Sigue sin haber apenas viviendas de alquiler. Sigue subiendo el precio de las pocas que hay y siguen, por tanto, los problemas de muchas familias para encontrar una casa donde vivir. La dificultad para encontrar casa afecta, de manera especial, a los colectivos más vulnerables, pero no sólo a ellos. En Lanzarote, sobre todo en Arrecife, la dificultad para encontrar vivienda y la lucha por encontrarla tienen nombre de mujer: Ángeles, Yolanda y Lorena son tres de esas mujeres que están sufriendo este problema, tres casos diferentes de los cientos que hay y que no salen a la luz.

Ángeles está ahora en paro pero ha tenido innumerables oficios, como camarera de piso, cajera de supermercado, auxiliar administrativa y hasta peón de albañil. Está separada y tiene dos hijos menores a su cargo. Cobra 423 euros y una pensión alimenticia de su ex marido. Podría pagar una casa pero no la encuentra. Desde hace dos meses ha ocupado una casa en Altavista que pertenece a la Sareb, el conocido como banco malo, y quiere que se sepa, por dos razones: “porque hay que visibilizar este problema” y porque quiere dejar claro que la mayoría de las personas que ocupa lo hace por necesidad y vive con muchas incomodidades. Cuando entró a la vivienda no tenía ni luz, ni agua ni muebles.

Hasta hace un año pagaba 330 euros por una casa en ese mismo barrio. En noviembre no le renovaron el contrato y tiene que abandonar la casa. “Lo poco que he visto es una casa en Argana Alta de un dormitorio por 650 euros”, dice. Ha buscado por todos los sitios: anuncios, amigos, por Facebook y hasta preguntando a desconocidos... “Muchos dueños no quieren alquilar por miedo a que les destrocen la casa”, asegura. “Fui a Servicios Sociales y lo único que dan es una ayuda al alquiler y yo no necesito una ayuda, necesito un alquiler”.

Cuando sabía que tenía que marcharse, indagó y supo de una casa vacía de un banco. “Puse la dirección en Internet y vi que la vendía la Sareb”. Para meterse en ella tuvo que pagar a una persona para que la abriera, “pero le tuve que demostrar que la casa era de un banco, no de un particular”. Dice que se han creado mafias alrededor de este problema: “Hay gente que por 500 euros te hace todas las gestiones y te abre la casa”, igual que hay gente que se dedica a ocupar las casas y a alquilarlas después de forma fraudulenta.

Tres casos de tres mujeres que no encuentran casa para alquilar evidencian de nuevo la gravedad de la situación de la vivienda en Lanzarote

Ella se metió en la casa con una maleta y un saco de dormir, y poco a poco, y con la solidaridad de gente desconocida, de un grupo de Facebook que regala cosas, fue consiguiendo colchones, una neverita... Ahora ha enganchado la luz, pero no tiene cocina (tiene un camping gas) ni agua corriente. Funciona a base de garrafas pero cree que puede solucionarlo con cubas. Comodidades, ninguna. Antes de tener luz iba por la casa con una linterna de esas que se fijan en la cabeza. “El día que me pusieron la luz, estaba como si fuera un viajero en el tiempo y no la hubiera visto nunca”, dice.

Asegura que conoce a mucha gente con el mismo problema, y que las que “tiran del carro son las mujeres”, que suelen ser las que tienen hijos a su cargo. “Si yo estuviera sola, me metería en una habitación”, asegura, pero con sus hijos… “No estoy haciendo nada malo, estoy luchando por mis hijos y me da igual lo que diga la gente, yo prefiero estar de alquiler o que el banco me ofrezca un alquiler social y creo que hay que dar la cara para visibilizar esto”, concluye.

Yolanda también pasa por dificultades para encontrar casa, junto a su pareja y tres hijos menores. La pequeña pasó un cáncer con dos años y medio y tiene secuelas. Le falta un riñón y necesita un hogar, no una casa. Después de cuatro años en la misma vivienda, en Altavista, le ha llegado un burofax con la orden de abandonarla. Paga 320 euros y puede pagar más porque trabajan los dos, pero no encuentra casa a pesar de que tiene a mucha gente preocupada buscando para ella, como las asociaciones Afol y Pequeño Valiente y los trabajadores sociales, “pero no hay manera”, dice. Busca vivienda donde sea, “en el campo o en cualquier sitio”. “Es impresionante que no haya ni una casa y como yo hay miles de familias porque me lo dicen las de Menores, que igual que yo hay muchísimas familias”. “A mí me daría igual quedarme en la calle, pero mis hijos no”.

Ángeles cree que “hay que visibilizar este problema” y quiere dejar claro que la mayoría de las personas que ocupa una vivienda lo hace por necesidad

Asegura que no quiere ocupar una casa pero que si no le queda más remedio lo hará. El tercer caso es el de Lorena. Tanto ella como su pareja trabajan, son cocineros y pueden pagar un alquiler. Trabaja desde los 17 años y tiene una nómina de 1.546 euros, pero no le ha servido de nada. Ha buscado durante ocho meses, sin éxito. Los herederos de la casa donde vivía la quieren vender y desde hace dos meses ocupa una casa en Titerroy, en su mismo barrio, que sabía que estaba vacía, porque llevaba años viendo que no había nadie.

No es la primera en ocupar esa casa, pero antes los vecinos llamaron a la Policía. Con ella, como la conocen, no lo han hecho. La búsqueda fue frustrante: “Como hay tan pocas, los caseros ponen 500 euros pero hay tanta demanda que al final se convierte en una subasta, y se selecciona a los inquilinos”, asegura. Dice que la ocupación fue fácil porque es del barrio, que la vecina les da la luz y el agua “y nosotros pagamos toda la factura”. La casa está en buenas condiciones, es de una persona de fuera que vino con su marido; él murió y ella se fue. “Yo estoy muy enfadada porque puedo pagar y no quiero entrar a una vivienda que no es mía. Tengo 37 años y siempre he trabajado y he pagado un alquiler. Mi gran problema es que en hostelería no te hacen fija y los propietarios piden que tengas un contrato fijo y prefieren antes a funcionarios...”, asegura.

Ni siquiera ha visto muchas casas. “No me han dado opción -continúa- porque tengo dos perros, a un propietario le ofrecí la opción de un seguro de alquiler por 300 euros al año por posibles desperfectos e impagos, y aún con eso y contactando con él mi casera para dar referencias mías, nada; ni por activa ni por pasiva, nada de nada”.