Un equipo científico halla 85 nuevas especies de microorganismos marinos en Lanzarote
Lanzarote, destaca un experto, “esconde verdaderos tesoros naturales y todos nos beneficiaríamos si se facilitase su estudio a investigadores de todo el mundo”
En octubre de 2011, científicos de ocho centros de investigación europeos y norteamericanos se sumergieron en la Cueva de los Lagos, Jameos del Agua y el Túnel de la Atlántida, exploraron los charcos de Luis, los de Montaña Bermeja y los Agujeros, además de varias playas y zonas costeras. El resultado acaba de publicarse en un número especial de la revista ‘Marine Biodiversity’: han encontrado 85 especies de microorganismos nuevos para la ciencia y casi 250 especies desconocidas hasta ahora en Canarias.
“Sólo una pequeña punta del iceberg de la biodiversidad marina”, señala el biólogo Alejandro Martínez. En ese pequeño porcentaje de conocimiento destacan las especies marinas de mayor tamaño (peces, corales, mamíferos, moluscos) que comemos, vemos al bucear y estudiamos en los libros de Biología.
¿Pero qué pasa con los diminutos invertebrados que viven en las cuevas o entre los granos de arena? Pasa que “son un componente fundamental de la cadena trófica”, un alimento habitual para otras especies que sí nos son más familiares. Pasa también que estas criaturas milimétricas, que habitan las playas y las cuevas submarinas de Lanzarote desde hace siglos, mucho antes que cualquier hotel o centro de arte, son una pista fundamental para entender cómo eran los animales que vivieron en la Tierra hace millones de años.
“Estos animales son a la biología evolutiva lo que la radiación de fondo del big bang a la cosmología: esconden pistas sobre nuestros ancestros animales más remotos”, añade Martínez, experto en biología evolutiva.
Algunos individuos de esta fauna microscópica pertenecen a grupos de animales de gran tamaño, que tuvieron que adaptarse a vivir en espacios diminutos. Lo hicieron achicando su tamaño, perdiendo estructuras (visuales en el caso de muchos grupos) y desarrollando otras nuevas (quillas, como las que construimos en las tablas de surf, o largos palpos). Adaptarse o morir.
Lanzarote es un lugar excepcional para estudiar el funcionamiento de la evolución biológica. “Siempre que organizamos expediciones en otros lugares encontramos muchas nuevas citas y especies de animales microscópicos, pero nunca tantas como en Lanzarote”, dice el experto.
La vida cambia de un modo aparentemente caótico y carente de sentido, “pero lo hace siguiendo patrones”. Y estos se pueden medir si estudiamos los cambios evolutivos de diferentes linajes de animales, empezando por su ancestro común y terminando con las especies que conviven hoy día con nosotros.
Alejandro Martínez se hace una pregunta no muy diferente a la del protagonista de La Guía del Autoestopista Galáctico y similar a la que afrontamos todos los Sapiens alguna vez en la vida. ¿Qué pasa con el universo? ¿Cómo, por qué, para qué? “¿Cuánta energía ha utilizado la vida para hacer que los organismos que habitamos el planeta estemos hoy aquí?”.
Equipo analizando muestras.
Las cuevas submarinas ofrecen datos muy valiosos porque en ellas conviven seres microscópicos emparentados con animales muy distintos (peces, gambas, gusanos) y que, sin embargo, convergieron en formas muy parecidas cuando entraron en la cueva. De todo esto hablará Alejandro Martínez este jueves en su ponencia Lava, luz y vida: ¿Qué tiene el Túnel de la Atlántida que todos queremos estudiarlo?
Su intervención se enmarca en las Jornadas sobre Cuevas Volcánicas dedicadas al patrimonio subterráneo y que se desarrollarán en el salón de actos del Cabildo de Lanzarote. Esta fauna microscópica que vive en la arena marina y en la de las cuevas (meiofauna) es una gran aliada para detectar impactos en el medio ambiente.
Al reproducirse muy rápido, estos animales son los primeros en reaccionar ante cualquier perturbación ambiental. Hasta ahora, la forma más habitual de usarlos para comprobar si la construcción de un puerto, por ejemplo, afecta al ecosistema marino, era tomar muestras de arena de manera periódica en distintos puntos.
El equipo de Alejandro Martínez en el CNR italiano está desarrollando otro método con menos margen de error: extraen el ADN de la muestra, lo secuencian y, gracias a la bioinformática, consiguen identificar las especies. Han usado esta técnica en un parque natural de Cerdeña para mostrar que las playas con mayor flujo de visitantes tienen menor diversidad de especies y también en un estudio piloto realizado en Jameos del Agua, cuyas conclusiones están a punto de ver la luz.
En noviembre, los investigadores regresan a Lanzarote para participar en las Jornadas sobre tubos volcánicos y para estudiar la reducción ocular y el sistema nervioso del cangrejito ciego con Torben Stemme y Horst Wilkens. Quieren averiguar hasta qué punto detecta la luz, qué neurotransmisores usa para hacerlo y cómo compensa esa pérdida de visión con los sistemas olfativos que tiene en las antenas.
