Una fábrica de campeones en el Charco de San Ginés
El club Marlines de Lanzarote acumula cientos de medallas y ha organizado el “mejor mundial de la historia” de Kayak de mar, una modalidad deportiva que aspira a convertirse en olímpica
La crisis sanitaria no ha logrado detener el deporte. Al contrario, hay entidades, como el Club de Piragüismo Marlines de Lanzarote, con sede en pleno corazón del Charco de San Ginés, que ha vivido uno de los momentos más importantes de su trayectoria en plena pandemia: con esfuerzo, y también con grandes dosis de valentía, se lanzó a organizar el que ya ha sido considerado como el “mejor mundial de la historia” de Kayak de mar.
Los marlines nacieron en 2002, de la mano del hoy presidente de la Federación Canaria de Piragüismo, José María “Jou” García. El club continúa lanzándose al mar cada día: 19 años después ha logrado centenares de medallas en competiciones regionales y nacionales e, incluso, sus atletas han disputado campeonatos europeos y mundiales.
En realidad, el origen del exitoso club lanzaroteño es muy anterior: en 1987, Jou vio de “casualidad” una piragua en el Charco, cuando el entonces presidente de la Federación canaria, Octavio Carrasco, vino a la Isla a impartir un curso de iniciación. El fundador del Club Marlines ya tenía experiencia –“venía de un club que se llamaba Los Delfines, en Ceuta”- y en Lanzarote volvió a involucrarse en una práctica deportiva que, pese a las buenas condiciones de la Isla, siempre había sido minoritaria.
“Hubo una época en que lo dejé, pero en 1998 retomé el piragüismo”, recuerda Jou. “En aquel entonces éramos como una sección de la Casa del Miedo y ya en 2002 se funda el Club Marlines”, explica. Cuando “un grupo de amigos” se organiza para crear la entidad, nadie podía imaginar que menos de dos décadas después se alcanzarían logros a escala internacional. “Siento que estoy dejando un legado para todos los que están en el club, que estoy seguro de que van a potenciar aún más el nivel del piragüismo en Lanzarote”, recalca con “orgullo”.
Organizar un mundial no se consigue de la noche a la mañana. El camino hasta lograrlo comenzó en 2017, cuando Marlines organizó la primera prueba internacional de surfski en Lanzarote. Al año siguiente, Jou logró el apoyo de la Federación española y del Consejo Superior de Deportes, además de instituciones locales, para optar al Mundial: “Fue difícil conseguirlo porque había mucha competencia”. La candidatura de Lanzarote se enfrentaba a las de Sudáfrica, Austria o Tahití.
El reciente Mundial de Kayak de mar, que todavía está fresco en las retinas, fue un reto “difícil”, con unos 240 deportistas de todo el mundo. Desde el punto de vista logístico, todo un “quebradero de cabeza”, aunque el esfuerzo mereció la pena y los organizadores se colgaron su particular medalla cuando José Perurena, presidente de la Federación Internacional de Piragüismo, dijo aquello de que el de Lanzarote había sido “el mejor mundial que se ha celebrado”.
Hasta ahora, la proyección deportiva internacional de la Isla se limitaba al Ironman. “Es una prueba muy importante, pero también hay que mirar a otros deportes”, subraya José María, hijo de Jou y actual presidente del club.
Talento insular
Conseguir que Lanzarote sea sede de un mundial se debe, en gran medida, al impulso del talento local, el espejo en el que se miran los jóvenes que se empiezan a lanzar al agua con una piragua y sueñan con participar en una competición internacional con el escudo de los marlines en el traje. En el reciente mundial celebrado en la Isla hubo representación lanzaroteña: de manera directa o indirecta, siete jóvenes nacidos o afincados en Lanzarote representaron a España y compitieron con los mejores deportistas del planeta.
Es el caso de Inés Hernández Carabias. Empezó hace tan solo tres veranos, motivada por sus primos. Esta estudiante de Enfermería, de 20 años, ha participado ya en dos campeonatos de España, en los que ha logrado un bronce y una plata en categoría sub-23. “Estaba bastante nerviosa, porque el Mundial era mi primera competición internacional”, reconoce. Lo cierto es que ella misma se sorprendió al ver su tiempo en la línea de meta: finalizó octava en su categoría, toda una recompensa a meses de entrenamiento.
