PERFIL

Sir Ernest Hall, pianista, millonario y promotor cultural

Descubrió Lanzarote hace tres décadas y creó, en Mácher, Camel House, una pequeña sala de conciertos donde programa música clásica

Fotos: Adriel Perdomo.
Saúl García 3 COMENTARIOS 26/12/2019 - 06:58

-¿Cómo está usted?

-Mejor que nunca-, contesta al teléfono Ernest Hall (Bolton, 1930). Está esperando en su casa de Mácher, Casa Suárez, y poco después aparece a la vista sentado, semi escondido tras la puerta. La entrevista es a las doce del mediodía porque antes tiene su “rutina”. La conversación transcurre en español, un idioma que aprendió cuando llegó a Lanzarote, hace ya 27 años, tomando dos decisiones: la primera, que en el equipo de personas que trabajara para él no hubiera ingleses, y la segunda, comprar en Arrecife los libros de El Barco de Vapor: “Las ideas son sencillas pero el vocabulario es fantástico”.

Hace tiempo que Ernest Hall se convirtió en sir Ernest Hall, pero no siempre fue así. Es Oficial de la Orden del Imperio Británico y fue nombrado Caballero años después. Ahora recibe, cada Navidad, la felicitación del Príncipe Carlos y Camilla, pero aunque nació en ese país no nació en ese mundo. Nació, dice, en la “pobreza absoluta”, a la sombra de una empresa de algodón. Su padre no tenía trabajo. “Estábamos tan abajo que sólo podíamos subir”, dice, y destaca que a pesar de esa situación, de sus padres nunca escuchó “pesimismo” en su casa. “No sé por qué, yo tenía el sentido de que la vida es algo fantástico, una gran oportunidad”, asegura.

El principio del cambio llegó en la visita a la casa de un familiar que tenía un piano. Dice que aprendió a leer música en un solo día, y antes de salir de aquella casa ya tocó su primera pieza: Blue Bells of Scotland. Tenía ocho años. Después de eso tuvo mucha suerte. Estudió música y comenzó una carrera como pianista, pero pensó, o más bien fue el instinto, que debía hacer algo más. “Tenía algo aquí -se señala el corazón-  que me decía que yo era pobre y quería hacer algo más que ganar dinero como pianista, que no se gana mucho”.

Así que se hizo un hombre de negocios y ganó mucho dinero en el sector textil, con el sueño en su cabeza, la utopía, de hacer algo por las artes. En el año 1983 vendió su empresa y compró una antigua fábrica de alfombras en Halifax, Dean Clough, que convirtió en un gigantesco centro cultural de un millón de metros cuadrados con siete galerías de arte, un teatro y la sede de varias empresas culturales. Dice que igual que César Manrique hablaba siempre sobre Lanzarote y la utopía, para él Dean Clough es una utopía realizada. “Es un sueño para mí”. Pero con 66 años decidió jubilarse y dejar todo en manos de sus hijos.

Lanzarote y Camel House

“La vida es un milagro, te da la posibilidad de descubrir cosas escondidas; en tres meses cumplo 90 años y estoy viviendo como si fuera a vivir para siempre”

Nunca había escuchado nada sobre Lanzarote pero el médico recomendó a su hijo pequeño que debía pasar temporadas en un lugar soleado, y la Isla apareció en el mapa. Compró dos casas en Güime, una para vivir y otra para alquilar y empezó a pasar allí un tiempo. También tiene un castillo en Francia y pensó que podía pasar los veranos allí y los inviernos en Lanzarote, pero acabó decidiendo que sería mejor quedarse siempre en la Isla y viajar un par de veces al año a Gran Bretaña. “En solo cinco horas de vuelo, vengo del infierno al cielo”. Dice que está enamorado de esta isla: le gustan sus colores y hasta la ausencia de árboles.

Más tarde compró su casa en Mácher y más tarde aún la que hoy se llama Camel House, y que era eso mismo: un corral de camellos que ha convertido en una sala de conciertos. “No tenía ningún interés, era una casa muy fea, pero entré y no me lo podía creer”. Lo que vio fue una sala de conciertos, pero convirtió el resto de las estancias en dos casas, una de ellas que funciona como residencia de artistas.

Desde entonces, con algunos periodos en blanco, organiza conciertos de música clásica de grandes concertistas, gracias a sus contactos y también a la combinación de la residencia y la sala de conciertos con el sol de la Isla. El último concierto fue en septiembre, de Veronika Shoot, y había otro previsto este año que tuvo que cancelarse, de Marie Mclaughlin, pero por allí han pasado Asrsha Kaviani, Lilian Akopova o Murray McLachlan, entre otros.

Nuevos proyectos

Su primer libro fue todo un éxito en Gran Bretaña y ahora, a punto de cumplir 90 años, está escribiendo el segundo

Ernest también sigue tocando el piano. No todos los días. En la foto de este reportaje aparece tocando el primero de los 48 Preludios de tocata y fuga de Bach. Y también está escribiendo su segundo libro. El primero, una especie de autobiografía titulada Cómo ser un fracaso y tener éxito, se convirtió en lo que anuncia el final del título.

El que está escribiendo ahora no es autobiográfico. Escribe en un cuaderno, de noche y en la cama, pero no antes de acostarse, sino nada más despertarse. “Siempre es importante tener un proyecto, sin eso es el momento para morir”, dice. Está esperando, deseando, “un nuevo descubrimiento”. “La vida es un milagro, te da la posibilidad de descubrir cosas escondidas; en tres meses cumplo 90 años y estoy viviendo como si fuera a vivir para siempre”, dice con una sonrisa. Y apunta: “Mi madre vivió hasta los 107 años”.

Comentarios

Hace 30 años todavía Lanzarote podía atrapar el alma sensible de un hombre como este . Casi en ese tiempo las hordas de malandros y las masas de cabezas huecas aceleraron la masificación y la destrucción de la isla. Hoy cualquier persona educada huye despavorida de este infierno de tráfico , consumismo, fealdad, incultura.
Sir Ernest Hall es cierto que es un promotor cultural que organiza conciertos en su sala de Camel House pero para acudir a los conciertos hay que pagar una entrada y no es nada barata. Así que es promotor cultural con un enriquecimiento personal. Libre de hacer lo que quiera, y bienvenido sea, pero no es un salvavidas.
Al 2: Que cobre la entrada no significa que se este enriqueciendo, ya que traer a un músico a Lanzarote no es barato. Y aun si sacase un beneficio, como sabes que no lo usará para promocionar el arte de otras formas? Acaso no es mejor que la gente que pueda pagar por el arte page para así hacer posible que la gente que no se lo puede permitir también disfrute del arte? Además, estamos hablando del señor Hall, quien tiene un historial extenso de usar su dinero para promocionar el arte. Creo que esa desconfianza no está justificada.

Añadir nuevo comentario