Abortar el disparate de La Fermina
Es muy difícil resistirse a hacer juicios de valor sobre las personas que toman según qué decisiones. Sobre la referidas al Islote de La Fermina, quienes deciden qué será este peñasco en la bahía de Arrecife han adoptado varios acuerdos. La apertura del islote como obra inconclusa de Manrique y su protección como tal son dos de ellos. La de abrir y mantenerlo abierto a cualquier precio es otro.
Sobre lo que realmente es La Fermina, hay algo evidente, se ha convertido en una estafa alargada en el tiempo y con múltiples protagonistas. La síntesis es que se trata de un islote de la vergüenza del que la población pasa, sin preguntarse sobre la responsabilidad de los cargos públicos que adoptan decisiones gravosas; sin interrogarse sobre la competencia de nuestros dirigentes.
A mi entender, nunca habría que haber iniciado ningún expediente de protección del Islote, y mucho menos por supuestos valores vinculados a un proyecto que inició Manrique. Nunca debieron realizarse las obras que pretendieron, falsamente, ser fieles al proyecto del artista, aplicando un corsé sobre las mismas basado en lo que quedó a medias. Faltó sentido común y faltaron propuestas, y para una que hubo como escuela de vela, ni la consideraron.
Cuando el Cabildo y el Ayuntamiento de Arrecife acuerdan la apertura del islote, a sabiendas de lo ruinoso de la explotación, parten del supuesto de que se trata de un elemento con valor cultural que merece cualquier esfuerzo mantener abierto, lo cual es una premisa incorrecta, tanto, como celebrar que se trata de una "obra inconclusa, pero concluida", de Manrique. El expediente de incoación, es en sí mismo digno de una tesis sobre lo absurdo de las cosas. Y, seamos prácticos, en el islote no hay nada que tenga el más mínimo interés que podamos vincular a la obra de Manrique y que merezca la pena ser preservado.
El segundo paso, el de asumir las perdidas derivadas de la explotación, que ya han sido cuantificadas, y que serán compensadas -según han acordado- con el beneficio de los legítimos centros turísticos. Si tiramos de un ejemplo, podremos acercarnos a valorar la gravedad de tal de decisión. Si Inditex, pongamos por caso, acuerda abrir un ZARA, y sabe que va a perder anualmente en torno a los seiscientos mil euros, y aún así, contrata el personal y asume que se mantendrá con los beneficios de los otros ZARA, la cúpula directiva debe salir de Inditex, sin contemplaciones.
La Fermina perderá seiscientos mil euros anuales, y no es difícil aventurar que está abocada al cierre en un corto periodo de tiempo. En ese momento será complicado intervenir en el Islote para dotarlo de un nuevo uso ya que se le ha otorgado la máxima protección que la ley establece. Ningún empresario -ese sería su destino final- querrá hacerse cargo de unas instalaciones sin capacidad de ser transformadas para nuevos usos. Cuando cierre, quedaría, por tanto, iniciar un expediente de vuelta atrás del bien de interés cultural que nunca debió ser iniciado.
Entretanto, la Isla, o la propia capital, no podrán beneficiarse de una inyección anual de seiscientos mil euros con los que asumir las inversiones necesarias para revertir el proceso de degradación que sufre.
Podemos hablar del abandono del campo; de la necesidad de que el Cabildo asuma que la apuesta por las energías limpias obliga a que el recibo de la luz de cada familia disminuya en justa proporción al número de molinos que se instalan. Podemos hablar del incentivo a la agricultura, lo podemos hacer sobre el agua, o sobre placas para la obtención de energía fotovoltaica sobre cada edificio de la ciudad. Nos podíamos atrever a pagar nuestro propio auditorio y un gigantesco parque urbano con toda suerte de especies vegetales y hasta intentar revertir el feísmo y estos niveles de vulgaridad del espacio público. Pero no, decididamente, pudiendo estar todo ello en la cabeza de nuestros dirigentes, han decidido que el dinero público es tan de nadie como para aventurarse a dispendios como el que nos brinda La Fermina. Efectivamente, es difícil resistirse a aplicar a algunos ciertos calificativos. El empeño en mantenerlo abierto, en las condiciones en que se hace, resulta, cuanto menos, delictivo.
Comentarios
1 Saray Mié, 14/09/2022 - 08:13
2 Arquitecto Mié, 14/09/2022 - 20:34
3 Carlos Mié, 14/09/2022 - 20:43
4 post-manrique Mié, 14/09/2022 - 23:22
5 post-manrique Mié, 14/09/2022 - 23:22
6 Anónimo Jue, 15/09/2022 - 14:15
7 Cathy Jue, 15/09/2022 - 14:29
8 Anónimo Jue, 15/09/2022 - 14:35
9 Arquitecto Jue, 15/09/2022 - 20:59
10 Isla Perdida Vie, 16/09/2022 - 09:38
11 Anónimo Mar, 20/09/2022 - 13:19
12 kusko Mar, 20/09/2022 - 13:20
13 kusko Mar, 20/09/2022 - 13:21
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