La Fundación César Manrique acoge la presentación del libro póstumo de José Saramago
Este jueves a las 20.30 horas se presenta en la sede de la Fundación César Manrique (FCM), en Taro de Tahíche, el libro ‘Alabardas, alabardas, espingardas, espingardas’, la novela póstuma de José Saramago, cuya escritura fue interrumpida por su fallecimiento, el 18 de junio de 2010.
El acto de presentación de la novela correrá a cargo de Pilar del Río, presidenta de la Fundación José Saramago; Pilar Reyes, directora de Alfaguara; y Fernando Gómez Aguilera, director de la FCM, que intervendrán en una mesa redonda moderada por el periodista Jaime Puig.
La novela incompleta, editada en España por Alfaguara/Penguin Random House, que ya ha aparecido en Portugal, Brasil e Italia, se publica acompañada de dos textos, uno de Fernando Gómez Aguilera y otro de Roberto Saviano, e ilustraciones de Günter Grass.
En la edición se incluyen también las notas en las que Saramago fue apuntando diversas reflexiones sobre el desarrollo de la novela, desde los problemas técnicos que se iba encontrando hasta su disgusto por las interrupciones en la dedicación a la tarea de escribir o los avances y expectativas que se le planteaban.
“En su último empeño narrativo, abordado cuando su salud se encontraba ya muy dañada, Saramago se enfrenta a un gran asunto que afecta a la humanidad: la producción de armas y la violencia de la guerra”, destaca la Fundación. A modo de un golpe en la conciencia del lector, el Premio Nobel afincado en Tías “indaga en el oscuro mundo de la industria bélica”.
Fernando Gómez Aguilera, que acompañó a Saramago en sus últimos días y pudo seguir de cerca el desarrollo de la obra, recuerda en su texto las circunstancias que rodearon la escritura de las páginas de Alabardas, al tiempo que interpreta la novela en el contexto de la producción del narrador, a partir de lo escrito y de los propósitos del autor.
Roberto Saviano, buen conocedor de los resortes de la violencia, ha dicho de Alabardas: “Estas nuevas páginas de Saramago son (…) como un manual de traducción de sonidos, percepciones e indignaciones. La historia de Arturo Paz Semedo supone una revelación para el lector más distraído, para la lectora más atenta, para el erudito más riguroso, para el filólogo más cínico. Es una orquesta de revelaciones”.
Una idea y tres capítulos
Saramago dejó escritos tres capítulos de la novela. En su primera nota de trabajo, fechada el 15 de agosto de 2009, escribe: “Es posible, quién sabe, que quizá pueda escribir otro libro”. El Nobel portugués dejaba esbozados el nudo argumental, perfilados los dos protagonistas y, sobre todo, planteadas nuevas preguntas “en su permanente y comprometida vocación de agitar conciencias”, subraya la editorial.
Después de esos tres primeros capítulos, estuvo ocho meses sin escribir, todos los que le quedaban de vida. “A este paso tal vez haya libro en 2020”, anotó en su cuaderno en diciembre de 2009, el mismo cuaderno en que dos meses antes escribía: “Corregí los tres primeros capítulos (es increíble cómo lo que parecía bien lo ha dejado de ser) y aquí hago la promesa de trabajar en el nuevo libro con mayor asiduidad. Saldrá al público el próximo año si la vida no me falta”. No pudo cumplir su promesa.
El germen de la novela es una idea que se remontaba a una antigua preocupación del Nobel portugués: el motivo por el que no se conocen huelgas en la industria armamentística. Además, y como explica Gómez de Aguilera, “a esta matriz asoció más tarde un suceso del que tuvo noticia causándole una fuerte impresión: durante la guerra civil española una bomba lanzada contra las tropas del Frente Popular en Extremadura no había explotado debido a un acto de sabotaje, hallándose alojado en su interior un papel con un breve mensaje redactado en portugués: ‘Esta bomba no explotará’”.
Ya tenía el gancho para arrancar la novela. Sólo le quedaba encajar una historia “humana”, la historia de sus dos protagonistas, Artur y su ex esposa Felícia, “la dificultad mayor”, según anotó el autor en septiembre de 2009. Una historia que quedó inconclusa pero que Saramago pretendía acabar “con un sonoro ‘Vete a la mierda’, proferido por ella. Un remate ejemplar”, escribió en su cuaderno de notas ese mismo mes de septiembre.
Comentarios
1 con Mar, 28/10/2014 - 15:10
2 Estrella Mié, 29/10/2014 - 01:32
3 MAJORERO Jue, 30/10/2014 - 11:59
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