REPORTAJE

Lanzarote, de profundis: El fondo marino atesora un patrimonio arqueológico muy valioso

Fotos: Rafael Mesa (www.blueworldfotos.com)
M.J. Tabar 0 COMENTARIOS 05/10/2014 - 09:42

Al abrigo de la Bahía de Arrecife y en los fondos de El Río, espera un fragmento de la historia de Lanzarote, recubierto de incrustaciones calcáreas. Una parte de este patrimonio arqueológico subacuático (vasijas, tinajas, botijas de vino usadas en el comercio ultramarino, bacinillas, platos, pipas de fumar, anclas y ánforas de filiación romana) está depositado en naves, a la espera de su catalogación y divulgación pública.

El último inventario arqueológico submarino realizado por el área de Patrimonio del Cabildo describe varias piezas de cerámica, encontradas entre los años 1980 y 2000 por buceadores y pescadores. La mayoría de los hallazgos fueron fabricados entre los siglos XVI y XVIII, y se encontraron en Los Ancones, Caleta del Sebo, Playa Blanca, el Islote de Fermina, La Hondura (Mala) y en dos enclaves especialmente ricos en restos: El Río y la Bahía de Arrecife.

En el estrecho brazo de mar que separa Lanzarote de La Graciosa, donde los barcos limpiaban su carenado, se han hallado algunos de los vestigios más antiguos. En 1964 se sacaron de las profundidades varias ánforas que el investigador Elías Serra Ráfols situó en el siglo III y IV de nuestra era, fabricadas en las islas Cícladas y en la antigua Bética. Dos de ellas se exhiben el Museo Canario y en el Museo Sánchez Araña, en Gran Canaria. Una tercera permaneció un tiempo en una colección particular en Caleta del Sebo y posteriormente “desapareció” del Cabildo. Una cuarta fue “adquirida y exportada ilegalmente por un turista extranjero” y solo una permanece en el patrimonio arqueológico insular.

En 1964 se hallaron ánforas fabricadas en las islas Cícladas y en la antigua Bética

El veril de las anclas es una de las inmersiones más conocidas de la reserva marina del Archipiélago Chinijo. A veinte metros de profundidad, un ancla clavada en el fondo de arena preside este paisaje surrealista. El arpón de hierro debió de ser arrojado por la borda en algún impreciso momento de hace cinco siglos. A su alrededor nadan algunos pejeperros, verrugatos y sargos reales, acostumbrados a su presencia monumental.

En 2013, el Cabildo firmó un convenio de colaboración con el club Pastinaca y el centro de buceo Archipiélago Chinijo para velar por el patrimonio sumergido. La formación de los buceadores es fundamental para que los restos no corran ningún peligro. Muchos están localizados, pero su extracción debe seguir un estricto protocolo que exige su inmediata conservación en agua salinizada: “Llevan siglos bajo el mar y son muy sensibles al aire”, explica el buceador Rafael Mesa, presidente del Club Pastinaca.

La formación de los buceadores es fundamental para que los restos no corran peligro

Hace año y medio, a 23 metros de profundidad, encontró una pipa de fumar del siglo XVIII, con cazoleta de barro decorada con escamas y caña de madera. “La Marina es riquísima, está salpicada de restos”, añade. Las ánforas de iluminación que se usaban para alumbrar los galeones también son muy habituales en las profundidades. Durante las obras de la nueva Marina Lanzarote, se realizó una prospección arqueológica en Puerto Naos que sacó a la luz moldes de azúcar del tamaño de un cono de tráfico. Estas rapaduras probablemente provendrían de Gran Canaria y Tenerife, donde se cultivaba la caña de azúcar para procesarla en trapiches.

En 2004, el Cabildo de Lanzarote comenzó los trámites para declarar la bahía de Arrecife Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de zona arqueológica, pero el expediente se encontró con un obstáculo: la Autoridad Portuaria de Las Palmas, que ha pleiteado desde entonces para impedir que el patrimonio histórico y natural de esta Marina sea investigado, divulgado y protegido. “Importan más las terrazas y las zonas de ocio que el patrimonio. Y que el mar se haya usado y se use como vertedero es un problema sociológico muy grave; estamos tirando piedras contra nuestro propio tejado”, insiste Rafael, que recuerda la Marina de su infancia con natas de salmuera y sangre de pescado flotando en un agua verde de olor a desmayo.

Tinajas, platos, vasijas… la Marina de Arrecife está salpicada de restos

A pesar del continuo maltrato, la vida se abre paso con inaudita perseverancia. Desde hace unos años, en el Charco de San Ginés se produce un fenómeno que se ha bautizado como ‘las bolas del Charco’. Son algas que se sueltan del fondo limoso, se entrelazan y suben con la marea absorbiendo materia orgánica y liberando oxígeno. Han contribuido a que el agua sea más transparente y aumente la vida (viejas, jureles, herreros y sargos) en la laguna. La regeneración se produce a pesar del ser humano, que persiste en la sobrepesca y en usar el océano como pozo de sus aguas negras.

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