Ana Carrasco

Nuestro artefacto "liberador"

Una bosteza, el otro alarga el cuello hasta el espejo para quitarse un punto negro, otro se saca un moco seco de la nariz -tanto CO2 reseca los humores internos-, otra canta a grito pelado. Lo común en todas esas personas es la sensación de que sus actos son invisibles, que el cristal que las separa del mundo exterior es tan opaco como el asfalto. Que el pequeño espacio que habitan en soledad es infranqueable. Tanto empoderamiento momentáneo solo lo da un artefacto, el coche.

Con las manos al volante nos sentimos fuertes emocionalmente, proyectamos en él el control de nuestras vidas, nuestras extremidades se convierten en las palancas de la libertad: dos manos y dos pies para conquistar nuestra individualidad. Y en la soledad del automóvil, tu república de cuatro ruedas que se mueve a golpe de emisión de CO2, que te lleva donde quieres, te crees el ser más emancipado del planeta. Tanta libertad parece ofrecernos el artefacto emancipador, que incluso nos damos el gusto de volvemos malcriados en él, y ante el mínimo error del otro o leve atasco, la carrocería, cual armadura medieval, se convierte en nuestro escudo, el claxon en nuestra mejor espada y nuestra boca en catapulta de improperios, que sin pudor, se escapan por la ventana. "Cabrón, gilipollas o vete a tomar por culo": un surtido de violencia verbal que no es otra cosa que una explosión efímera de frustración y tensión. Culpar a los demás siempre ha sido liberador y el coche, cual búnker protector, también invita a ello.

Pero volvamos al sentimiento de empoderamiento, evasión y libertad que representa cualquier forma de movernos, y por ende el coche, y analicemos su alianza con lo masculino. Moverse fue siempre cosa de hombres y el patriarcado se esforzó en convertir el coche en un icono de poder, libertad, estatus social, pero también, en un tabú para la mujer, hasta el punto extremo que, hasta 2018, estuvo prohibido que la mujer condujera en Arabia Saudí. O, en el caso de España, una mujer casada hasta el año 1981 no podía sacar el carnet de conducir sin permiso del marido. Quizás por ello, por tradición cultural, muchas mujeres mayores siguen hoy sujetas a la suerte de que sus maridos y familiares las saquen a dar un paseo, hacer la compra o ir al médico. 

Restar libertad a la mujer era bueno para la supremacía del hombre, el sostenimiento del hogar y su sometimiento al varón. Ni siquiera la bicicleta durante un tiempo fue un medio adecuado para las mujeres, convirtiéndose pese a todo las dos ruedas en un símbolo de libertad para los movimientos de igualdad de género. Es famosa la frase de la sufragista estadounidense Susan B. Anthony "la bicicleta ha hecho más por la emancipación de la mujer que cualquier otra cosa en el mundo". Era el año 1896. Afortunadamente la mujer se subió sin complejos a la bicicleta y al coche. Hoy aprende a conducir desde muy joven y, por supuesto, lanza improperios cuando le viene en gana.

Las plantas aprendieron a sobrevivir sin moverse, los humanos aprendimos a sobrevivir huyendo, raíces frente a piernas. Pero mira qué paradoja: de producirse el colapso climático serán ellas, las plantas, nuestras compañeras verdes fijadoras de CO2, las que nos sobrevivan. Otra sería que ese artefacto emancipador que nos genera tanta sensación de libertad o falsa individualidad al tiempo que escupe CO2, colapsa calles, avenidas y carreteras, también nos está enfermando.

Así que, en pro del sentido común, en los tiempos que corren, crisis climática mediante, será bueno que nos acostumbremos, cuanto antes, a peatonalizar calles, a coger la guagua y compartir, entre otras muchas cosas, nuestro artefacto "liberador", porque de cumplirse el peor de los escenarios, tanto empoderamiento sobre cuatro ruedas no nos salvará por muchas insultos y palabrotas que soltemos ante el volante. 

 

P.D.: Hace muchos años, incluso, decorábamos el artefacto con bolas y guirnaldas de navidad. ¡Feliz Navidad 2019!

 

Comentarios

Tengo un amigo que asegura que las ventanas en los baños favorecen la convivencia. Al hilo del artículo, añadiría que compartir el coche es otro buen modo de hacer y alimentar amistades!!!!
Desearia me aclararan el castigo dado a los señores de canarias7 .periodistas y locutores canarios.estos señores han sido valientes en poner claridad en muchas cosas y no entiendo si un juez a estas alturas de siglo puede castigar tenga o no razon
Hace tiempo que el sr. Bergaz no opina. ¿Se le ha terminado el carrete?

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