El mar, fuente de toda riqueza
No está claro si un Archipiélago es un conjunto de islas unidas por el mar que las separa o separadas por el mar que las une. En cualquier caso, el mar, y no la tierra, es el elemento principal de una isla. Es entrada y salida, para huir en los malos momentos y para la llegada en los tiempos de bonanza, es fuente para beber, y fuente de riqueza, tanto antes con la pesca como ahora con el turismo, y lugar de amenazas como la reciente del petróleo.
Una historia de otro tiempo
Cuando Domingo Delgado Morín era secretario de la Cofradía de pescadores de San Ginés y bajaba por la Calle Real, aún abierta al tráfico, le salían al paso dos de los comerciantes más importantes del momento, Antonio Becerra y José Arencibia, para preguntarle cuándo salía la flota a la mar. El interés residía en que se cobraba “a la parte” y los armadores adelantaban uno o dos sueldos a las familias de los marineros que, inmediatamente, acudían a hacer sus compras.
Es un pasado cercano aunque parece remoto, de cuando la pesca era la principal actividad económica de Arrecife. Había 36 artesanales y cuarenta barcos de cerco de la sardina. Lanzarote era la base de la flota nacional del cerco y venían industriales de fuera a montar conserveras como Lloret y Llinares, Ojeda, Garavilla o Rocar, que daban trabajo a cientos de personas, mujeres en su mayoría. Después vino la primera reconversión, la de los sardinales, y quedó un barco por cada cuatro, pero mucho más grandes, como el gran Izar Norte, de Manuel de la Cruz, de casi cuarenta metros de eslora y 1.010 toneladas de capacidad.
La segunda reconversión fue casi una desaparición, la de los atuneros, tras el fin del acuerdo europeo con Marruecos en 1999. El puerto y la pesca habían dado a Arrecife su identidad. Mucho antes de eso, aunque no tanto, en los años 50, algunos armadores había hecho fortuna con la pesca de la corvina y su salazón, vendiéndola a países africanos como Nigeria.
La corvina también se vendía en la Isla. Domingo Delgado recuerda que se cambiaba la corvina por batata y que a veces llegaban a casa “sacos de espina de corvina, donde quedaba carne”. La identidad del mar se reflejó en tierra con un Arrecife rodeado literalmente por salinas. “Antes se arreglaba el pescado en la mar, sin guantes, se abría y se salaba”, señala Delgado. También venían desde Fuerteventura a por la sal de esas salinas, hoy arrinconadas y olvidadas.
Sin Foro insular del Mar y sin vigilancia
En mayo de 2014, el Cabildo de Lanzarote aprobó la creación del Foro insular del mar, un órgano de participación ciudadana, lugar de encuentro de todos los sectores vinculados al mar, para mejorar la gestión de los recursos marinos. Dos meses después se crearon cuatro mesas sectoriales para diagnosticar la situación de la pesca profesional y recreativa, el buceo y el medio ambiente. Y hasta ahora.
Se tenía que reunir cada seis meses pero sólo se celebró una reunión en la Escuela de pesca con las policías locales para sondear la posibilidad de que colaboren en la vigilancia y sanción, uno de los grandes problemas en el mar, para acabar con el furtivismo. Tampoco se ha avanzado mucho en ese campo. El furtivismo lo practican tanto profesionales como aficionados. Con la crisis, mucha gente necesitada ha vuelto o ha llegado a la pesca. Ha aumentado el censo en las cofradías, mientras que las licencias de pesca deportiva, han pasado, en plena Reserva marina, de 1.321 en 2007 a 2.361 el año pasado.
“Los pescadores no se dan cuenta de que el Decreto de primera venta les protege, les beneficia”, señala Delgado Morín, hoy asesor honorífico de pesca del Cabildo. Pero se sigue vendiendo directamente a restaurantes o pescaderías, y sigue la escasez de vigilancia. El Seprona, por ejemplo, no tiene embarcación propia, y la vigilancia sigue siendo escasa para la mayor Reserva marina más extensa de Europa.
