Un estudio científico demuestra que en 20 años este ave endémica puede desaparecer de Fuerteventura y en un plazo de 50 años también de la isla de Lanzarote
Sequía, tendidos, atropellos y gatos llevan a la extinción a la hubara canaria
Un estudio científico demuestra que en 20 años este ave endémica puede desaparecer de Fuerteventura y en un plazo de 50 años también de la isla de Lanzarote
La hubara canaria, símbolo natural de Fuerteventura, orgullo de Lanzarote, se extingue. Es la dramática conclusión a la que ha llegado un importante trabajo de investigación que acaba de ser publicado en la prestigiosa revista científica Scientific Reports, resultado de ocho años de seguimiento a 51 ejemplares marcados en ambas islas con sofisticados dispositivos GPS alimentados con diminutas placas solares.
El estudio señala a los culpables: choques contra tendidos eléctricos, telefónicos y vallados de alambre, atropellos en carreteras y depredación directa por gatos asilvestrados. Además de estas causas antrópicas, provocadas por las personas, hay otra muy grave de la que somos igualmente responsables directos y que está diezmando sus poblaciones insulares, el cambio climático, causante de una larguísima sequía y altas temperaturas que literalmente las está matando de hambre.
“Las autoridades deben adoptar medidas urgentes si se quiere evitar que la especie desaparezca en pocas décadas”, advierte el investigador del Museo Nacional de Ciencias Naturales (MNCN-CSIC) y primer firmante del estudio Juan Carlos Alonso, director del Proyecto Hubara. “Otro factor importante son los atropellos por vehículos, que circulan en cantidades elevadísimas por carreteras y caminos de las islas. Por último, la depredación que ejercen los gatos asilvestrados también está contribuyendo a muchas muertes de hubara”, sostiene el científico.
Los modelos de riesgos muestran que las hubaras mueren casi en igual número por culpa nuestra que por causas naturales (6,20 por ciento y 6,36 por ciento de los individuos respectivamente), lo que duplica el número de bajas anuales. Significa que cada año mueren en Canarias entre 33 y 35 ejemplares por causas antropogénicas y otras tantas por hambre o enfermedades. La alta tasa de mortalidad anual descubierta, el 12,56 por ciento de todos los individuos cada año, casi dobla a la natalidad, que es de tan solo el 7,15 por ciento. Con estos datos, los modelos de viabilidad predicen la extinción de la especie en 50 años, 70 en el escenario más optimista.
La situación más dramática es en Fuerteventura, donde el nacimiento especialmente bajo de pollos es incapaz de sostener una población hambrienta y cuyo territorio cada día tiene más tendidos, carreteras y molestias. Incluso en un escenario de mortalidad únicamente natural donde no se registraran muertes accidentales su viabilidad sería incierta. Para esta isla las simulaciones son especialmente preocupantes, pues la probabilidad de extinción es del 100 por cien en cualquier escenario, se haga lo que se haga por ellas.
El trabajo, titulado La mortalidad antropogénica amenaza la supervivencia de la avutarda hubara canaria lo firman cuatro reconocidos investigadores del grupo de Ecología y Conservación de Aves del departamento de Ecología Evolutiva del MNCN. Su primer investigador y director del departamento, Juan Carlos Alonso, reconoce que más allá del interés científico del trabajo, el estudio pretende ante todo llamar la atención a las autoridades para que actúen con urgencia, “porque si no nos ponemos las pilas ahora, en pocas décadas la especie se extingue”. De acuerdo con los modelos estadísticos que manejan, “la extinción de la hubara en Fuerteventura puede ocurrir en 20 años o alargarse 10 años más”. Y en Lanzarote, aunque está algo mejor, podría extinguirse antes de medio siglo.
“Está cuantificado que las líneas eléctricas aéreas provocan muertes en la fauna”
Según demuestra el estudio, las causas antropogénicas de mortandad igualan a las naturales doblando el problema, a un ritmo que las poblaciones son incapaces de sostener. Si estuviera lloviendo adecuadamente la hubara sería capaz de poder asumir ese exceso de muertes naturales y parte de las artificiales, pero no todas. Por eso, explican los científicos, es urgente “intervenir cuanto antes” para tratar de remontar las poblaciones antes de que sea demasiado tarde. “Hay que atajar la mortalidad antropogénica enterrando tendidos y recuperando cultivos para compensar las elevadas muertes que sufren”, sostiene Alonso. También recomienda poner limitaciones de velocidad en algunas carreteras para evitar atropellos.
“Al principio yo no pensaba que esto fuera tan grave”, confiesa. La hubara es un pájaro pesado que vuela muy poco, por eso también se conoce en Fuerteventura como avutarda, ave tarda. Las molestias de los turistas que cada vez en mayor número pasean sin rumbo por el territorio aumentan la probabilidad de colisiones. La tendencia recientemente descubierta por los mismos investigadores que tienen estas grandes aves de hacer migraciones nocturnas completamente a oscuras convierten los cables aéreos en peligrosas trampas mortales.
