Loueila Mint: "Los del odio son muchos menos que los que trabajan por un país de acogida"
La abogada canaria, que reside en Lanzarote, acaba de recibir dos relevantes premios por su compromiso con los derechos de la mujer, los migrantes y cualquier tipo de minoría
La abogada canaria Loueila Mint El Mamy, que reside en la actualidad en Lanzarote, acaba de recibir dos relevantes premios por su firme compromiso con los derechos de la mujer, los migrantes y cualquier tipo de minoría, reconocimientos que ella cree servirán para hacer visibles las condiciones de quienes sufren las políticas migratorias y a toda esa "gente maravillosa" que se vuelca en su ayuda.
"El número de los que pierden el tiempo en las redes lanzando odio es ínfimo en comparación a los que trabajan a favor del país de acogida. Hay gente maravillosa que recibe en sus casas a personas migrantes, entidades que donan comida y mandan recursos... El problema es que 'los malos' hacen mucho ruido", defiende en una entrevista con Efe.
Distinguida por Ministerio de Igualdad y también por los Premios Internacionales Peironcely, 10, la letrada pasó su infancia en el campo de refugiados de Tinduf y estudió Derecho en Canarias alentada por su abuela, enfermera del Gobierno español en el Sáhara y convencida de la igualdad y la independencia de las mujeres.
-Es abogada a la vez que militante. No puede separar una cosa de la otra.
-Hago lo que hago porque viví de cerca la injusticia y me di cuenta de que la abogacía es una herramienta de lucha. Pasé mi infancia bajo la ocupación de Marruecos, vi detenciones arbitrarias y cómo se infringían los derechos humanos. Lo que hago no ha sido decisión mía, sino una obligación. No podemos mirar hacia otro lado, las personas que vivimos bien y somos libres tenemos la responsabilidad de que los demás puedan disfrutar de lo mismo que nosotros.
-¿Cómo ha recibido el premio de Igualdad?
-Pienso que no es una casualidad. Me lo ha dado el Ministerio de Igualdad, un Ministerio transgresor y, por lo tanto, en pro de los derechos de las mujeres que son las que más sufren las desigualdades. Supone un reconocimiento y también una posibilidad de hacer visible el trabajo de una comunidad y de unas personas que sobreviven a unas políticas migratorias, ya sea en avión o en una patera. Es un incentivo que me da fuerzas para seguir adelante. Lo considero un premio por la igualdad de las mujeres y que incluso va más allá. Me lo dieron el 25 de noviembre que es el día de la lucha contra la violencia machista y eso me parece muy significativo.
-Por lo que se ve, tiene una idea bastante diferente de lo que significa ser abogada a la común en su profesión.
-Yo podría haberme dedicado a otra materia, por ejemplo, a lo civil o mercantil, que es con lo que ganas dinero y tienes menos dolores de cabeza, pero asumo mi compromiso y cada día valoro el privilegio de haber conseguido lo que tengo. Mi deseo es que lo antes posible no haga falta este trabajo, porque eso significaría que no es necesario ayudar a personas que sufren discriminación.
-¿Qué percepción cree que tiene la gente sobre migración?
-Cuando piensan en migración lo que se les viene a la cabeza es 'el irregular', creen que los migrantes llegan todos en embarcaciones, pero la realidad es que la gran mayoría lo hace en avión. Lo estudios apuntan que la visión es más positiva que negativa, aunque la negativa es la que hace más ruido. El número de los que pierden el tiempo en las redes lanzando odio es ínfimo en comparación a los que trabajan a favor del país de acogida. Hay gente maravillosa que recibe en sus casas a personas migrantes, entidades que donan comida y mandan recursos... El problema es que 'los malos' hacen mucho ruido y 'los buenos' no tienen tiempo que perder.
-¿Cómo cree que se puede conseguir que la sociedad española vea cada vez más la inmigración como una oportunidad, no como una amenaza?
-Quienes acogen a migrantes en sus casas están sorprendidos de lo buenas personas y trabajadores que son y se dan cuenta de que quieren aportar su granito de arena a la sociedad y servir de lazos entre sus países y España. Si empezáramos a ponerle rostro a las personas que llegan, no se verían como una amenaza sino como una oportunidad, que comprendan que somos como una macedonia en la que cada uno es una fruta distinta y que es posible convivir con distintos colores. Eso es lo que espero.
-¿Iremos en el futuro hacia una política de brazos abiertos o será cada vez más restrictiva?
-La UE no escucha a su población y por eso las políticas son cada vez más restrictivas. Las minorías y especialmente la extrema derecha difunden un mensaje de odio. En un viaje de apenas 40 minutos en avión entre islas leí el programa de Vox sobre inmigración y pude desmontarlo. Son totalmente ajenos a la realidad. La migración es una consecuencia de la neocolonización y, por ello, debemos acoger a los refugiados garantizando sus derechos, entender lo que ocurre para que una persona se tenga que subir a una patera o golpear las vallas. Aunque se haga por motivos egoístas, porque cubren trabajos que nadie quiere, porque ayudan a sostener el sistema de pensiones públicas o por crear una interculturalidad. No es lógico que los que tenemos pasaporte podamos movernos libremente por todo el mundo y otros, no.
-¿En estos años cuáles son los problemas más recurrentes y los casos que más le han llamado la atención?
-Recuerdo a las personas que son devueltas a su país, a los que identifican los cuerpos de fallecidos, las caras de los que creen que sus familiares van a aparecer, pero no ocurre así. He atendido a muchísimas personas y me siento orgullosa de conseguir que quienes tienen una discapacidad o enfermedades hayan podido entrar en el sistema sanitario y conseguir una autorización de residencia, y que hoy en día sean capaces de comer, disfrutar de la vida y ayudar a su familia. Siempre habrá gente ruin y mala, pero no representan a los que quieren vivir con dignidad. Entre los casos que más recuerdo están las abuelas cuyos nietos pagaron 4.000 euros para llegar a Europa, que lloran por teléfono y no saben dónde están porque se quedaron por el camino. O una persona que estuvo dos semanas atrapada en un aeropuerto, o una familia que vino de Francia para identificar el cuerpo de una mujer de Costa de Marfil. Nunca me olvidaré de sus ojos y de su cara. Ojalá que no haya necesidad de tener que atender a mujeres que son explotadas sexualmente porque no han conseguido trabajar de una forma legal. Pero, mientras eso llega, me temo que nos toca seguir haciendo nuestro trabajo.
Comentarios
1 Anónimo Jue, 07/12/2023 - 12:24
2 Mariano Jue, 07/12/2023 - 12:34
3 Yo mismo Jue, 07/12/2023 - 15:43
4 Toletes Vie, 08/12/2023 - 09:28
5 Yoli Sáb, 09/12/2023 - 09:34
6 Yoli Sáb, 09/12/2023 - 09:35
7 Anónimo Sáb, 09/12/2023 - 13:51
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