Alex Salebe

Y el canibalismo volverá

Bajen la guardia que no es una sentencia, solo una opinión. Me abruma el llamado literal a la vuelta a la “normalidad” porque adoptarla en toda la extensión de la palabra  sería precisamente la negación absoluta del cambio de comportamiento de la sociedad que supuestamente veremos tras la cachetada que nos ha dado sin atenuantes el nuevo coronavirus.

En verdad somos tan ilusos como para pensar que habrá mucha más sensibilidad social y medioambiental, que seremos menos egoístas y sí más solidarios apartando la ferocidad propia de los antropófagos. El canibalismo global, contradiciendo el título de este mismo artículo, ni siquiera se ha dado una tregua por el covid-19, sigue campeando en nuestra sociedad y amenaza con volver con mayor atrocidad: la ley de la selva del ¡sálvese quien pueda!

En la distancia corta constatamos hechos intolerables de individualismo como el irrespeto al confinamiento o a las concesiones para salir a ejercer una u otra actividad que han ido otorgando distintos países del mundo durante este proceso de contagio,  cura y vuelta a la bendita “normalidad”.

Es innegable, plausible e impagable el compromiso de los profesionales que están en primerísima línea de batalla dejándose muchos de ellos la vida para curar seres humanos o la entrega de los batallones de personas dedicadas a la atención social, cuerpos de seguridad y emergencias, ONGs y el voluntariado que no cesa en su trabajo de ayuda en distintos frentes, también la solidaridad de empresas y particulares que realizan donaciones para echar una mano a los más perjudicados. Y mientras se realizan todas estas acciones humanitarias hay quienes les da exactamente igual todo poniendo en riesgo la salud pública y la reactivación  de la economía. Su campo visual está circunscrito al ombligo. Primero yo, luego yo, y si acaso después, los demás.

Los buenos ejemplos en las altas esferas del poder tampoco es que abunden mucho. El presidente de la ‘Yunai’, sí, el mismísimo del tratamiento con desinfectante, retando a la comunidad científica con salidas de tono y relativización del problema con un mundo de personas desatendidas y muertos en fosas comunes, o el de Bolsonaro en Brasil asegurando que la “factura” de las muertes por coronavirus había que mandársela a alcaldes y gobernadores del país. No se acuerda el señor presidente de su vaticinio de que el covid-19 era poco más que una gripita. Todo esto también forma parte de la canallesca de la bendita “normalidad”.

En plena crisis se supone que es igualmente “normal” el aprovechamiento mezquino de la calamidad ajena. En Colombia están constatados sobrecostes y contratos millonarios en la compra de los mercados repartidos a familias excluidas que salpican a varios mandatarios (gobernadores) de departamentos. Todavía no hay un solo encarcelado y ni siquiera la dimisión de alguno de ellos como muestra ínfima de dignidad. Tampoco cesan en el país sudamericano el asesinato de líderes sociales ni el espionaje a líderes de opinión, periodistas o personajes incómodos.

La memoria es tan frágil que en España ya ni nos acordamos que cuando apenas despuntaba la crisis sanitaria y humanitaria por el covid -19 estalló el escándalo Real por unos milloncitos de euros de una donación de Arabia Saudí a Juan Carlos I por su mediación en las negociaciones para la construcción de un tren de alta velocidad. Asimismo imagino que dentro de la “normalidad” caben además los casos de corrupción de servidores públicos de izquierda, de derecha, ambidiestros o camaleónicos, que los hay, o de centro, de colores y tonalidades para escoger.

Y ya ni hablar del modelo económico global y sus vergonzantes miserias destapadas por la pandemia. El aterrizaje a la verdadera realidad ha sido brusco y tremendamente cruel. El derrumbe de la Big Apple, la ciudad del mundo, ha sido tan traumático o peor que la caída de las Torres Gemelas.

Es cierto que el ciudadano de a pie no puede darle un volantazo a la “normalidad”, pero hay comportamientos sociales que sí son susceptibles de cambios. Sean bienvenidos ‘anormales’.

Comentarios

Está bien claro. Los ultraderechistas, Trump, la caterva de pseudo expertos y charlatanes (como la yanky viróloga de You Tube que saca el cantamañanas de Rafa Par o la argentina Chinda Brandolino (adalid de los antiabortistas en su país y anti vacunas) están haciendo el caldo gordo a costa de la ignorancia, la mala fe y sus nulas ganas de que cambie algo en el sistema que defienden. Estimado Salebe, Camus(La peste) y otros visionarios ya lo dijeron todo. Somos una soberana...mierda. O un piojo en el Universo, que decía el Pepe uruguayo.
Sr. Flaneur, o como se llame de verdad, un poquito de respeto, por si no se lo han enseñado, lo de "somos" puede guardarselo para usted y/o su rebaño, si se considera una soberana mierda es asunto suyo o si es un piojo en el universo también, pero no vaya insultando y faltando al respeto a todo el mundo, por el artículo 33, parece usted un iluminado.

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