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Cultura confinada

Los creadores de Lanzarote se enfrentan al reto de una nueva fórmula cultural

Músicos como Toñín Corujo y su grupo (arriba) junto a otras formaciones locales, como Kardomillo, se han adaptado a la cultura virtual.
María José Lahora 0 COMENTARIOS 17/05/2020 - 08:55

Un día antes de decretarse al estado de alarma, el autor teatral y actor Salvador Leal tenía que protagonizar su particular homenaje al tristemente desaparecido Jesús M. Rodríguez Santana, popular actor y humorista, con la obra Estreno pendiente, junto a Germán Barrios. De igual forma, los lanzaroteños debían estar disfrutando en estos primeros días de mayo del retorno de la Feria del Libro, que el año pasado no se celebró. Se trataba del primer gran proyecto conjunto de la recién creada asociación de libreros y editores Isla Literaria.

“En un principio fue bastante duro por la gran incertidumbre que se generó y lo veía todo demasiado negro”, comenta Salvador Leal sobre las primeras sensaciones tras decretarse el estado de alarma. Ahora, cuando ya han pasado casi dos meses de confinamiento y al comprobar cómo todos los proyectos han quedado postergados, considera que “hacer planes es absurdo”. Reconoce que el teatro será lo último en volver, aunque se mantiene activo y en forma gracias a que se comunica con su compañero de reparto, Germán Barrios, a través de Skype, y están preparando la próximo obra infantil que tenían que concluir. Salvador desea tomarse el obligado cese de actividad como “un paréntesis, un reseteo para volver a empezar y ver las cosas de forma diferente… Extraer lo positivo”.

A este autor teatral, el parón como autónomo le permite percibir la subvención correspondiente. Aun así, considera que el sector cultural “lo tiene crudo”. En particular, no ve como una alternativa la emisión de obras teatrales a través de Internet. “Deja de ser teatro”, dice. “No es lo mismo. Lo extraordinario del teatro y lo que lo diferencia es que es algo vivo y en la Red se convierte en otra cosa. Las grabaciones no podrán sustituirlo nunca. Precisa de un público para su desarrollo”, expone.

Mientras tanto, barajan varias fórmulas para cuando se reabran los teatros, como “hacer varias funciones, en lugar de una única sesión”, si como es previsible en los patios de butacas sólo podrán ocuparse una tercera parte de los asientos. Es decir, que si el Teatro El Salinero cuenta con 600 butacas, “a una función podrán acudir entre 180 o 200 personas”. El movimiento de compañías entre Islas o desde la Península se hace complicado, por el coste de los desplazamientos, lo que incentivará a las compañías locales. “Podremos ir sobreviviendo”, estima Leal, que lanza un mensaje: “Tenemos que acostumbrarnos también a trabajar para menos público si queremos sobrevivir”.

Salvador Leal dice haber sido víctima de un “bloqueo creativo” durante el confinamiento, porque no deseaba enfrentarse a una nueva obra desde el pesimismo. Por ello, se ha centrado en terminar la obra infantil que ya tenía en marcha. Leal alude a la “falta de ilusión”: “Para qué voy a crear si no sé si cuándo podré estrenar ni cómo”, concluye.

Teatro y público

Por su parte, Siscu Cruz, profesor y director teatral de la compañía Cuerpo Teatro, explica su primera reacción ante la emergencia sanitaria: “Las primeras semanas del confinamiento estuve más volcado con la familia”, después de conocer que, en Barcelona, sus padres y hermano habían dado positivo en coronavirus. Ahora ya se encuentran bien, pero, como muchos otros, tuvo que vivir la experiencia desde la distancia. Dice que le ha costado concentrarse, pero que, tras la recuperación de la familia, ya vuelve a la calma y a replantearse su universo creativo. Así, comenta con ilusión que el Ayuntamiento de Los Llanos de Aridane, en La Palma, con los que trabajó en enero, le ha pedido un vídeo de una pequeña representación.

