Continúa la ‘plaga’ de las figuras de piedra que dañan el paisaje lanzaroteño
La espiral de Jable Chico reaparece pocos meses después de que el CEIP Quintero realizara una intervención en la zona para concienciar del perjuicio medioambiental que se produce al entorno
La asociación cultural Pueblo Maho continúa con las acciones para devolver al paisaje lanzaroteño su apariencia natural después de que siga proliferando, como “una plaga”, la realización de montículos o figuras con las piedras que componen el legado natural lanzateño, según destacan los miembros de este colectivo. “Ello contribuye a evitar la erosión y son el hábitat de especies vegetales y animales”, aducen.
Orlando Hernández, de la asociación Pueblo Maho, lamenta tener que volver a “limpiar” la playa de Jable Chico, donde ha reaparecido la espiral de piedra en la arena pocos meses después de que los alumnos del CEIP Quintero de San Bartolomé, de la mano de la coordinadora de patrimonio del centro y miembro de la asociación, Luz María Duque, llevaran a cabo la reestructuración de la zona acompañados por padres, profesores y otros miembros del colectivo lanzaroteño que lucha por la preservación de los valores de la Isla. Letras, símbolos y hasta la reproducción de órganos genitales se han contemplado de nuevo en el entorno de Jable Chico.
Pueblo Maho ha iniciado también la recuperación de Montaña Roja donde algunos se empeñan en acumular piedras, pero sólo han podido intervenir “un uno por ciento”, según comenta Orlando. Esta ardua labor tendrá que continuar en posteriores encuentros mientras prosigue la indiferencia de los que se dedican a apilar las rocas.
Otro de los paisajes alterados con los que se han topado es Guanapay, donde se asienta el Castillo de Santa Bárbara, “lleno de letras y corazones”, explica. “Nos parece muy triste que para volver a poner las piedras donde estaban tengamos que pedir permiso mientras cualquier desaprensivo puede hacer las figuras sin que se penalice”, resalta con indignación el representante de Pueblo Maho.
Recuerda que los paisajes están protegidos. Sin embargo, “por desgracia no lo están como deberían en una Reserva de la Biosfera. En cambio, se dedican a colocar esos antiestéticos carteles de Geoparque”, afirma.
La asociación lleva dos años devolviendo las piedras a su estado natural. Tiempo en el que se ha visto cómo se aprobaba una moción en el Cabildo lanzaroteño, presentada por Somos, para la colocación en el inicio de los senderos de carteles de advertencia de que estas acciones pueden acarrear sanciones.
Asimismo, la asociación ha diseñado un tríptico informativo con el objetivo de repartirlo en los establecimientos turísticos sobre el daño medioambiental que causa la huella humana en el entorno, pero aún no ha visto la luz por la carencia de presupuesto de esta asociación, sin ánimo de lucro.
Por su parte, la Corporación insular “todavía no ha hecho nada”, dice. Curiosamente, la propuesta contó con los votos en contra del equipo de gobierno insular. Asegura Orlando que llevar a cabo esta iniciativa “cuesta poco” a las arcas públicas y que si ellos dispusiesen de dinero ya los habrían editado y repartido.
Playa Blanca y Costa Teguise son las zonas más afectadas por esta “lacra”. También en el camino de tierra de Muñique a El Cuchillo se pueden ver ejemplos de la huella humana o en la Peña de las Cruces, donde el colectivo tuvo que intervenir en un yacimiento arqueológico. “Es una plaga”, enfatiza Orlando.
Los turistas se topan con fotografías en sus habitaciones que reflejan estas actuaciones a modo de promoción turística. Orlando muestra la imagen que decora el apartamento de Playa Blanca donde se alojó un amigo de Tenerife en una visita a Lanzarote para, paradójicamente, participar en una batida de la asociación. “Con las cosas que se pueden vender de Lanzarote”, enfatiza el representante de Pueblo Maho.
Recuerdan que estas acciones deterioran la flora, la fauna y el paisaje. “Es una lacra que no está solo en Lanzarote o Fuerteventura. En Baleares se lidió también con esta proliferación y acabaron prohibiéndola por ley”.
La intención del colectivo es regresar a Montaña Roja e iniciar acciones en Guanapay. Además, está en contacto con la Fundación Telesforo Bravo que, recientemente, intervino en una acción similar en el Faro de El Tostón, en El Cotillo, para llevar a cabo acciones conjuntas.
Juan Coello, de Telesforo Bravo, recordaba entonces que “los montículos de piedra no sólo afean el paisaje, sino que además están haciendo daño al medio ambiente. Debemos aprender a dejar las rocas donde deben estar, en el terreno, porque moverlas provoca una alteración del hábitat. Las piedras no sólo ofrecen refugio a especies animales y vegetales, sino que también, en un lugar ventoso como este, contribuyen a frenar la erosión”, subraya.
Espiral con piedras decora un hotel de Playa Blanca.
Concienciación
Mientras los recuperadores de espacios prosiguen con sus actuaciones, solicitan la colaboración ciudadana para que denuncien estas intervenciones. “Nos encantaría que quien vea a alguien haciendo estos montículos o figuras de piedras llame la atención a los autores, les informe de que no se puede hacer porque deteriora el paisaje y avisen a las autoridades. Nadie va a casa de nadie a recolocar sus cosas. Debemos tomar conciencia de que el paisaje es de todos y, en cambio, aquí se promocionan estas conductas”, concluye Orlando.
“Nos parece muy triste que para volver a poner las piedras donde estaban tengamos que pedir permiso, mientras cualquier desaprensivo puede hacer las figuras sin que se penalice”
El biólogo Domingo Concepción defiende también el fuerte impacto que supone esta acción desde el punto de vista de la biodiversidad y de la cultura paisajística. “Los ecosistemas que conocemos en las zonas costeras son el resultado de procesos naturales tanto de los volcanes, como en el litoral de una acción conjunta con el mar y aunque no lo creamos hay toda una serie de biodiversidad, alguna visible como los vegetales y otra diminuta de pequeños insectos” cuyo hábitat se ve alterado si se mueven estas piedras y “esta nueva moda”, que a su juicio, “tiene pinta más de negocio que de moda altruista, provoca sobre esta fauna invertebrada un perjuicio más que notable”.
En cuanto a la huella humana sobre los paisajes, Concepción recuerda que la intervención humana es exclusivamente para cubrir necesidades vitales que han redundado en paisajes de gran valor, como también pueden ser las salinas.
“Sin embargo, este no es el caso porque no hay una necesidad vital que cubrir y sí un negocio encubierto”. Señala, al respecto, que ha podido comprobar que hay una intención de negocio a través de redes sociales.
“Me consta que antes se hacía a través de Facebook, pero han debido de ser advertidos, por lo que ahora se manifiestan a través de grupos de WhatsApp en los que se venden imágenes de estas construcciones y también se aprovecha el turismo para ofrecer visitas a estos lugares, es decir, venden la imagen con el engaño de que forma parte de un paisaje o de la cultura patrimonial de la Isla”, concluye.
Comentarios
1 Ciudadana Lun, 06/05/2019 - 06:10
2 Desde Playa Blanca Lun, 06/05/2019 - 08:29
3 Conejero Lun, 06/05/2019 - 08:54
4 Anónimo Lun, 06/05/2019 - 09:16
5 Anónimo Lun, 06/05/2019 - 10:30
6 2 Lun, 06/05/2019 - 11:53
7 Pepino Lun, 06/05/2019 - 12:44
8 ru Lun, 06/05/2019 - 18:00
9 Hombre Lun, 06/05/2019 - 20:23
10 Predator Mar, 07/05/2019 - 17:42
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