Nuevas iniciativas en ambas islas recuerdan a los dos grandes referentes de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX en Lanzarote y Fuerteventura
Las vidas paralelas de Juan Ismael y Pancho Lasso
Nuevas iniciativas en ambas islas recuerdan a los dos grandes referentes de las vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX en Lanzarote y Fuerteventura
Hasta el próximo 24 de febrero se podrá ver en Fuerteventura la exposición Óscar Domínguez y Juan Ismael. Surrealistas. Esta muestra, comisariada por Carlos Díaz-Bertrana Marrero, se inauguró en noviembre pasado precisamente para conmemorar los 20 años del Centro de Arte Juan Ismael (CAJI), un espacio creado para albergar arte contemporáneo y homenajear al pintor nacido en La Oliva en 1907.
La obra de Juan Ismael González Mora (1907-1981) ha dado lugar a numerosos libros y exposiciones en los últimos decenios, a lo que se ha sumado el espacio puesto en marcha en Puerto del Rosario hace ahora dos décadas. En este caso, la nueva muestra indaga en las conexiones con otro gran representante canario del surrealismo: el tinerfeño Óscar Domínguez.
A pesar de su lejanía y malas condiciones económicas, Canarias tuvo un papel relevante en el movimiento surrealista que sacudió Europa en los años veinte y treinta del siglo pasado. La plana mayor del Surrealismo, con André Breton a la cabeza, estuvo en Tenerife en 1935 para un congreso internacional que alcanzó gran relevancia.
Otro artista canario que destacó por los senderos del serpenteante surrealismo fue el lanzaroteño Pancho Lasso Morales (1904-1973), a quien también se decidió homenajear en su isla natal dándole su nombre a la Escuela de Artes y Oficios desde 1987, además de dedicarle una sala especial en el Museo Internacional de Arte Contemporáneo de Lanzarote (MIAC) del Castillo de San José. De la misma manera que con Juan Ismael, la obra de Lasso se revisita cada cierto tiempo con estudios y acciones de distintos tipo. Sin ir más lejos, en 2023 la historiadora del arte Arminda Arteta publicó el libro Pancho Lasso. El primer escultor de Lanzarote (Itineraria).
Pasaron por escuelas de artes y oficios y lograron becas de formación
Desde disciplinas artísticas diferentes, Juan Ismael y Pancho Lasso compartieron varios aspectos significativos en sus trayectorias: nacieron en las islas más orientales de Canarias aunque desarrollaron casi toda su carrera fuera de ellas; pasaron por escuelas de artes y oficios y lograron becas de formación de los cabildos insulares; tuvieron una etapa muy productiva en Madrid; practicaron el surrealismo y otras vanguardias artísticas de la primera mitad del siglo XX; sufrieron con la llegada de la dictadura franquista; han sido recordados y homenajeados en sus islas natales tras su muerte…
Escultura de Pancho Lasso frente al Puente de Las Bolas, en Arrecife. Foto: Adriel Perdomo.
Surrealismo
Hace precisamente un siglo, en 1924, el crítico y poeta André Breton publicó el famoso Primer manifiesto del surrealismo. Ese año, Juan Ismael estaba estudiando en la Escuela de Artes y Oficios de Santa Cruz de Tenerife, isla a la que se había trasladado su familia desde 1910 y que vería a su padre fallecer en 1927. Lo mismo había sucedido en 1920 con el progenitor de Pancho Lasso, quien se vio a cargo de una familia con otros siete hermanos, así que no dudó en aceptar un trabajo como profesor de la Escuela de Artes y Oficios de Arrecife en 1925. Pero pronto ambos destacaron en distintos campos estéticos.
Pancho Lasso, que ya se había acercado a las nuevas ideas culturales europeas a través de su cuñado, el fotógrafo francés Aquiles Heitz, marchó en 1926 becado por el Cabildo de Lanzarote a Madrid, donde estudió Bellas Artes y entró en contacto con el efervescente mundo artístico de la capital en ese momento. Las esculturas de piedra y madera de esta etapa enlazaban con el neocubismo, pero “en torno a 1929, Lasso comienza a abandonar las formas geométricas y angulosas de sus primeros años madrileños para dar el gran salto hacia el surrealismo telúrico o popular”, en palabras de Arminda Arteta. En el acercamiento al surrealismo contribuirá mucho su amigo, el escultor Alberto Sánchez, fundador de la Escuela de Vallecas, un movimiento muy influyente que apostaba por la combinación de lo vernáculo y lo moderno. En esta etapa, Lasso compuso la que se ha considerado como una de sus obras cumbres, Homenaje a la Internacional.