En global, valora la situación del ámbito de la cultura como “complicada”. Antes de la pandemia, compaginaba la docencia, de la que sigue ocupándose online, con las representaciones. “El teatro requiere de la presencia del público y del contacto”, explica. Tanto para los ensayos, como las posteriores representaciones, añade. Más aun en su caso particular, en un formato teatral donde predomina el apartado gestual y el cuerpo es el protagonista. Dice que vio una representación online y que “no tiene nada que ver” con la vivencia de una obra en el escenario.

Durante el confinamiento está realizando clases online de teatro, pero cree que esta fórmula no puede tener continuidad en la Red a largo plazo. De momento, las enseñanzas bajo ese canal se mantienen porque “están más enfocadas a no perder la creatividad, a valorar el trabajo grupal y físico. Pero es muy difícil compartir la energía que se crea”. Entiende que la “nueva normalidad” traerá otro enfoque de la cultura que posibilite valorar las artes y las relaciones. “Permitirá que nos demos cuenta de lo importante que es el teatro. La necesidad de estar en contacto”, señala. “Estábamos enganchadísimos a Internet y no valorábamos el contacto personal. Ahora echamos en falta el no poder mirar a alguien a los ojos para mantener una conversación”.

El libro aliado

En el otro lado de la balanza está el mundo literario. Dice Tomás Pérez-Esaú, presidente de la nueva asociación de libreros y editores Isla Literaria, que “la soledad y el recogimiento” son los mejores aliados para el escritor. “El mundo de la escritura requiere de la soledad y del recogimiento que ahora se le brinda”, por lo que confía en que nuevas obras verán próximamente la luz. Tomás es de los que defienden Internet como una herramienta: “Gracias a las redes estamos comunicados y se ha podido disponer de mucha cultura, incluso gratuita. Todo el mundo de las artes se ha volcado”, señala.

En cuanto a los proyectos que tenían en marcha tras fundar la nueva asociación, Tomás Pérez-Esaú lamenta que se haya “frenado” este impulso. Aun así, se congratula de que como editor su trabajo no precisa del contacto físico, por lo que ha podido seguir en activo. Sin embargo, lamenta que todas las nuevas publicaciones se hayan quedado en sus cajas, sin feria del libro ni presentaciones, a la espera de ver cómo se van a poder realizar esos actos. Por lo pronto, no cree que se reactive la cancelada Feria del Libro. Si bien, cuenta con el compromiso de los autores programados, con los que ya habían podido contactar, de que pueden contar con ellos una vez que se retome el proyecto, que ahora “está en pausa”.

En el confinamiento ha habido mucha participación literaria, como concursos de cuentos confinados, para lo que han contado con el apoyo de escritores como miembros de los jurados y han podido mantener la actividad en las redes. Certámenes que han posibilitado nuevas creaciones que “sirven de inspiración”. “Han sido la semilla para que la creatividad aflore”, comenta el editor. Deseoso de que cuando todo pase puedan ver la luz las nuevas novelas que se han estado gestando. “Otras veces aludimos a la necesidad de tiempo. Ahora, los autores se han encontrado con que tienen todo el tiempo del mundo. Este espacio de confinamiento nos brinda la oportunidad de crear. El artista tiene la ventaja de que todo el tiempo que puede dedicarle a su arte es momento de placer”, enfatiza.

Desde Librería Fajardo, miembro de la nueva asociación de libreros y editores, Isla Literaria, comentan que los clientes han recibido con agradecimiento la propuesta para poder realizar los pedidos por teléfono o a través de WhatsApp o Facebook. En la librería, han podido comprobar un cambio del perfil de usuario a raíz del confinamiento. Así, frente a las habituales ventas de literatura infantil y juvenil durante esta época del año, han experimentado un incremento considerable de la comercialización de las ediciones para adultos.

El libro ha venido a complementar los pedidos del confinamiento. A nivel comercial han surgido nuevas fórmulas de negocio también para el ámbito de la literatura, como la sugerida por un comercio gourmet de Arrecife, desde donde les ha llegado la propuesta de complementar con una publicación las demandadas cestas de cumpleaños. Recuerdan que habitualmente en abril, con motivo de la conmemoración del Día del Libro, ven la luz nuevas publicaciones que este año se han tenido que quedar en cuarentena. Y lamentan que no hayan podido celebrar esa primera Feria del Libro conjunta, que esperan poner en marcha el próximo año.

