"Putos viejos". Ser viejo en Arrecife
Alguien ha decidido que todo debe acabar antes de que realmente termine, y me refiero a la vida de los viejos. Han establecido que se rompan los vínculos sociales y las relaciones familiares, y que el espacio en que hacemos nuestra vida deje de ser testigo de los paseos por nuestras calles, por el club social, por el bar de la esquina o por el puesto de loterías. No habrán de vernos más en el supermercado, en misa, ni en el estanco. Y todo eso antes de que muramos, porque morir de viejo en Arrecife es hacerlo antes de que toque -será de tristeza- y lejos de la ciudad.
Quienes creen que nunca serán viejos -pobres de ellos- han decidido que una residencia en el campo, en medio de ningún lugar, es el mejor destino para los viejos; que estar en el campo es una buena forma de acabar la vida; que romper con nuestra calle y con nuestros amigos, y olvidar nuestras rutinas, es una buena fórmula para ir acabando la existencia, así sea dedicados a la jardinería o a la nada más absoluta, mirando hacia la entrada con el anhelo de que una cara amiga nos venga a sacar de ahí, porque, seguro, que ese internamiento lejos de todo lo conocido ha sido un error. Que es poco castigo que dejes tu casa y que, no conformes con ello, hay que mandarte bien lejos.
Estar en una residencia distante, sin visitas, sin familia, que ya no tiene tiempo para estar con nosotros, es la solución para librar de viejos la ciudad.
A todas estas, Cáritas va a crear algunas plazas en Arrecife para viejos sin protección. Al menos, la entidad social otorgará una pequeña atención a algunos mayores, porque en nuestras administraciones no parece existir nadie con una respuesta a tal asunto. Algunas de ellas compran casas viejas que parecen valer más que las vidas viejas. Las adquieren sin fines concretos, porque parece un deber, pero ninguna compra un suelo en el centro de la capital para crear un hogar en el que dar una vida en comunidad a nuestros viejos, para que permanezcan en su medio, para que se sigan reconociendo en el que ha sido el espacio de su vida. Un solar que se pague con los beneficios de los centros turísticos o con los impuestos municipales, que para el solar de Ginory sí que hubo, pongo por caso.
Puede que los alcaldes y alcaldesas que aún viven, que han regido los destinos del municipio, o los presidentes y presidentas del Cabildo que han pasado por el cargo, no hayan pensado que algún día podrán ser viejos, si no lo son ya, y que una decisión, que no será suya, los destinaría a una residencia lejos de donde han vivido, porque cerca no hay, porque no fue de su interés cuando gobernaron. En ese momento, se percatarían de que la vida, efectivamente, habría acabado para todos ellos. Sin estímulos sociales ni culturales; sin las caras conocidas de siempre; sin tinte ni manicura o barbería, ni un buen corte de pelo, ni ropa para recibir o que lucir en un paseo por las calles de la ciudad, sin los aduladores mariposeando a su alrededor.
No sé si les vale esa cruda visión de sí mismos/as, que no les deseo, para tomar algunas decisiones -los que ahora pueden y deben- en el ámbito de la atención a nuestros mayores en el municipio con más población de la isla, o, por el contrario, se imaginan como reyes y reinas en sus castillos, lejos de una residencia situada donde Cristo perdió los clavos, un lejano aparcamiento de viejos y viejas donde otros esperan, apartados de eso que, más allá de los límites de cualquier "idílica" residencia en ninguna parte, llaman vida. Porque da igual lo bien dotadas que estén si son un exilio antes de la muerte. Putos, torpes, y desagradecidos representantes públicos, diría yo, en lenguaje burdo y soez.
Comentarios
1 Anónimo Lun, 27/02/2023 - 10:45
2 P.ico Lun, 27/02/2023 - 11:09
3 X Lun, 27/02/2023 - 13:05
4 Lagunero Mar, 28/02/2023 - 15:29
5 Marita Mar, 28/02/2023 - 17:13
6 Lector Mié, 01/03/2023 - 19:07
7 Akane Vie, 03/03/2023 - 12:03
8 De aquí Vie, 03/03/2023 - 13:20
9 Iune Sáb, 04/03/2023 - 09:39
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