El ingeniero Carlos Soler abrió las jornadas sobre el agua agrícola que organizó la Comunidad de Regantes Isla de Lanzarote en el Monumento al Campesino bajo el título Cosechar el agua para conservar los suelos. Estas jornadas pretendían analizar el estado del agua agrícola en la Isla y debatir sobre la fórmula para conseguir agua de calidad, pero consiguieron también, con la intervención de Soler, volver a poner sobre la mesa la posibilidad de extraer agua del acuífero de Timanfaya.

Soler, ya jubilado, pero que trabajó en la Dirección General de Aguas del Gobierno de Canarias como ingeniero jefe de planificación desde 1985 hasta 2018 y descubrió la Fuente Santa en La Palma, hizo un recorrido por los avatares de esa propuesta. Su hipótesis inicial era que el agua se debía encontrar bajo el suelo arcilloso que había antes de la erupción de 1730. “Hasta 2015 no paré de decirlo a mis directores generales, incluidos dos de Lanzarote, Orlando Umpiérrez, que lo intentó, pero poco, y Mariano de León, que ni se preocupó”, dijo.

La condición inicial es la infiltración del agua de lluvia en el subsuelo, en el malpaís, que es la cuarta parte de la superficie insular, donde no hay barrancos, así que el agua no corre y se infiltra de forma inmediata. La cuestión es saber qué porcentaje se infiltra y a qué profundidad se encuentra el acuífero.

Hay un problema de partida. El Plan Hidrológico otorga el mismo porcentaje de infiltración a todos los suelos de la Isla, entre el dos y el tres por ciento, pero, según Soler, esos cálculos están hechos para territorios continentales y suelos sedimentarios y no para territorios insulares y suelos volcánicos, así que considera que el porcentaje de infiltración debe ser mucho mayor.

Estudio

El grupo político Podemos, liderado entonces por Carlos Meca, encarga a Soler que haga un estudio preliminar. Eligen una sola cuenca y contratan a Alberto Casas, de la Universidad de Barcelona, experto en el sistema de tomografía eléctrica, pero no en aguas. Casas avala la presencia de agua pero en una entrevista dice, basándose en el Plan Hidrológico, que no merece la pena buscarla porque la infiltración del agua es muy baja. “Esto empezó a generar problemas y todo se enfrió”, dice Soler

El Cabildo, presidido por Pedro San Ginés, no quiso seguir investigando, pero Podemos logró que el Parlamento aprobara una partida de 150.000 euros para investigar, aunque la Dirección General de Aguas le pasa el encargo al Cabildo. En la presidencia ya está Loli Corujo. Soler no quiere hacer sondeos a ciegas y prefiere ahondar en el conocimiento del acuífero y la calidad del agua. Encarga dos estudios: un inventario de aljibes y uno de nacientes, o fuentes. Con la cantidad de agua recogida por las alcogidas de los depósitos y la calidad del agua que contengan se podría hacer una estimación razonable.

En Lanzarote hay dos acuíferos: el de Timanfaya y el del Volcán de la Corona

Además, aparece la tesis del arqueólogo José de León sobre los pueblos anteriores al volcán, y descubren que surgieron fuentes posteriores a la erupción, “y si hay una fuente hay un acuífero”. Comprueban que hay coladas que también sepultaron un malpaís anterior, no solo terrenos arcillosos. En definitiva, “el acuífero era más complejo de lo que creíamos”, dice Soler, pero lo que está claro es que el porcentaje de infiltración en el malpaís es casi del cien por cien del agua que llueve, muy lejos del dos por ciento, y que la calidad de las aguas es excelente.

Calculan que solo en una de las cuencas posibles se esconden cada año 12 hectómetros, el total que se necesita para el abastecimiento de toda la Isla. Lanzarote necesita esos 12 hectómetros cúbicos pero tiene que producir 26, por las pérdidas en la red. La desalación es la base del abastecimiento, pero para Soler “es una solución cara e insostenible”, por sus costes de producción y por sus consecuencias con el medio ambiente: contamina por el petróleo que se usa para la desalación y contamina por la salmuera que se vierte al mar.

La hipótesis inicial no era buena, porque el acuífero debe encontrarse más abajo de lo que se pensaba, pero considera que la calidad de agua la hará aprovechable. Los siguientes pasos serían hacer tres tipos de pruebas, no solo la tomografía eléctrica, sino también dos sistemas más: tomografía sísmica y análisis gravimétrico.

Carlos Soler. Foto: Adriel Perdomo.

Solo en una de las cuencas posibles se esconden cada año 12 hectómetros

Después habría que hacer sondeos, luego ensayos de bombeo y después decidir la forma de extraer el agua y hacerlo en las cunetas de las carreteras. También habría que modificar los datos incluidos en el Plan Hidrológico. En Lanzarote hay dos acuíferos: el de Timanfaya y el del Volcán de la Corona. Queda la duda sobre la cantidad, la calidad exacta y la forma de extracción.

Después de los 150.000 euros, en 2020 se libró otra partida más, de 200.000 euros. Hasta ahora el gasto es de 45.000 euros, así que quedan casi 300.000 euros. El parón en la investigación siguió. Soler apuntó que en estos últimos años el Consejo Insular de Aguas dejó de contestar al teléfono y a los correos electrónicos. “Nos han dejado a medias y no hemos sabido nada más”.

Las ventajas, si se pudiera extraer el agua de varias cuencas, irían desde la menor dependencia del petróleo, menor contaminación, menos vertidos de salmuera, menor precio del agua y mejora de la calidad. El agua subterránea se mezclaría con la desalada, lo que haría que obtuviera una buena calidad aunque su conductividad fuera muy alta. Además, para la agricultura se podría sustituir el tratamiento terciario gracias a esa mezcla.