Con la mente puesta ya en el futuro, y en cuanto a los libros de texto escolares se refiere, desde Librería Fajardo apuntan a que “es un escenario nuevo el que se plantea”, dado que no creen que cambien los libros de texto para el próximo curso. Será una campaña de septiembre “atípica, sin cambios” y estiman que tendrán que centrarse en las ventas de material escolar.

El arte expuesto

Desde otro ámbito artístico, el gestor cultural Adonay Bermúdez comenta que “cada profesional del arte tiene que afrontar el futuro como puede”. La alarma sanitaria llegó pocas horas antes de que cogiera un vuelo a Barcelona para inaugurar una de sus exposiciones. Las obras ya se encontraban allí y permanecen en una sala vacía, sin un público que pueda contemplarlas. Otra muestra estaba programada para Mallorca y una tercera en el Museo de Arte Contemporáneo de Madeira. Este mes de mayo contaba además con una residencia en México. Proyectos que han quedado aplazados sine die.

Adonay señala que muchos centros están programando para abrir sus puertas a partir de septiembre, pero cree que hasta el próximo año no se procederá a inaugurar exposiciones, aunque permitan su apertura al público con un control de acceso. Sobre las posibilidades de la tecnología para sacar adelante una exposición virtual, señala que “el teatro y la música parten con la ventaja de que se puede grabar en vídeo para luego emitirse, mientras que en una exposición es el espectador el que decide cuánto tiempo quiere dedicarle a cada obra”. “En una grabación no se perciben los materiales, los volúmenes…”, recalca.

A los artistas les preocupa que muchos profesionales estén “regalando” su arte a instituciones y administraciones públicas. “Hay que proteger nuestro trabajo”, señalan. Consideran que la labor del artista deber ser retribuida

Para Adonay, “estos meses de confinamiento van a cambiar la forma de gestionar y producir cultura. Y también el consumo, a raíz de comprobar la gran carga online generada, que ha sido fundamental para que todos puedan acceder a la cultura. Habrá una evolución en los sistemas digitales, que ya se ha visto con la llegada de nuevos programas y plataformas”, destaca.

Además, subraya la situación complicada a la que se enfrenta el sector cultural. En su caso, la fórmula del teletrabajo no resulta efectiva: “El 95 por ciento de mi labor la desarrollo en el exterior y difícilmente se puede hacer desde casa”. Dice que ha aprovechado este parón para presentarse a las convocatorias culturales que se han ido publicando. Le preocupa que muchos profesionales estén “regalando” su arte a instituciones y administraciones públicas. “Hay que proteger nuestro trabajo”, señala. Considera que la labor del artista deber ser retribuida, ya sea dotando de contenido redes sociales u otros portales web. “Si entramos en esta dinámica de que al ser online es gratuito será una espiral que no habrá quien pare”, expone.

Con dos meses de confinamiento a su espalda, este gestor cultural intenta ser positivo. Afortunadamente, ha podido acceder al plan especial para autónomos del sector cultural del Gobierno canario y añade que hay instituciones que le han llamado y le consta que quieren apoyar a los profesionales de la cultura, como los cabildos, con proyectos que se pueden desarrollar desde casa y que permitan contar con ingresos. Cree que, a diferencia de la crisis de 2008, ahora será más fácil encontrar soluciones, porque “venimos escarmentados”. Considera que “posponer es mejor que cancelar” y ve en estos aplazamientos un pequeño resquicio que permite afrontar el futuro con cierto optimismo.

Música online

El músico y profesor Toñín Corujo se muestra optimista ante el panorama que se presenta para el ámbito cultural: “El futuro más que claro está oscuro, pero tengo la confianza de que podamos salir de esta”. Corujo destaca la oportunidad que ofrece Internet para desarrollar conciertos online y el estudio de alternativas para seguir adelante con la música tras la crisis, como acudir a los auditorios de Canarias para grabar tras el desconfinamiento y ofrecer así, en las plataformas digitales, estos nuevos conciertos, que seguirán sin público en directo. “Será otra forma de consumir cultura”, opina. Como la que desarrolla en su propia escuela de forma online a consecuencia de la emergencia sanitaria, tanto la de Arrecife como la de Máguez, a través de videoconferencias.

