Ana Carrasco

Vivir danzando

Empieza una nueva danza. Sobre el papel, las palabras se mueven al compás de los recuerdos, lo leído, lo que siento... Solo dejarán de danzar cuando esto que escribo sea compartido. Entonces, si es leído, comenzará una nueva danza.

Recuerdo a mi tío Balao, bailaba con las uvas a través de sus manos, pies y boca. Cuidaba tanto de su cosecha hecha líquido que no quería que ninguna mujer con la regla pisara su bodega. En aquella época se decía que el vino se picaba en presencia de una mujer en menstruación. Nunca creí en ello, evité el drama callando. Recorrí aquella bodega y dancé entre barricas sin que mi tío se arruinara.

Eso de culpar a las mujeres viene de lejos. Durante la Pequeña Edad de Hielo que asoló a Europa en el siglo XVI fueron a la hoguera muchas mujeres. Se les acusaba de lo que no se comprendía: una bajada de temperatura de dos grados que produjo grandes calamidades, hambrunas y muertes. Pero la quema de "brujas" no resolvió el problema, las heladas continuaron durante un siglo más. Mientras, los europeos, en danza con sus circunstancias, encontraron nuevas formas de organizarse y vivir.

La científica estadounidense Donella Meadows, coautora en los años 70 del informe Los límites al crecimiento y experta en sistemas dinámicos complejos, dejó escrito acerca de ellos: "no podemos controlarlos, ni desentrañarlos por completo porque son impredecibles, pero ¡podemos bailar con ellos!".

La danza es una de las manifestaciones más hermosas de la naturaleza, bellísima es la danza de algunas aves durante el cortejo, e inteligente la danza de las abejas exploradoras. Ellas saben bailar para las otras, lo hacen con el fin de comunicar, con precisión, al resto del enjambre dónde han encontrado el alimento. No me acuerdo dónde leí que cada danza de las abejas ofrece una visión distinta del mañana.

El marido de la profesora Agnés Lasalle, asesinada por un alumno a principios de marzo en el País Vasco francés, no pudo prever su mañana. Su dolor ante el féretro de su amada se convirtió en baile. Al ritmo de la bella canción, LOVE, de Nat King Cole, danzó ajeno a los presentes: solo para ella y por ella. Solo con ella. Luego, los demás se unieron al baile para seguir conversando con la ausente.

"Conversar". La palabra conversar viene del latín y significa "vivir, dar vueltas, en compañía", pero en una conversación no giran las personas, danzan las ideas. Eso aclara su etimología. Cada conversación también ofrece una visión distinta del mañana.

Pero el mañana de hoy está lleno de incertidumbres, incertidumbres radicales, dicen los expertos. Es la consecuencia de habernos creído omniscientes.

Si el futuro no se puede predecir, si solo cabe anticiparlo en la imaginación y hacerlo existir con cariño, como dijo Donella Meadows, vivir danzando quizás sea la forma más hermosa de afrontarlo. ¿Danzamos?

P. D. En un texto póstumo de Meadows reza esta frase: "No seremos capaces de encontrar una relación adecuada y sustentable con la naturaleza, con los demás seres humanos o con las instituciones que creamos si tratamos hacerlo desde el papel de conquistadores omniscientes".

Comentarios

Piensa usted bien. Escribe bien, pero no está en el lugar correcto para actuar.
Para una empresa que voy a fabricar
Precioso y dramático, resistir, entonces, es mantener en vilo la prometedora danza de las palabras. Sostener su música como una prometedora razón vital.
Extraordinario artículo. Brillante

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