Ambos autores fueron represaliados durante la dictadura
Desde el ámbito de la pintura y las letras, Juan Ismael se iba a afianzando en el contexto cultural canario, realizando su primera exposición individual en 1928, escribiendo el poemario Amor, verano, amor en 1930, contactando con la Escuela Luján Pérez de Gran Canaria y la revista literaria Cartones, trabajando con el fotógrafo Teodoro Maisch... En 1931, también con ayuda del Cabildo, en este caso el de Tenerife, Juan Ismael se mudó a Madrid, ciudad en la que residirá casi todo el tiempo hasta 1944 (estuvo algunas etapas en Salamanca, Bilbao y Barcelona).
Los años en la Península son de gran actividad plástica, participando en numerosas exposiciones, incluyendo una en el Ateneo de Madrid, y movimientos, como la facción madrileña del ADLAN (Amics de l’Art Nou). Estéticamente, esta etapa destaca por su compromiso con el surrealismo y especialmente con la vertiente metafísica, pintando algunos cuadros que hoy están grandes espacios culturales como el Museo Reina Sofía o el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM).
Pancho Lasso y Juan Ismael también compartieron ciertos motivos en sus obras, como la alusión al paisaje isleño (geología, vegetación, aridez), así como a elementos de la cultura canaria (arquitectura, mundo aborigen, etnografía, etc.). La búsqueda de una identidad propia y distinta a la tradicional era una de las grandes temáticas del debate estético de esta época en las islas.
Visitante del Centro de Arte Juan Ismael de Puerto del Rosario observando el cuadro de Juan Ismael de 1972 titulado ‘Nido de amor y muerte’. Foto: Carlos de Saá.
Carreras semitruncadas
Tras significarse con organizaciones obreras y de izquierda, ambos autores tuvieron que volver al Archipiélago y sufrieron represalias tras la llegada del franquismo (Lasso pasó un mes en la cárcel y Juan Ismael conmutó su pena de dos años por un destierro a Canarias). En cierta manera, sus trayectorias, como muchas de esa generación, se quedaron semitruncadas aunque siguieron creando en las siguientes décadas. Además de estar señalados políticamente, la pobreza reinante y la apuesta por un arte más conservador y escapista desde las instituciones mermaron mucho sus posibilidades.
Resulta curioso también que en esta suerte de vidas paralelas, ambos autores se casaran con mujeres relacionadas con la música y tuvieran una hija como heredera.
También compartieron interés estético por el paisaje canario
Tras la Guerra Civil, Lasso vivió unos años en Lanzarote, donde influyó en el joven César Manrique, como siempre reconoció este, pero en 1946 volvió a Madrid, donde se tuvo que conformar con ser sacador de puntos de Federico Coullat-Valera, un exitoso escultor dedicado a obras religiosas y monumentos oficiales. A pesar de ganarse la vida como ayudante de Coullat-Valera, Lasso siguió creando y evolucionando hacia un estilo más realista, que tuvo a los campesinos de Lanzarote como gran referencia, siguiendo sus ideales sociales.
A partir de mediados de los años sesenta, su obra comenzó a ser reconocida de nuevo, con varias exposiciones y premios, además de algunos encargos del Cabildo de Lanzarote. El autor lanzaroteño encontró en la medalla, una disciplina con varias etapas doradas en la historia del arte, un terreno propicio para su creatividad, así como en la pintura, aunque nunca dejó la escultura. Falleció en Madrid en 1973, poco antes de que se inaugurara una exposición antológica suya en Arrecife.
Escultura de Pancho Lasso titulada ‘Vieja sentada’. Imagen cedida por el MIAC de Lanzarote.
Juan Ismael volvió a Canarias en 1944, teniendo una actividad destacada intelectual los primeros años: fue uno de los fundadores de la revista Mensaje, se convirtió en el principal teórico del colectivo PIC (Pintores Independientes Canarios), participó en la creación del grupo LADAC (Los Arqueros del Arte contemporáneo), con Manolo Millares y Felo Monzón, entre otros, además de publicar poesía y artículos de pintura y literatura en la prensa canaria. No obstante, las necesidades económicas le llevaron a probar fortuna primero en Barcelona, en 1956, y poco después en Venezuela, donde permaneció hasta 1966.
Como Pancho Lasso, la trayectoria final de Juan Ismael vivió cierto renacimiento sin que en las décadas previas dejara de seguir experimentando y evolucionando estéticamente. Establecido en Gran Canaria desde 1966, el autor nacido en La Oliva ganó varios premios destacados en los años setenta y su figura empezó recibir reconocimientos públicos. Falleció en 1981.
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