El Bebedero: el intercambio entre los aborígenes y los romanos
Casi cuarenta años después continúan las excavaciones en este yacimiento, uno de los dos más antiguos de Canarias, que sigue deparando hallazgos relevantes
“Vinimos solo a limpiar el perfil, nada más, pero vimos la boca. Habíamos visto el año anterior unas piedras raras y podía haber algo. Empezamos a limpiar, a limpiar y mira lo que apareció, es que ni nosotros nos lo creíamos”. Así explica Ángeles Ramírez, investigadora-colaboradora de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, la aparición, primero, de un ánfora romana casi completa, de unos sesenta centímetros de diámetro, y después de los restos de un asentamiento permanente desde, al menos, el siglo I antes de Cristo.
Se trata del yacimiento de El Bebedero, donde, junto al catedrático de Prehistoria Pablo Atoche, lleva casi cuarenta años excavando y analizando los restos junto con un amplio equipo de colaboradores. El Bebedero y Buenavista, ambos en Lanzarote, son los dos yacimientos más antiguos de Canarias. El primero sería un asentamiento aborigen que se alargaría desde el siglo I antes de Cristo hasta el siglo XIII y el segundo es aún más antiguo: se podría remontar al siglo X antes de nuestra Era y se alargaría hasta el siglo VI. Las excavaciones comenzaron en el año 1985 gracias a la buena disposición del propietario del terreno, que entendió la importancia del lugar, y hace solo dos años encontraron estas nuevas estructuras. “Las fechas tienen que coincidir con lo que el contexto arqueológico nos está diciendo”, señala Atoche.
Los restos que se han hallado “confirman la presencia de navegantes romanos o romanizados en contacto con la población indígena”, señalan. Hay una gran cantidad de huesos de cabra, oveja e incluso de perro, además de herramientas destinadas al tratamiento de las pieles, entre otras cosas. Los aborígenes se habían asentado en una zona asocada, con presencia de agua y que les permitía dominar el Río, el lugar natural de paso para los primeros navegantes que avistaron el Archipiélago.
La hipótesis que despiertan los yacimientos y el análisis de sus restos, es que había un intercambio entre los navegantes y los antiguos canarios durante al menos cuatro siglos. Los primeros, que pasaban por ese brazo de mar, llevaban vino, aceite o salazones que intercambian probablemente a cambio de carne, pieles, agua y otros elementos. Los navegantes iban o volvían desde el continente africano, con su puerto de origen seguramente en el Estrecho de Gibraltar. Los romanos no se habrían establecido en la Isla junto a los indígenas, o al menos hasta el presente no hay evidencias de este hecho, aunque sí de la existencia de un asentamiento estacional romano, sin presencia indígena, como es el de la factoría de elaboración de púrpura del islote de Lobos.
El perfil estratigráfico expuesto por la excavación es como “un libro abierto”. Todos los estratos que se han definido en el yacimiento son horizontales “y lo más interesante es que aparece una amplia secuencia estratigráfica que no conocíamos hasta ese momento en Lanzarote”, señala Atoche, por la profundidad que alcanza, que indica la gran antigüedad del asentamiento.
Las capas son a la tierra como los anillos a un árbol. Ya en la capa más profunda aparece una gran cantidad de huesos que han permitido determinar, en el caso de las cabras, que fueron sacrificadas entre los 16 y 18 meses, cuando eran adultas, entre los meses de mayo y julio aproximadamente. Junto con esos huesos y numerosos materiales indígenas aparecen un ánfora romana casi completa y restos de otras con diversas tipologías, además de objetos metálicos de procedencia romana (bronce, cobre y hierro) y abalorios de vidrio.
Pablo Atoche, en el yacimiento.
Apareció un ánfora romana casi completa, de unos sesenta centímetros de diámetro
La mayoría de los restos indígenas son huesos pero también hay cerámica modelada a mano, elementos líticos pulimentados y tallados, y fauna marina como peces, moluscos y crustáceos. El perfil del asentamiento se distingue perfectamente también para una mirada profana. Es un núcleo familiar formado por varias estructuras que se ocuparon durante mucho tiempo y que se van ampliando. Atoche explica el sistema para recoger los restos durante la excavación y analizarlos después, diferenciando lo que se encuentra fuera de las casas de lo que hay dentro: “Comparamos siempre lo que tenemos fuera con lo que tenemos dentro y no mezclamos cosas porque no es lo mismo lo que está ocurriendo fuera que dentro de las casas”.
Mientas hablan para este reportaje, Atoche y Ramírez recogen más restos para su análisis posterior. En una de las pequeñas estancias, en un rincón, se encuentran lo que parecen a simple vista unas cenizas. En ese habitáculo, probablemente, se habría cocinado de forma prolongada. Se han recogido restos de todas las capas para poder analizarlos y datarlos.
El ánfora hallada en 2022 pertenece a una tipología de la que solamente se conocen completas tres ejemplares. Señala que es muy poco habitual encontrarlas en tan buen estado como se ha encontrado aquí tras un largo viaje en barco, trasladada desde la costa, utilizada y reutilizada. “Encontrarla intacta con todo el volumen de sedimentos que contenía es muy raro en Canarias”.
La tipología de las ánforas que aparecen en El Bebedero confirma las fechas de carbono 14 que ya tenían los investigadores: “Nuestros análisis los hemos hecho en tres laboratorios diferentes y empleando muestras de distinta naturaleza para así contrastar la fiabilidad de los resultados cronológicos”, señalan. Para las dataciones se trabaja con series de fechas, no con fechas aisladas, por lo que se cuenta con treinta dataciones que se combinan y contrastan, pero “lo importante es el contexto arqueológico que te va diciendo por dónde nos movemos, si son casas, cocinas u otros habitáculos”.
Grupo familiar
El Bebedero no es un primer asentamiento, un lugar elegido tras la inmediata llegada a la isla, sino un poblado establecido posteriormente. Allí vivió un clan o grupo familiar formado por unas cuarenta personas que habría estado relacionado también con el poblado de Buenavista. “Estamos hablando de un grupo numeroso que ocupó El Bebedero entre el año cien antes de la Era y el año cuatrocientos después de la Era, durante un periodo muy largo”, señala Atoche, que cree que el poblado se abandonó en torno al siglo IV o V para volver a reocuparse posteriormente.
Además de los restos, hay fuentes grecolatinas que hablaban de las Islas
Dice Atoche que, además de los restos romanos hallados, hay fuentes literarias grecolatinas que hablaban de las Islas, como es el caso de Plutarco al describir la vida de Sertorio, un general romano que se encontraba en Cádiz, huyendo de Roma en torno al año ochenta y tres antes de la Era, y describe cómo ve llegar a unos pescadores al puerto que le dicen que vienen de dos islas que están en la costa atlántica de África “que producen abundantes frutos que alimentan sin trabajo a sus habitantes”.
Pero antes de Sertorio está el Periplo de Hannón, que es el relato de un viaje de una flota cartaginesa, que podría remontarse al siglo VI antes de Cristo y en el que parece citarse a las Islas. En ese texto se habría apoyado el rey Juba II, de Mauritania, que envía una expedición científica en el siglo I antes de Cristo “que recoge, entre otros datos, que ya hay gente, aunque hoy se afirma que fue colonizada en el siglo III”.
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Comentarios
1 Tierra Mar, 24/09/2024 - 08:46
2 Tierra Mar, 24/09/2024 - 08:46
3 guanarame Jue, 26/09/2024 - 06:36
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