Macho de hubara canaria. Alberto Ucero.
Lanzarote, algo mejor
La hubara canaria es una subespecie endémica exclusiva del Archipiélago. Según los últimos censos, en Fuerteventura pueden quedar ahora mismo apenas 150 hubaras frente a las 500 de Lanzarote y la pequeña población de La Graciosa. Sorprende el dato, porque tradicionalmente la Maxorata siempre fue la isla donde mayor número de estas aves nidificaba, entre otras razones, por tener el doble de extensión que su vecina conejera y una menor ocupación del territorio. Pero eso era antes. Ahora es justo al revés.
En ambas islas a la especie le va muy mal. En Fuerteventura claramente está descendiendo su número de forma alarmante. “En Lanzarote todavía estaría lejos de la extinción”, asegura Juan Carlos Alonso. “Hay más comida que en Fuerteventura, sobre todo cuando ésta escasea en verano, porque hay zonas en el centro de la Isla con barbechos y cultivos que suponen un respiro para unos bichos que no tienen otra cosa que comer en años que no llueve”. Una despensa vital para la supervivencia prácticamente inexistente en la isla de enfrente, donde el abandono de los cultivos tradicionales las está abocando a la desaparición. Así lo certifica el investigador del CSIC: “Las gavias suponían para las hubaras un respiro en verano porque encontraban allí alimento fresco que les servía para sobrellevar la estación, que es la más dura, cuando más mueren por falta de comida. Aparte de que se ha quitado mucha vegetación natural y se han desbrozado muchos aulagares”.
Por todo ello, si no se actúa urgentemente, aportando cuanto antes medios y dinero suficiente para modificar tendidos, y además sigue sin llover, “la desaparición de la hubara será muy rápida”, vaticina el investigador.
Demasiados turistas
Estudiando a las hubaras canarias los científicos del CSIC han abierto dos melones políticamente incómodos: gatos y turismo descontrolado. “Hay una población importante de gatos que está pululando a sus anchas y que habría que controlar”, confirma el científico. Se refiere tanto a gatos asilvestrados, que viven salvajes en el campo como si fueran pequeños tigres, como a los domésticos que salen al campo sin control y cazan por puro instinto para luego volver a su sillón favorito en casa. Numerosos trabajos científicos han demostrado que los gatos han extinguido a más vertebrados en el planeta que ningún otro depredador. Su impacto es especialmente grave en islas debido a la singularidad y fragilidad de la fauna, su eficacia como cazadores, enorme capacidad de adaptación y gran fecundidad, lo que los convierte en una bomba biológica muy difícil de parar. En Canarias se les responsabiliza directamente de la desaparición de varias especies de aves, dos roedores gigantes y del lagarto gigante de La Palma. “Los gatos están matando hubaras todos los años a una tasa bien cuantificada por este trabajo, por eso hay que sacarlos del medio natural”, exige Alonso.
“Científicamente, el turismo tiene efectos directos en la mortalidad de las hubaras”
El turismo también sienta muy mal a las hubaras. Los investigadores del departamento de Ecología Evolutiva del Museo Nacional de Ciencias Naturales tienen previsto publicar en breve un artículo científico que sin duda provocará una fuerte polémica. Han estudiado los impactos en el medio ambiente del que no dudan en calificar de “turismo insostenible”. Y los resultados son muy preocupantes. “Hemos comprobado científicamente que el turismo tiene efectos directos en la mortalidad de las hubaras”, avanza Juan Carlos Alonso. Por todo ello, los investigadores consideran necesario que en las áreas de cría de la hubara se regule el tránsito de turistas “que ha aumentado exponencialmente en las últimas décadas”, así como establecer límites de velocidad para los vehículos.
Macho de hubara atropellado en Soo, Cabildo de Lanzarote.
La solución es cara
No todo está perdido para las hubaras y la biodiversidad canaria. Los científicos piden actuaciones urgentes en el territorio que reduzcan la que denominan “mortalidad antrópica”. Aunque reconocen que esta intervención “in extremis”, de asumirse, “supondrá mucho dinero y esfuerzos”. Lo más caro y urgente sería enterrar los tendidos eléctricos principales. “Se sabe y está perfectamente cuantificado que las líneas eléctricas aéreas provocan muertes en la fauna, sabemos perfectamente cuántas hubaras mueren al año por su culpa todos los años y es a lo que queremos llamar la atención en este artículo”, reconoce Juan Carlos Alonso. Tampoco se trataría de enterrarlos todos. Tan solo los que han sido detectados como más peligrosos.
Paradójicamente, la primera parte del estudio fue financiada por Red Eléctrica durante seis años, de 2017 al 2023, pero no fue una decisión altruista. Lo hicieron obligados por el Gobierno de Canarias, para poder resolver a su favor la declaración de impacto ambiental negativo que existía en Fuerteventura con el nuevo tramo de tendido de 132 kilovoltios y doble circuito entre Puerto del Rosario y Corralejo. Los resultados confirman que esta nueva línea será fatal para las hubaras y debería ser desmantelada. Pero el tendido se ha levantado y ya ha entrado en servicio, estando prevista su continuidad hasta Gran Tarajal e incluso Lanzarote. “Atravesará las dos islas y las hubaras se matarán en él”, advierte Alonso.
