“Hay señales de que hay que hacer una especie de moratoria en El Jable”
Jonathan Sicilia, asesor urbanístico
Participó en las jornadas El Jable. Un ecosistema (Des) Conocido, que se celebraron en el Convento de Santo Domingo organizadas por DesertWatch y que continuarán durante los meses próximos. Es técnico en Sistemas de Información Geográfica y asesor urbanístico.
-Su ponencia en esas jornadas señala que la “protección no implica conservación”. ¿Por qué?
-Uno de los principales problemas que tenemos y que es recurrente cada vez que se va a hacer una intervención que afecta al ecosistema de El Jable, que se divide en tres áreas, el Jable de arriba, el Jable del medio y el Jable de abajo, es la falta de estudios específicos de lo que pasa en este ecosistema. Todo el mundo conoce lo que hay en El Jable, todo el mundo sabe que hay extracciones de arena, todo el mundo sabe que hay aves, que se cultiva, pero nadie sabe realmente el impacto ni la medida que tiene todo eso sobre el conjunto. De ahí que sea conocido por todos, pero desconocido, porque no hay producción científica. ¿Qué es lo que pasa? Que El Jable no es como Timanfaya, que es un entorno natural y tiene un entorno turístico controlado, o La Geria, que es un entorno agrícola que tiene una actividad industrial, que es la vitivinícola, pero El Jable es un caleidoscopio. El objetivo de la jornada es arrojar luz sobre sus múltiples aspectos. Lo vemos desértico pero es un espacio muy rico.
-El Jable parece un desierto, pero no lo es...
-Exacto, de ahí la necesidad de provocar actos que llamen a la concienciación y a la educación también de la población local, porque si no valora algo no lo defiende. Las asociaciones nos estamos viendo muchas veces acorraladas, porque parece que no tiene valores y cuenta con varias declaraciones. Está la Zona de especial protección para las aves de la Red Natura 2000, también hay un lugar de interés geológico declarado que ya forma parte de la declaración de Geoparque de Lanzarote, y el Parque Natural del Archipiélago Chinijo, que ha desbordado el límite del propio parque hacia El Jable. Nosotros podemos declarar y decir que un espacio tiene protección, pero la administración no está dotada de los medios suficientes para garantizar que los valores que han motivado la declaración se garanticen, y el espacio va degradándose. Hasta donde yo sé, solo hay ocho agentes de medio ambiente con los que es imposible abarcar la Isla y sus espacios marítimos. Es imposible que se controle lo que pasa en cada sitio.
“Nadie sabe el impacto que tienen todas las actividades sobre el conjunto”
-La protección se complica si dentro del espacio hay intereses económicos, como en este caso, la extracción de arena, que puede condicionar al resto de actividades de dicho espacio.
-Tiene un efecto dominó, porque la franja de la zona extractiva está creciendo y no hay estudios que digan cuál es el efecto real, pero los aportes de jable que llegan hasta esa zona no pasan de ahí, porque las zonas extractivas funcionan como trampas de jable. El jable cae en esos agujeros y hasta que esos agujeros no se rellenen, el jable no salta y no alimenta al resto del ecosistema. Con lo cual tenemos un proceso erosivo por viento, o eso o cabe concluir. Salvo la tesis de Laura Cabrera no hay otro estudio específico, y ella en su propia tesis advertía de que era insuficiente. Se podría concluir, de manera muy precaria, que el Jable del medio a largo plazo se va a ver desprovisto del jable, y es donde está la otra gran parte económica del Jable, el cultivo de batata, que debería tener denominación de origen, y a medio o largo plazo no se sabe cuál va a ser el efecto sobre este cultivo que necesita de una cobertura de jable determinada para ser productivo. Después hay otros impactos que se han analizado también en otros trabajos que tampoco se sabe cuáles son los efectos, como enarenar zonas de jable, que transforma completamente no solo el paisaje sino también la tecnología del cultivo. Al final tenemos un compendio de situaciones, vertidos incontrolados de basuras, extracciones ilegales, ausencia total de restauración de las zonas mineras... Tampoco se aclara muy bien cómo se va a hacer una restauración de un sistema dunar, móvil...
-¿Entonces ustedes proponen como primer paso hacer un estudio riguroso sobre las consecuencias de esas extracciones? Pero de forma paralela se están tramitando nuevas concesiones para canteras...
-En los documentos que se están tramitando no hay un cálculo serio de impacto acumulativo de todas estas extracciones. Se suelen hacer valoraciones aisladas de las canteras, de las nuevas autorizaciones, pero no acumuladas con el resto de impactos que hay. Si declaras una zona de especial protección para las aves, que son aves esteparias, y necesitan de la cobertura del suelo para desarrollarse y tenemos una serie de impactos acumulados de las zonas extractivas, las zonas de rodadura incontrolada o el tratamiento del suelo con aguas depuradas, que sabemos que tienen una menor capacidad para la absorción de ciertas sales, ¿cómo afecta todo eso a las aves que han motivado la declaración? Y sobre todo, ¿cómo puede sostenerse un lugar de interés geológico que se ha declarado por la presencia de la arena, si estamos explotando un recurso no renovable que es la arena?
“Parece sensato dejar de actuar sobre el ámbito hasta tener estudios”
-La explicación que se da para aprobar las canteras es que es el único lugar de la Isla donde se puede extraer arena, que es necesaria para la industria de la construcción, y se confronta esta necesidad, simplificando mucho, con la protección de un ave tan esquiva como la hubara...
