entonces ha habido mucha emigración, no solo a los campamentos de Tinduf sino también a las Islas. ¿Se puede estimar a cuánto ascendería la población saharaui en caso de que se convirtiera en Estado autónomo?
-Esto es una especulación. Datos fiables no hay. Tenemos el dato del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados de 2018 que, en un informe oficial, hace un cálculo de la población de los campamentos y, de acuerdo con ese cálculo oficial, salía una población de 173.000 personas, con unos 120.000 votantes. Naciones Unidas decía que el 55 por ciento de los saharauis estaban en los territorios ocupados. Si a la población de los campamentos y de los territorios ocupados se suma la diáspora, podría rondar las 300.000 personas, con una población muy joven.
-Un asunto que analiza en su libro entronca con cómo puede afectar a Canarias el afán expansionista de Marruecos, que se ha visto con el otorgamiento de permisos petrolíferos y la pugna por la minería submarina. Está sobre la mesa la delimitación de las aguas. ¿Cree que el cambio de postura del Gobierno español puede tener influencia en esa delimitación, especialmente en la parte saharaui?
-Eso no está claro. España, a día de hoy, no ha reconocido la soberanía de Marruecos sobre el Sáhara. Es favorable a la anexión por parte de Marruecos, pero eso no significa que la haya reconocido. Por lo tanto, España no puede negociar las aguas del Sáhara Occidental. Y tampoco hay que rendirse ante Marruecos para que se cree una comisión para delimitar las aguas, eso ya existió en la época del Gobierno de José María Aznar, en 2003, después del conflicto Perejil. No hay que ceder para que se pueda abrir una negociación sobre este asunto. Ya entonces se negociaban las aguas de España y Marruecos, no las del Sáhara Occidental. El debate se planteaba en si la delimitación se hacía por la línea mediana o no. El problema es que el país alauita no la reconoce. A ver si el ministro Albares va a permitir que Marruecos se quede con más aguas... Se ha vendido mucho humo. No he visto ningún documento sobre si están incluidas las aguas del Sáhara Occidental y, oficialmente, ni España ni Marruecos pueden hacerlo.
-En esa época que está recordando, hubo preocupación medioambiental en el Archipiélago porque se justificó, entre otras razones, la concesión de unos permisos en el lado español de la mediana a Repsol, frente a Lanzarote y Fuerteventura, para perforar pozos petrolíferos, porque decían que era una vía de hecho para efectuar esa delimitación de las aguas.
-Esa mitad de las aguas son españoles. Y si ahora uno traza la mitad equidistante del famoso Monte submarino Tropic [donde se investiga la existencia de materiales valiosos para la minería submarina] es indudable que está en la mitad española. ¿También le van a regalar el Monte Tropic a Mohamed VI? No veo que la negociación actual vaya a ningún sitio. La única forma de solucionarlo es a través de un tribunal internacional. ¿Por qué no quiere Marruecos? Porque la premisa es que en un tribunal internacional Marruecos solo puede negociar aguas de Marruecos.
-Sin embargo, por parte de Marruecos ya se han concedido permisos de investigación de hidrocarburos en aguas saharauis. El ‘statu quo’ beneficia a Marruecos...
-Eso es muy arriesgado para Marruecos, y en muchos sentidos. Ya hubo una empresa petrolífera que tuvo que retirarse. Si se mantiene la sentencia del Tribunal de Justicia de la Unión Europea esa empresa no podrá operar en la UE. Las empresas que se juegan mucho dinero tienen que ser conscientes de si podrán comercializar su producto. En Canarias se sabe muy bien. ¿Cuántas veces se ha anunciado a bombo y platillo que iba a ver millonarias inversiones en los territorios ocupados del Sáhara? El tiempo ha presentado una variable nueva, que se ha vuelto en contra de Marruecos: la guerra de Ucrania. ¿De verdad alguien puede pensar que se puede vender la anexión del Sáhara por parte de Marruecos cuando se está haciendo lo que se está haciendo por la anexión de parte de Ucrania a Rusia? Porque entonces se estaría dando un pretexto a Rusia.
Comentarios
1 Luis Enrique Jue, 08/12/2022 - 10:33
2 Muy Triste Jue, 08/12/2022 - 21:09
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