“Las gavias suponían para las hubaras un respiro en verano porque había alimento”
Frente al problema español, los investigadores ponen como ejemplo el trabajo que se hizo en Europa para salvar a la avutarda común, una especie diferente a la canaria y algo más voluminosa. Austria y Alemania llegaron a tener tan solo 60 ejemplares en los años 90, pero tras destinar una potente inversión económica al enterramiento de los tendidos eléctricos contra los que igualmente se mataban, además de implementar acciones de mejora del hábitat, ahora mismo hay 400 avutardas en cada país, mientras que en otros estados vecinos, donde no se hizo nada, la especie se extinguió. “Si queremos se puede recuperar la hubara, pero hay que ponerse las pilas, hacer un plan de conservación como Dios manda, llamar a los expertos, sentarse en una mesa y decidirse a actuar. Poner todo el dinero que haga falta y hacerlo”, exige el científico del CSIC.
Gracias al esfuerzo de estos investigadores cada vez se conoce mejor a las hubaras, a la que han dedicado más de trece trabajos científicos publicados en revistas internacionales de prestigio. Pero a pesar de que se tenga toda esa información tan fiable, sirve de poco si luego no se actúa. El director del Proyecto Hubara lo tiene muy claro: “Si no se entierran los tendidos estos estudios sirven de poco. Y enterrarlos es muy caro. Pero si no queremos quedarnos sin hubaras habrá que hacerlo como ya hicieron en Austria y Alemania”.
Trayectoria prevista de la población de hubara canaria en los próximos 50 años.
Los teléfonos matan
El estudio publicado en la revista Scientific Reports y financiado por Red Eléctrica a instancias del Gobierno de Canarias ha descubierto que además de contra tendidos eléctricos, las hubaras también se matan al chocar contra los cables de teléfono que cuelgan de postes de madera. Por la noche, que es cuando migran las hubaras, se convierten en trampas invisibles.
“Esos tendidos telefónicos no sé qué pintan ya en las islas, pues con la llegada de la fibra creo que la mayoría ya no funciona, pero no los quita nadie y en ellos se están matando las hubaras aunque parezca mentira”, se lamenta Juan Carlos Alonso. “Habría que responsabilizar a las compañías telefónicas para que los eliminen desde ya”.
Hasta el momento, una de las pocas iniciativas en este sentido ha sido en Tindaya, donde el pasado mes de octubre el Ayuntamiento de La Oliva y Telefónica han eliminado 58 postes de tendido telefónico en desuso que se extendían por los llanos. La corporación local, que reconoce el impacto que estas líneas tienen sobre las aves pero también sobre el paisaje, ha anunciado que también las retirará en otras áreas del municipio como La Caldereta y el Parque Natural de las Dunas de Corralejo.
En el reciente estudio publicado por miembros del Museo Nacional de Ciencias Naturales no se han detectado problemas con el despliegue de las energías renovables en Canarias, seguramente por ser un fenómeno reciente, aunque se reconoce su existencia. Las palas de los aerogeneradores también provocan alguna muerte por colisión, pero sobre todo el efecto principal que tienen para las hubaras es la ocupación del espacio natural y la merma de hábitat disponible. En todo caso, advierten, las líneas de evacuación eléctrica de esas instalaciones deberían ir todas enterradas para evitar colisiones y electrocuciones de la fauna protegida.
No hay intercambio de las hubaras canarias con las poblaciones del Sahara. Son subespecies genéticamente diferentes, como ha quedado demostrado en un reciente estudio. Hace un par de años se localizó un ejemplar en Jandía, en el sur de Fuerteventura, que había nacido en un centro de cría en Marruecos. Pero los expertos sostienen que es un caso accidental que no podrá salvar de la extinción al taxón canario. “No se podrían traer hubaras de Marruecos porque es una medida carísima y acabaría con la subespecie local”, explica Juan Carlos Alonso. “Además, de nada sirve traer animales o criarlos aquí en cautividad si luego el hábitat está deteriorado y cuando las sueltas se mueren todas chocando contra los cables”. En su opinión de experto, “primero hay que arreglar el medio ambiente y luego si acaso se puede hacer un refuerzo poblacional. Nunca hay que empezar la casa por el tejado”.
Comentarios
1 Anónimo Mar, 06/02/2024 - 08:10
2 Irresponsabilidad Mar, 06/02/2024 - 08:39
3 Estadística 101 Mar, 06/02/2024 - 09:26
4 Estadística 101 Mar, 06/02/2024 - 09:43
5 Sin sentido Mar, 06/02/2024 - 10:03
6 Mano alzada Mar, 06/02/2024 - 14:03
7 Andrés Mar, 06/02/2024 - 22:47
8 Anónimo Mié, 07/02/2024 - 01:58
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