Presentación del libro ‘Para un dios diurno’ de Alejandro Krawietz en la FCM
Este martes a las 20:00 horas, en la sede de la Fundación César Manrique (Taro de Tahíche), se presenta el libro titulado ‘Para un dios diurno’, de Alejandro Krawietz, una recopilación de su obra poética, a la que se añade un último poemario inédito. El libro se incluye en la colección Cámara Clara que dirige Miguel Martinón, de Ediciones Idea.
Alejandro Krawietz es Licenciado en Filología Hispánica por la Universidad de La Laguna. Poeta, crítico de arte y literatura, programador y gestor cultural. Fue profesor de literatura en la Universidad de la Bretaña Occidental, en Francia, entre 1997 y 2001. Ha desarrollado una continuada labor como conferenciante y crítico en los campos de la literatura, el arte y el cine.
Ha publicado los libros de poesía La mirada y las támaras, Memoria de la luz, En la orilla del aire y, recientemente Para un dios diurno. Además de colaborar con artistas, ha editado las antologías La otra joven poesía española (2004) y La realidad entera de Ángel Crespo (2005). Recientemente, en 2014, editó el catálogo de la exposición Syntaxis: una aventura creadora, de la que fue comisario (Tenerife Espacio de las Artes, TEA). Dirigió la primera época de la revista Piedra y Cielo y es coordinador de su segunda época digital.
Para un dios diurno reúne un amplísimo arco de escritura y compone una fase de trabajo que ha terminado ya. Incluye los libros La mirada y las támaras, Memoria de la luz (Premio de Poesía Pedro García Cabrera), En la orilla del aire (Premio Emeterio Gutiérrez Albelo), seguido de una suite llamada Ascensión, y el poemario inédito Para un dios diurno, que da título al conjunto. Por último, se añaden, como apéndice, cuatro poéticas escritas a lo largo de este período; y un texto que trenza el relato y el poema llamado "Casa del aire", publicado junto a fotografías de Augusto Alves da Silva por Actar dentro de la colección Revistar Canarias.
Según el autor, “los libros que se incluyen se articulan alrededor de fuerzas lingüísticas y simbólicas encontradas y aun contendientes. De un lado aparece el ciclo de la celebración del mundo y su hermosura. De otro, el desconsuelo por la incapacidad del hombre para comprender y para decir”. A su juicio, “el dios diurno es el emblema del conocimiento y la belleza que la palabra, a veces, es capaz de revelar por sí misma. El dios oscuro es la encarnación de una mueca burlona que el cosmos brinda al ser humano en la noche de la contemplación”.
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