El Cabildo, además, no tiene ni siquiera personal en el Área de pesca. Tan sólo un auxiliar administrativo. Además del furtivismo, sigue habiendo nasas sin identificar en toda la isla que se convierten en cementerios de peces, aprovechándose de la falta de vigilancia por parte de las instituciones.
La acuicultura, posibilidad de futuro
“La acuicultura es el futuro de la pesca”, señala Delgado. Si atendemos a los datos en la Isla ya es el presente. El año pasado salieron de la Isla 2,6 millones de kilos con un valor de 9,4 millones de euros, frente a los 1,9 millones de kilos de pesca fresca y un valor de 2,8 millones. No sólo hubo más producción sino que el precio es mucho mayor. En Lanzarote no funcionaron las granjas de atunes ni las de pulpo, ya que había que traer los alevines primero. “La acuicultura debería fomentarla el propio sector pero hay que cambiar de mentalidad”. De hecho, las granjas también se pueden instalar en tierra. En plena meseta castellana se producen cada año cien toneladas de langostinos de capital noruego.
En Playa Quemada están las jaulas de Piscifactorías del Atlántico, una empresa de la Península, heredera de Yaizatún. Las jaulas han concitado las quejas de los vecinos por su volumen y por afecciones al litoral, como suciedad o la cercanía de tiburones. El Gobierno ha abierto un expediente sancionador por instalar jaulas no autorizadas, aunque ahora el total de las jaulas permitidas es de ocho de 50 metros y 25 de 25 metros. En esas jaulas se engorda dorada, lubina y medregal.
Según el Gobierno, la empresa se ajusta al protocolo del Plan de gestión ambiental y el impacto es “asumible y el esperado” y no se han producido problemas ambientales en la zona. El Plan regional de ordenación de la acuicultura de Canarias contempla en Lanzarote una zona para instalar estas jaulas, entre Las Coronas y la Punta de Papagayo. Otra posibilidad reciente de innovación en el sector primario, con mucho éxito, es la pesca de la gamba de La Santa, 'descubierta' hace años por el profesor de biología Alberto Brito, pero para la que hace falta realizar una inversión para renovar el barco y adaptarse a este tipo de pesca.
El mar como conexión
El mayor problema de las conexiones por mar es que la línea entre la Isla y la Península sigue sin ser considerada como de obligación de servicio púbico y depende de los acuerdos que se alcanzan cada cierto tiempo con la naviera que gana el concurso que se abre para Gran Canaria y Tenerife. Lanzarote, La Palma y Fuerteventura llevan varios años reivindicando su inclusión entre los puertos de obligación de servicio público para mejorar sus conexiones. Por esa línea llega gran parte de la verdura y fruta fresca que se comercializa en la Isla.
Otra reivindicación es la instalación del Puesto de Inspección Fronteriza para género de origen animal de países terceros. Ahora, esa carne o pescado llega pasando primero por Las Palmas, lo que encarece la cesta de la compra, ya que un contenedor cuesta una media de unos 1.200 euros más.
Hay otra conexión esperada, que no es directamente con la Isla sino con Puerto del Rosario, como es la línea con Tarfaya, anunciada de nuevo para este mes de agosto. Las conexiones se completan con los tres puertos deportivos y con la llegada de cientos de miles de cruceristas cada año al Puerto de Los Mármoles, que suponen una gran oportunidad de negocio.
No se puede obviar, en cuanto a las conexiones, la solicitud, cada vez más cerca, de la autonomía del Puerto de Arrecife. Se considera que puede suponer un gran cambio por la búsqueda de nuevas vías de comercialización, la puesta en valor de la zona de tierra, hasta hoy desaprovechada, la atracción de empresas de tecnología y la creación de un puerto franco. La Cámara de Comercio pide que el puerto se convierta en un ecopuerto y sigue reivindicando el cierre de la dársena sur para hacer operativo el puerto todos los días del año.
Comentarios
1 Luis Arencibia Mié, 13/07/2016 - 19:35
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