Otro joven que tomó la salida en el Mundial “de casa” fue Diego Rodríguez Santamariña. El joven, de 26 años y nacido en Galicia, lleva la mitad de su vida vinculado al club. Abandonó el balón de fútbol y lo cambió por la piragua. No le ha ido mal: ha triunfado en Canarias y se ha subido a todos los escalafones del podio, aunque aún le falta saborear algún metal en una competición nacional. En cuanto al Mundial, podría haberle “ido mejor”, reconoce, pero resalta que “la experiencia fue brutal”. “La regata fue genial, con unas condiciones espectaculares, y es toda una experiencia competir contra los mejores del mundo y saber que estás en la élite”, apunta.
El más joven de la camada es Airam Pacheco. Tiene solo 16 años y hace apenas dos que se subió a la piragua. Empezó animado por sus padres y poco a poco le fue cogiendo el gusto. De hecho, en tan poco tiempo ha logrado subirse a diversos podios, tanto en campeonatos regionales como nacionales. Airam asegura que está “contento con haber participado”. Su experiencia fue positiva: “Las condiciones del agua, con muchas olas y viento, favorecían a los que estamos experimentados en el mar”.
Caraballo fue el ‘marlin’ con mejor resultado en el Mundial: el puesto 33 de la general
Gabriel Caraballo fue el marlin que mejor resultado obtuvo en el Mundial. Con solo 20 años es ya uno de los más experimentados del club. Se inscribió un día, cuando vio, desde la terraza de su casa en el Charco, a gente subida a la piragua. Le llamó la atención y desde aquel entonces ya ha participado en varias competiciones internacionales. Su victoria en el Campeonato de España de 2017 le otorgó la plaza para participar en el Campeonato del Mundo en Hong Kong. Dedicó “horas y horas de entrenamiento” y, aunque no logró un buen resultado, “la experiencia fue muy buena”. Ese bagaje le sirvió al joven para finalizar en el puesto 33 de la clasificación general del Mundial de Lanzarote y el octavo en su categoría. Un puesto de honor que suma a diversos títulos en competiciones autonómicas y nacionales o al cuarto lugar en el Campeonato de Europa.
Esta hornada de jóvenes deportistas figura ya como presente y futuro del piragüismo y el Club Marlines se sitúa como referencia de una modalidad que tiene entre ceja y ceja hacer acto de presencia en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 2028. Quién sabe si un futuro medallista olímpico entrena ya en el Charco de San Ginés.
Entrenamiento, clave del éxito
Como en todo deporte, la preparación previa a la competición es vital. En el Club Marlines, hay dos nombres propios en este ámbito: Ignacio Soler y Matías di Candia, encargados de la puesta a punto de los atletas. Matías llegó procedente de Uruguay con su familia cuando tenía 13 años. Creció en la zona del Charco y las piraguas lo engancharon.
Con 27 años, trabaja para el club como monitor. Antes, pasó por todas las categorías desde cadete. De sus experiencias destaca su participación en Portimao (Portugal), en una competición de surfski, en la que finalizó en segunda posición. “Enseñamos a niños y hay que tratar que, de forma lúdica, vayan cogiendo los conceptos del deporte, soltura y confianza en la piragua”, explica.
La preparación de los piragüistas recae también en las manos de Ignacio Soler, un palista de Gran Canaria vinculado al club desde hace años, cuando compaginaba sus estudios en Inglaterra con los entrenamientos a distancia. Desde hace un año reside en la Isla y no solo entrena: ha competido en tres mundiales y ha logrado tres campeonatos de España, en individual y en pareja.
El club Marlines fundado por Jou está ahora en manos de su hijo, que cogió las riendas en 2012 y, desde entonces, ha ido asumiendo nuevos retos. Empezó en el piragüismo con tan solo siete años, la edad mínima con la que se permite subir a una piragua. Ya con 12 impartía cursos de iniciación y, a partir de ahí, comenzó su vinculación con el club que ahora preside. “Poco a poco te vas metiendo y asumiendo más responsabilidades”, señala.
José María ha tratado de aumentar la visibilidad del piragüismo, lo que, unido a “la labor del día a día” y el “buen hacer” de la entidad, ha desembocado en que más jóvenes se hayan acercado a este deporte y “los grupos sean más grandes”.
El último año y medio marcado por la pandemia ha variado las costumbres deportivas de buena parte de la ciudadanía, pero en el caso del club Marlines se ha notado un aumento del interés. “Es un deporte muy sano, al aire libre, en el agua… No se le pueden pedir más ventajas”, destaca José María, quien reconoce que la capacidad del club para formar a nuevos piragüistas también tiene “límites”.
Comentarios
1 Anónimo Dom, 08/08/2021 - 01:15
Añadir nuevo comentario