
Entre ordenar y perpetrar la Isla. Lo que se avecina para Lanzarote
No tengo la impresión de que nada sea casual, sino que parece obedecer a una estrategia perfectamente planeada de hacer coincidir en el tiempo la aprobación de la cascada de planes que afectan al territorio.
El Plan Insular, el Plan Especial del Paisaje Protegido de La Geria, el Plan General de Arrecife o el Catálogo de Bienes Culturales de la capital salen a información pública casi en el mismo momento, por lo que resulta materialmente imposible estar en todos los procesos y llegar a profundizar en ellos para entender qué quieren los redactores para cada uno. No obstante, no es una tarea imposible y en ello estamos. Ya no digo si lo que desea la ciudadanía del municipio de Arrecife o la población de Lanzarote es participar en los procedimientos para defender intereses personales o corporativos o, por el contrario, para velar por el espacio común, el paisaje o el patrimonio cultural lo cual se podría concretar como el interés general.
Se da la circunstancia de que la redacción de todos estos planes los realiza el mismo equipo, lo cual pudiendo ser adecuado podría resultar no serlo. Marcar las directrices, tener una visión de conjunto desde lo pequeño que es el bien a proteger, hasta establecer en ese recorrido de planes, lo mediano y lo grande, y ya hablamos de la isla entera, debería ser valorado como positivo, pero lo será en la medida de la naturaleza de quién realice las propuestas y de quien tome las decisiones, y, correspondiendo estas últimas a nuestras administraciones, no es difícil aventurar que lo primero también pueda salir de sus cabezas y que la bondad o no de las propuestas sean de su cosecha. Si pusiéramos una cara ficticia a los redactores y consideráramos que estamos ante un grupo de personas responsables a los que guía la profesionalidad y una visión certera de todas las partes de lo que es objeto de ordenación o de catalogación, y estableciendo como marco de actuación la sostenibilidad del sistema y la prevalencia de determinados valores, probablemente apenas habría discrepancia si como ciudadanos estuviéramos alineados con esa causa en la que prima la decencia, el juego limpio y el interés general. Llamemos a este equipo como 1. Adelantemos que, por lo reflejado en la documentación a la que hemos accedido, no parece que estemos ante un ejercicio de neutralidad, de corrección, de bondad o de profesionalidad.
Si, por el contrario, el equipo redactor estuviera conformado por personas a las que se accede fácilmente para posibilitar un reparto de la isla a la medida de unos pocos -el equipo 2- y que lo que recogen como propuestas nos hipoteca como comunidad, atenta contra los valores naturales y los culturales y obra con aparente arbitrariedad en sus decisiones, podríamos intuir que estamos ante la simulación de un proceso con apariencia de corrección por el cual se va a proponer el alcance de la protección de determinados bienes así como concretas acciones sobre ellos señalando a favor de quién; va a establecer las alturas de las edificaciones de la ciudad de forma arbitraria, cuántas, dónde y para quién; señalara cómo se intervendrá en el paisaje protegido de La Geria y qué intereses particulares prevalecerán. No será el de la conservación, desde luego. Habrá diseñado, pongo por caso, un plan especial a la medida de un interés de parte, no del territorio, de la tradición vitivinícola o del paisaje. Querrán defender que si La Geria es un paisaje antropizado, -modificado por el ser humano hasta conformarlo en lo que es hoy- otro ser humano estaría en su derecho a seguir interviniéndolo ahora. Tal argumento quedaría desarmado si ponemos sobre la mesa que, tal y cómo le pasa a determinado patrimonio cultural, lo que prevalece son los valores y de ello se desprende una idea que nadie está interesado en incorporar a debate alguno, que es que la capacidad de transformación de determinados bienes está agotada, y lo está en aras de la preservación de esos valores. Ese noble objetivo comienza en el momento en que hay que adoptar medidas de conservación o de protección. Desde ese momento, se puede mantener, conservar y mejorar, dependiendo de su alcance, pero nunca transformar hasta hacerlo irreconocible. Le pasa a determinados inmuebles con valores culturales, le pasa a la ciudad histórica y le pasa al paisaje, al natural y al antropizado, y le pasa también al Paisaje Protegido de La Geria que es su nombre completo. Debemos dar por supuesto que cuando redactamos el documento que debe propiciar el mantenimiento de determinadas condiciones, partimos de que se ha agotado su capacidad de transformación, y si pongo como ejemplo Los Jameos del Agua, me habré explicado mejor, porque en él concurren valores naturales y culturales a preservar. También es cierto que es de más fácil asunción entender las limitaciones para Los Jameos que para La Geria o para un inmueble histórico en Arrecife, porque el primero no está sometido a la presión de la especulación y carece de expectativas urbanísticas y La Geria es una golosa tarta que comprende una superficie de más de tres mil hectáreas y una casa en la capital puede llegar a las ocho plantas de altura aunque el solar lo ocupe un extraordinario inmueble con evidentes valores. A esta consideración de cuidado del territorio o de otros bienes no se apela en documento alguno de los mencionados, cuando debiera estar presente como guía para su elaboración, ya sea de parte del territorio, de partes de la ciudad, o de partes de determinado patrimonio.
