Nicolás Castellano, autor de ‘Me llamo Adou’

"Las leyes de extranjería han creado a las mafias, que hacen viable lo que tendría que ser un derecho"

Foto: Adriel Perdomo.
Saúl García 10 COMENTARIOS 12/05/2017 - 11:55

"Me llamo Adou (Editorial Planeta) es un ejemplo de cómo escribir un trabajo de periodismo de investigación, con una historia que tiene todos los intereses para que nos interese". El catedrático de Filosofía del Derecho, Javier de Lucas, presentó de esta forma el último libro del periodista de la Cadena SER, Nicolás Castellano, prologado por Luis García Montero, que narra la historia de Adou, el niño al que metieron en una maleta para pasar la frontera de Ceuta.

De Lucas abrió su intervención este jueves, en la Fundación César Manrique, señalando que "hay muchas vidas en este libro". "Buena parte de las historias de inmigración nos revelan a personas que viven varias vidas en una, que se esfuerzan cuatro o cinco veces más que nosotros". En Me llamo Adou "hay una historia de amor y sufrimiento -aseguró-, dos ingredientes básicos para una historia", y también un tercero, el de la lucha, que coincide con el lema del Instituto de Derechos Humanos: "Todo derecho en el mundo tuvo que ser adquirido mediante la lucha".

Para De Lucas, el libro es un ejemplo de cómo millones de personas tienen que luchar "tres vidas" para obtener sus derechos: "Leyéndolo se entiende bien qué significa para un ser humano tratar de alcanzar lo que nosotros hemos alcanzado cómodamente". Pero el libro también es un alegato ("no una proclama") "que nos muestra cuánto de barbarie hay en el sistema que hemos construido, porque las políticas de extranjería son herramientas de barbarie", aseguró.

La foto de la maleta se convierte en un símbolo, el del fracaso de Europa: "Uno de los motores de la idea de Europa es la diversidad y lo estamos traicionando, estamos en un viaje de regreso hacia leyes que no nos hacen iguales e incluso hemos sido capaces de violar los derechos de los más vulnerables, de los niños, porque los tratamos como inmigrantes ilegales antes que como niños", aseguró.

El autor del libro recordó que en 2006 participó en una mesa redonda en la FCM para hablar del fenómeno migratorio, "para intentar explicar por qué la gente venía". "Han pasado once años y la situación es aún peor", dijo. En aquellos años llegaron 34.000 personas a Canarias, una cifra que se supera hoy en las islas griegas en tan sólo unos días, con personas que llegan en barcos fabricados en China "que evidencian que hay un negocio detrás".

"Si hay redes a las que acude la gente para entrar en Europa -señaló Castellano- es porque las leyes de extranjería han creado a las mafias, porque estas organizaciones hacen viable lo que tenía que ser un derecho". Castellano recordó el momento en que vio la foto de Adou, distribuida por la Guardia Civil, dentro de la maleta. "Uno se piensa que ya lo ha visto casi todo". En esa foto también vio el fracaso de las políticas de inmigración.

Nicolás Castellano afirmó que el libro nace como una rebeldía frente al relato predominante "porque nos hemos acostumbrado a justificar esta guerra contra los inmigrantes"

El padre de Adou, Alí, llevaba doce años viviendo en España, tenía una casa en Puerto del Rosario (Fuerteventura) y un trabajo, pero tuvo que acudir a una mafia para poder reagrupar a su familia porque no alcanzaba el criterio económico que se solicita. Le faltaban 52 euros mensuales en su nómina para poder reagrupar legalmente a su hijo. Para Castellano, el reglamento de la Ley de extranjería "es víctima del racismo institucional". Aseguró que el redactor de esa ley mantiene que, al negarle el reagrupamiento, se interpretó mal el texto, porque el criterio económico debe ser minorado en beneficio del menor. "El funcionario que lo denegó no es un desalmado, sino que bebe de ese discurso institucional", destacó.

Nicolás Castellano afirmó que el libro nace como una rebeldía frente al relato predominante "porque nos hemos acostumbrado a justificar esta guerra contra los inmigrantes", y ya se han documentado 50.000 muertes en el Mediterráneo, en el Atlántico o en el desierto. Se preguntó cuánto cuestan las medidas de seguridad, los controles de fronteras, para evitar que entren los inmigrantes y abogó por huir de la cosificación de los inmigrantes "porque no son seres sin personalidad".