Además de conocer mejor el sistema nervioso del cangrejo “y de los artrópodos en general”, el trabajo servirá para mejorar las propuestas del plan de conservación en cuya redacción colaboraron con el Gobierno de Canarias.
El equipo que participó en la expedición de 2011.
El equipo que participó en 2011 en aquel primer taller de estudio de animales microscópicos de los ambientes marinos y anquialinos de Lanzarote está formado por los científicos Katrine Worsaae, Kirsten Kvindberg, Peter R. Møller, Arsin Partavian (Universidad de Copenhague), Tom Artois y Toon Hansen (Universidad de Hasselt), Marco Curini-Galletti (Universidad de Sassari), Maikon di Domenico (Universidad Federal de Paraná), Diego Fontaneto (IRSA-CNR), Francesca Leasi (Universidad de Tennessee), Jon Norenburg (Smithsonian) y Antonio Todaro (Universidad de Módena).
Tan o más importantes que ellos han sido los buceadores del equipo: los tinerfeños Enrique Domínguez, Carola D. Jorge, Ralf Schoenemark, Sergio González y Luis E. Cañadas; y los lanzaroteños Antonio Martín Morales y Juan Valenciano.
La investigación ha sido posible gracias al Cabildo de Lanzarote y al Gobierno de Canarias y, sobre todo, gracias al personal de Geoparque Lanzarote, que en 2011 todavía no había recibido el título, pero trabajaba para obtenerlo. “La expedición hubiese sido imposible sin Elena Mateo y Leopoldo Moro”, dice.
Para Alejandro Martínez, el trabajo de Geoparque Lanzarote es fundamental para continuar investigando. El científico subraya lo necesario que sería “tener un centro de investigación en Lanzarote con una infraestructura que nos permita trabajar con más agilidad y menor coste, no sólo a nosotros, también a geólogos, paleontólogos y otros especialistas”.
Lanzarote, añade el investigador, “esconde verdaderos tesoros naturales a muchos niveles y todos nos beneficiaríamos si se facilitase su estudio a investigadores de todo el mundo”. “Encontrar animales microscópicos es bastante común y es posible que sea una fuente de biodiversidad en Canarias”, dice Alejandro.
“Hemos encontrado un montón de especies en muy poco tiempo, lo que indica que de la diversidad de Canarias, quitando unos pocos grupos, no sabemos casi nada. Son una parte importante del tesoro biológico de Lanzarote, Canarias y el mundo”, concluye.
SACOCCIRRUS SLATERI. “Es un poliqueto surfista. Vive en la zona de rompiente de las olas de playas arenosas de alta energía, donde se adhiere a los granos de arena y se desplaza con ellos ‘surfeando’ sobre el fondo con las olas”. Lo han bautizado con el nombre de Kelly Slater, once veces campeón del mundo de surf. Es probable que el movimiento de este gusano altere el patrón de sedimentación natural. El equipo encontró varios ejemplares con microfibras de plástico en el estómago. “Como son el alimento de otros animales mayores, tal vez intervengan en la incorporación de plásticos en la cadena trófica”.
SPELEONERILLA ISA. Le llaman ‘la bailarina de cuevas canarias’ y es endémica del Túnel de la Atlántida y la Cueva de los Lagos. Vive en la columna de agua y apenas mide 0,6 milímetros. Nada con sus largos palpos de su cabeza y recoge materia orgánica en suspensión. Las especies de Speleonerilla son exclusivas de cuevas y se han registrado en las del Caribe y Canarias. Si sólo viven en cuevas, ¿cómo pueden estar distribuidas en lugares tan distantes? De momento, no se conoce la respuesta.
MESONERILLA XURXOI. El nerílido de Jameos fue descubierto por Jorge Nuñez y Mª Carmen Brito en 2005, cuando la Fundación César Manrique concedió una beca de investigación a Ana María Palmero y a Alejandro Martínez. Es una especie que vive únicamente en el tubo de La Corona, sobre todo en los Jameos: habita el tapete de diatomeas y repta por el fondo al lado de la pista de baile.
OTOPLANA DIDOMENICO Y OTOPLANA NORENBURGI. Llamados así en honor a los profesores Maikon di Domenico y Jon Norenburg, estos gusanos planos viven en la zona intermareal y se meten en el sedimento. “Parecen insignificantes, pero son fundamentales para evitar la erosión de las playas”. ¿Cómo lo hacen? Al moverse entre los granos, producen un moco adhesivo que compensa en parte la acción de las olas.
URODASYS COMPLETUS. Este gastrótico, nombre que significa “vientre peludo”, usa los cilios (pelos) de su vientre para reptar. Vive en los mares y las aguas dulces de todo el mundo y “podría representar una de las ramas más tempranas del árbol de la vida”. Tiene una boca muy grande en proporción a su tamaño, ubicada en el extremo de su cuerpo y que no puede cerrar. Al ser muy pegajoso es difícil de encontrar. La especie de Lanzarote es la única que tiene todos los elementos de sus dos sistemas reproductores, masculino y femenino, completos y bien dispuestos, por eso se apellida ‘completus’.
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