Al respecto, explica que desde su centro han podido salvar el obstáculo de un “enemigo de la música”: la latencia, el retardo entre el sonido que se produce y el que se oye, gracias a descubrir herramientas y trucos para seguir adelante. Destaca que los alumnos han recibido con ganas esta nueva fórmula de enseñanza, aunque “están trabajando más que cuando las clases eran vivenciales”. Tiene sus ventajas, como el hecho de que al estar cada alumno en su casa permite que presten más atención porque hay menos distracciones. También aprovecha esta modalidad de enseñanza para acudir a las explicaciones disponibles en la red, “donde grandes de la música refuerzan el discurso del profesor”, comenta Corujo. 

En cuanto a la distribución de forma gratuita en la red del trabajo del artista, el músico lanzaroteño tiene su propia opinión: “Parece que los músicos estamos obligados a ofrecer la cultura de forma gratuita, pero no es así”. Él mismo tiene la norma de ofrecer un porcentaje de conciertos gratuitos, pero para que “alguno salga gratis” se debe cobrar el resto, porque, tal y como dice, vive de la música. Toñín Corujo explica que el sector se está uniendo a fin de que las ofertas musicales que se ofertan en la red puedan ser “conciertos remunerados”. “La cultura no puede ser gratis, el músico hace un servicio que es demandado por el público. Hay un trabajo detrás para disfrutar del producto final que deber ser valorado, al igual que lo tiene un restaurador en su restaurante”, subraya. “Es indudable” que, a raíz de la aparición de este virus, la fórmula cultural va a ser otra, pero “de catástrofes peores ha salido la humanidad y no ha desaparecido ni el arte ni la música”, sentencia.

En busca de ‘followers’

En el caso de la veterana banda de rock Kardomillo, comentan que el decreto del estado de alarma ha supuesto la cancelación de un par de actuaciones y otras que se han pospuesto, inicialmente, hasta septiembre. La crisis ha llegado cuando se encontraban celebrando sus 20 años juntos, con el lanzamiento de un nuevo disco y un renovado espíritu. “Tenemos esperanza de seguir con la gira, pero con  demasiada incertidumbre. Se nos prometía un año muy bueno e interesante por el aniversario, con conciertos en las Islas e incluso la posibilidad de acudir a la Península”, se lamenta David, batería del grupo, más conocido en las redes como #StevenSpierman.

Recuerda que la crisis económica que se le viene encima a la Isla, tan dependiente del sector turístico, será un jarro de agua fría para todos esos músicos que viven de las orquestas. Dice que afortunadamente, en su caso, la vena creativa se le ha disparado durante el confinamiento, editando “más videos que nunca desde casa” y que difunden a través de las redes y en su propio canal de YouTube.

Kardomillo fue uno de los grupos locales que participaron en el festival de música organizado esta pasada Semana Santa por el Cabildo de Lanzarote, y continúan ideando nuevos temas, pero con las dificultades que conlleva coordinar a los siete músicos. Entre los vídeos que han editado, David destaca uno de los recientes, con el que han rescatado el tema de uno de sus primeros discos, El día después del fin del mundo, que asegura que “mucho tiene que ver con la situación actual, 20 años después de que se creara”.

Ante algunas críticas sobre la gratuidad de la cultura en Internet, defiende, que Kardomillo no se formó para “ganar dinero”. “Llevamos ya 20 años juntos y lo hacemos por nosotros mismos”, añade. David lamenta que, dentro de la desescalada, “a la cultura la están dejando para el final”, al igual que la educación. Esta situación le ha cogido concluyendo un grado superior del que le faltaban las prácticas. Pensando en el futuro próximo, más que saber cuándo volverán a los escenarios, teme por “cómo se desarrollarán las relaciones sociales, ahora que hemos despertado la desconfianza entre las personas”.

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