-Ni siquiera es un buen planteamiento nombrar en este tipo de cuestiones a la industria, porque la industria no hace nada que no la dejen hacer. La actividad económica no es mala o buena, se desarrolla si se dan los medios administrativos para que así sea. Tenemos ahora mismo un cuerpo administrativo bipolar, una bicefalia donde hay unos diciendo que es de interés general la explotación minera de este territorio para la ejecución de las obras necesarias, y por el otro lado tenemos a la parte de medio ambiente diciendo que es insostenible seguir con esta explotación porque ni siquiera sabemos lo que está pasando. Los últimos estudios están señalando un descenso notable en el número de individuos de huhara en la zona. Hay señales que advierten por lo menos de la necesidad de hacer una especie de moratoria: parar, ver qué está pasando realmente, y después con el conocimiento sobre la mesa, habilitar o no la extracción de áridos. Parece lo más sencillo.
-Debería ser una moratoria que se haga cumplir, que haya vigilancia o que las multas sean coercitivas, que no sea rentable pagar la multa por el beneficio que se obtiene.
-Las infracciones deben ser proporcionales al beneficio que se obtenga de la actividad. Eso está claro. Pero cuando hablamos de explotación minera, no se trata de una actividad ilegal y que se pueda multar. No se puede sancionar una actividad que tiene los permisos.
-Hace más de veinte años, la asociación ecologista El Guincho pedía que se hicieran cotos mineros, que era una figura contemplada en la legislación. ¿Aún podría ser una solución?
-Tampoco está claro que eso sea una solución. El problema está en que no sabemos si ya vamos pasados de frenada. No sabemos si la hubara está descendiendo por la actividad minera o por otra razón. Podemos presuponer ciertas cosas, pero son conjeturas. Lo que sí parece sensato es dejar de actuar sobre el ámbito hasta que tengamos estudios que garanticen que esas actuaciones no siguen agravando el problema. Hay expertos a nivel mundial sobre la avutarda que dicen que la última reserva y la más importante de la hubara es El Jable de Lanzarote, con lo cual ya estamos saltando de escala. Ya no es que sea un ecosistema importante a nivel insular, es que es un reservorio genético a nivel global.
“No se sabe el efecto de la hiperactividad en la carretera de la playa de Famara”
-Los planes de los espacios naturales se encargan, se hacen y se pone el acento en lo que no se puede hacer, más que en los usos permitidos. ¿No se puede empezar por reunir a todos los participantes de ese espacio?
-Es precisamente lo que estamos intentando paliar desde Vientos del Noreste. Lo que está intentando hacer la asociación es que toda la gente que tiene algo que decir de El Jable, que lo diga, pero que el resto de partícipes de ese espacio lo escuche. Porque hay cosas sencillas. A veces solo se trata de no utilizar elementos que bloqueen totalmente el paso de arena. De forma tradicional se utilizaba un sistema de cercado con centeno, que hace como de peine que minora la velocidad del viento y el cultivo prospera pero deja pasar un porcentaje de arena. Si eso se hace con palés, además del impacto paisajístico que tiene, hay un impedimento total del paso de arena. Ese tipo de problemas son los que hay que estudiar. Tampoco se sabe cuál es el efecto que está teniendo la hiperactividad turística en la carretera de la playa de Famara. En el sistema donde nacen las dunas estamos aparcando coches y a lo mejor hay que replantearse cómo acceder a la carretera.
-¿Entonces, cuál es la forma de abordarlo?
-Crear conocimiento es la única manera. Y de ahí el tema de las charlas en el que nosotros decimos que es un ecosistema desconocido. Lo que se hizo en Fuerteventura es muy interesante. Se compró suelo para dejárselo a la hubara, pero cuando se sacó a los agricultores salieron los matorrales y las hubaras se fueron. Parecía que si quitábamos al ser humano iría mejor, y fue todo lo contrario. Ya hay un indicador de que necesitamos agricultores y agricultoras sobre el territorio para mantener este ecosistema, sobre todo para mantener esta avifauna necesitamos una gestión agrícola del territorio. ¿Cuál es el mínimo que se necesita de agricultores para que la avifauna se sostenga? Es como una interpretación de la capacidad biológica, no solo antropológica. A lo mejor con dos hectáreas, tres o diez cultivadas, se mantiene todo el complejo de avifauna. La única conclusión que parece cierta es que si la Administración no vigila de manera adecuada porque no tiene medios, si no hay personal suficiente para vigilar el ecosistema... Se sabe que el conocimiento es insuficiente, por las propias conclusiones de la tesis de Laura Cabrera, y a eso se le suma que hay una actividad industrial, una actividad primaria más la actividad turística con los buggies, subiendo dunas y demás... Hemos visto que han desaparecido las dunas rampantes, que eran esas dunas solitarias que van cruzando todo este ecosistema y hemos visto que disminuye el número de aves o por lo menos la densidad de aves. Pero lo que parece adecuado y que es una conclusión sensata y parece que bien fundada, es que necesitamos generar conocimiento y que las declaraciones que se hagan sobre el ámbito lleven anudadas una gestión eficiente. Eso es lo que nosotros estamos intentando promover. Estamos intentando generar conversación, debate... La asociación ya está trabajando para la obtención de fondos para pagar a investigadores que puedan desarrollar trabajos específicos. Tenemos acuerdos de colaboración con universidades europeas y hay un efecto secundario de la investigación, y es que cuando traes a gente de fuera a investigar en El Jable que no tiene ningún tipo de vínculo afectivo familiar con nadie, son los mejores vigilantes que hay, los mejores agentes medioambientales porque denuncian sistemáticamente todo lo que ven y están todo el rato en el campo. Son vigilantes gratuitos, con lo cual a lo mejor hay una gestión eficiente, o sea, si provocamos las condiciones adecuadas para tener investigadores en ese ámbito, a lo mejor revertimos los impactos controlados que hay.
Comentarios
1 Anónimo Vie, 18/10/2024 - 09:28
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