En el prólogo del libro, Luis García Montero habla la piedad líquida, que nos lleva a solidarizarnos con Adou, o con Aylan, el niño que murió en la costa de Turquía, y a olvidarnos después rápidamente. "¿Qué sistema de producción del relato estamos construyendo para que ocurra esto?", cuestionó el periodista, que hizo una invitación a la rebelión contra el discurso oficial y la inmediatez.

Acabó actualizando la situación en la que se encuentran Adou y su familia, en un momento en que la reagrupación familiar está retrocediendo en España, donde el año pasado se aceptaron menos de mil solicitudes, y en Europa, y se preguntó cómo se puede ejercitar la integración "si los separamos de sus familias". Adou vive hoy en París con su madre, mientras que Alí, su padre, sigue en España sin pasaporte, acusado de traficar con personas y con una petición de pena de tres años de cárcel. "La paradoja, después de esta lucha por unir a su familia, es que siguen separados".

Comentarios

Los países tienen derecho a unas fronteras seguras y a decidir cuánta gente quieren o pueden acoger. Nicolás Castellano está instalado en el buenismo que nos lleva de cabeza al crecimiento de la extrema derecha y a la destrucción del espacio europeo. Menos buenismo y más propuestas concretas y realistas de solidaridad.
¿Un derecho entrar en los países por el morro? Venga hombre, no nos cuente milongas. Claro que es cierto que las mafias intentan sacar beneficio del control de fronteras. Y de la ley seca, Y de la financiación de los partidos. Y de la trata de blancas. Y del narcotráfico. Y del asesinato por encargo. Y del control de los poderes del Estado. Pero es una burrada absoluta señalar que las Leyes de Extranjería son las que las crean. ¿Propone usted un régimen de fronteras abiertas? Una cosa es la asistencia humanitaria y otra buscarse la ruina. Y otra, la literatura. El libro puede ser estupendo - aún no lo he leído - pero no se marque historias tendenciosas basadas en análisis simplistas, pueriles e irresponsables.
En absoluto. Se trata de derechos, de protección a los seres humanos, a la infancia y a las familias, eso con lo que algunos se llenan la boca... ¿o la constitución dice en su art 39 familias blancas? Y en su art 15 dignidad blanca... y el el art 10 derecho a la vida blanca?
Suscribo lo anterior,mejor imposible.
Que hubiera pasado si en América hubiéramos pensado como todos estos críticos de sofá que comentan aquí...seguro se quedan miles de españoles e italianos varados en el mar...habría que agregar que las leyes son papel mojado con agua y sangre del Mediterráneo...puertas abiertas dice....entonces más muros, vallas con cuchillas, pelotas de goma...que poca visión...mucho tinto de verano oigan...
Aclaro que estoy con los dos primeros comentarios.
Aquí la juez y su amiga haciendo demagogia barata. Yo abriría las fronteras de par en par. Barra libre. A ver lo que pasa y lo que tardan los demagogos en echar la culpa al heteropatriarcado, por ejemplo.
Acabo de leer las tres lineas mas demagogas de mi vida.
De acuerdo con los comentarios 1 y 2. Gracias. A ver si me lo publican esta vez.
Que fuerte me parece todo ésto: lo que se denuncia con este libro y algunos comentarios expresados aquí. Cuanta ignorancia y que poca solidaridad. Señalar las leyes de extranjería en Europa como parte del problema no significa que se tengan que abrir las fronteras de par en par y sin control. Hay términos medios. Pero no me negarán, porque es innegable, que por un mínimo de solidaridad, o de humanidad, deberíamos de dejar de mirar para otro lado y por lo menos, dejar de favorecer el negocio inmoral que se está generando con toda esta desgracia humana de personas que como tú y como yo, lo único que quieren es lo mejor para sus vidas y sus seres queridos, sobrevivir simplemente, o es que tú, en su situación, ¿no harías lo posible por ponerte a salvo junto con tu familia? Pensar que la solución es el cierre de las fronteras a cal y canto, por miedo a un terrorismo (que paradójicamente estamos alimentando) o por simple xenofobia o islamofobia, es de lo más vergonzoso que he visto en esta Europa desde el genocidio nazi. No garantizar derechos humanos de los más vulnerables, de exiliados políticos, de los niños… es inaceptable. Como históricamente ha ocurrido, África sólo nos sigue interesando para seguir saqueando sus riquezas… es repugnante!!!

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