Digamos que esta idea de que algo no puede seguir transformándose, so pena de su pérdida, la utilizaría el equipo 1. El equipo 2 estaría más centrado en recibir a determinado consejero del gobierno, a los alcaldes, al presidente del Cabildo, a la Cámara de Comercio y al potente empresariado. Igual me equivoco y el potente empresariado no va a asistir, pues ya ha trasladado al consejero, al alcalde, y al presidente de uno y de otra el sentido de su voluntad y a cambio de qué.
Unos lo hacen y otros lo aprueban, y si no son las dos caras de la misma moneda, nuestros dirigentes ya habrán reparado en que el equipo 2 es quien está en los asuntos y ya se les ha propuesto cómo obtener provecho. Procede, por tanto, mostrar la desaprobación de este modo de obrar. Si nuestros gobernantes están en sintonía con el equipo 1 o con el equipo 2, es lo que nos queda por saber, y sólo se conocerá el resultado cuando todo esté aprobado aunque el camino ya lo han trazado perfecta y alevosamente. En ese momento, la ciudadanía celebrará la victoria del interés general y la supervivencia de sus valores como comunidad, y de no ser así será porque el descorche de cava lo estarán haciendo los tres de siempre por todo lo contrario. No digo que queda la protesta y los juzgados, que también, pero siempre hay medidas ejemplarizantes para hacer entrar en razón a tanto energúmeno que pulula por las administraciones.
Me cuesta contenerme ante uno de los aspectos más desestabilizadores, que es el de constatar que el equipo 1 y el equipo 2 trabajan en una empresa pública adscrita a la Consejería de Transición Ecológica, Lucha contra el Cambio Climático y Planificación Territorial del Gobierno de Canarias, bajo el mando de Mariano Hernández Zapata, y se ha consolidado como un importante brazo ejecutor -así lo dice la empresa- de políticas medioambientales y de planeamiento, principalmente, no sólo para el Gobierno de Canarias y las distintas consejerías que lo integran, sino también para las corporaciones locales de Canarias y otras entidades. GESPLAN, que es como se denomina la empresa, dice de sí misma que apuesta “por introducir una metodología de trabajo centrada en establecer un modelo urbanístico integrador que… integre la sostenibilidad, la lucha contra el cambio climático y la mitigación de sus efectos, fomentando el bienestar y la salud pública”.
Se puede afirmar, llegados a este punto, que el Gobierno de Canarias está en el asalto a la isla y que lo hace sin recato ni vergüenza, sin antifaz ni fingiendo la voz, a cuerpo gentil y con todos los medios a su alcance, utilizando procedimientos formales para, con apariencia de rigor y de transparencia, obtener o dar provecho desde su posición de poder.
Debemos interpelar a nuestros representantes públicos en el Gobierno de Canarias, en el Cabildo de Lanzarote y en los ayuntamientos. Debemos llamar la atención de la ciudadanía y de las fuerzas sociales y manifestar que sabemos lo que se está preparando para la isla, para el paisaje protegido de La Geria y para el municipio de Arrecife, por ello, reclamamos a Mariano Hernández Zapata, a Fernando Clavijo, a Oswaldo Betancort y a Yonathan de León que no se equivoquen con los pasos que dan y, de darlos, a favor de qué idea, si del muy general interés de la isla y de sus habitantes y de la preservación de los valores que hemos intentado sostener en el tiempo -y con lo que ellos se llenan la boca a diario- o de alguna causa torticera. De nuestra salud y nuestro bienestar ya nos ocupamos nosotros que con amigos y gestores como estos, para qué querríamos un enemigo. Y sí, no duden de que esto es un aviso a navegantes.
Comentarios
1 Anónimo Mié, 02/04/2025 - 18:54
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