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Avanza la homofobia: los colectivos de Lanzarote denuncian que “no se pueden normalizar los discursos de odio”

La comunidad LGTBIQ+ alerta de la regresión en el respeto al colectivo, lo que puede acabar, en algunas ocasiones, en agresiones verbales y físicas

Saúl García 0 COMENTARIOS 24/08/2021 - 08:12

El mismo fin de semana que un grupo de personas asesinó brutalmente a Samuel Luiz en A Coruña se produjo una agresión a otro joven, aparentemente también de carácter homófobo, en Arrecife. También ese mismo fin de semana miles de personas salieron a la calle en muchas ciudades de España para pedir justicia por ese caso, que vuelve a plantear si se está produciendo una regresión en el respeto a la comunidad LGTBIQ+ y, a la vez, un avance en la violencia y los discursos de odio hacia este colectivo.

Nahum Cabrera, del colectivo Lánzate, señala que hace unos dos meses hubo otra agresión a otro chico, en los alrededores de la Ciudad Deportiva Arrecife, por llevar una mascarilla arcoiris. “Esto es algo que en Lanzarote no veíamos desde hace años, este nivel de agresividad. Se veían insultos, pero no agresiones”, dice. “Es algo serio”.

Según Cabrera, los más agresivos se encuentran en el grupo de edad de entre 18 y 25 años. Donde más se siente el rechazo, la fobia, hacia este colectivo, es en el ámbito más cercano: en el trabajo, en el colegio, en el instituto...

“El problema es que aquellos que odian se están empoderando porque ven que no están solos, y no se puede normalizar el discurso de odio y el apoyo a colectivos extremistas”, destaca el presidente de Lánzate. Por contra, aunque aumente la sensación de inseguridad en la Isla, “el colectivo también está empoderado” y la mayoría no cambia su forma de actuar.

Josué Duarte forma parte de otro colectivo, Lanzaentiende. Revela un caso reciente, ocurrido en la Isla. Fue una extorsión a un hombre conocido, casado, pero con un amante, que se convierte en el extorsionador bajo la amenaza de hacer pública su relación. El hombre acude al colectivo porque no quiere denunciar, para que no se sepa, y ellos intentaron mediar.


Nahum Cabrera.

“Lanzarote puede parecer más avanzado, pero sigue siendo un pueblo pequeño”, señala Duarte, que considera que sí se está dando un repunte “altísimo” de casos de odio que es “fruto de esos discursos de odio, por ejemplo de Vox, que se han legitimado y se han normalizado”.

Los ataques, en ocasiones, no son directos, sino que se alude a las subvenciones que reciben o ayudas de otro tipo. Duarte señala que en Tenerife, incluso, hay grupos organizados con el objetivo de atacar a la comunidad LGTBIQ+. Dice que, curiosamente, cuando hay casos de este tipo, agresiones, o campañas como la del bus de Hazte Oír, parece que sube la adhesión, pero también aumenta el rechazo, “se refuerza el discurso de odio”.

Y siempre sigue habiendo insultos o burlas: “Si denuncio cada vez que me llaman maricón, entonces no tengo tiempo de hacer otra cosa”, dice Duarte, para señalar que la gran mayoría de esas agresiones verbales no se denuncian porque “da vergüenza reconocer que eres una víctima”, a pesar de que muchas personas aguantan durante meses dando un rodeo para llegar a casa y no pasar por delante de ciertos grupos. “Casi siempre estamos a la defensiva por si acaso, porque nos pasa de todo”.

“Hay zonas de Arrecife en las que sabes que te van a decir algo por llevar una pulsera determinada y sitios en los que no entras o por los que no pasas para evitar que te digan algo”, afirma. Quienes más sufren esas agresiones verbales son aquellos que se salen más de la norma, “los diferentes”. “Es como si estuvieran condenados a ser lo más normales posible”, señala Duarte, con unas comillas ficticias en la palabra normales.

Las agresiones son, por mayoría abrumadora, de hombres y en ellas, según señala Josué, se nota también el carácter machista porque se producen más contra personas que presentan rasgos más femeninos, personas trans o “con pluma”: “Se va contra lo femenino, el agresor se cree más que el agredido y parece que tiene que demostrar su superioridad de macho alfa”.


Josué Duarte.

Acompañamiento

Lanzaentiende realiza labores de acompañamiento para aquellas personas que quieren denunciar. Tiene también un servicio de atención psicológica, pero no es gratuito. Desde este colectivo recomiendan que se denuncie siempre. Hay dos vías, la ordinaria, a través de una denuncia en la Policía Nacional o Guardia Civil, y otra, que sería a través del colectivo.

También creen que la formación es vital: nadie denuncia si no sabe lo que es. Y además está la normalización y visibilidad, que consideran que va más allá “de poner cuatro banderas”. Señalan que la diversidad se tiene que ver reflejada de manera natural en cualquier campaña institucional, no solo en las que tienen que ver con la diversidad, “para que se vea que estamos en todos los ámbitos”.

“Los derechos hay que lucharlos y mantenerlos porque lo que tenemos ahora es fruto del trabajo de mucha gente y gracias a eso nos podemos casar, por ejemplo”, añaden. Son derechos que costó mucho trabajo conseguir, pero que pueden ser fáciles de perder. Señalan que el discurso del odio va avanzando y que se van retirando ayudas para dar servicios se van perdiendo derechos.

Lánzate tiene un servicio de atención integral como línea arcoiris desde hace cuatro años, con apoyo del Cabildo de Lanzarote. Destacan que les llegan todos los casos, aunque no cuentan con datos actualizados sobre el número de personas que han acudido. Señalan que en alguna ocasión las fuerzas de seguridad muestran poca sensibilidad y, por eso, acompañan a la víctima a denunciar a un departamento específico de participación ciudadana.

Cabrera recalca que es importante cómo se redacte la denuncia porque puede determinar si se tramita como delito de odio o como una agresión, sin más. “El problema es que la mayoría o no denuncia o no lo hace como delito de odio y se puede maquillar como cualquier agresión”, señala.

LUCÍA REYES: “LOS JÓVENES EJECUTAN LA AGRESIÓN QUE FOMENTAN LOS DISCURSOS DE ODIO”

Lucía Reyes es vocal en Lanzarote de Chrysallis, una asociación de familias de menores trans. Dice que su hija, de trece años, no ha sufrido acoso en el colegio ni otro tipo de violencia. Señala que, por supuesto, hay mensajes que fomentan el odio y políticas, como la del pin parental, que hacen que no se hable de diversidad y de tolerancia y que, por tanto, no fomentan el respeto. “Se alienta el discurso de que todo lo que se sale de lo normativo no está bien visto. Cuando esos mensajes deberían ser inclusivos, se fomenta marginar lo que se salga de los patrones”.

Dice Lucía que “da pena” ver que los agresores son jóvenes, aunque en realidad ellos ejecutan la agresión que fomenta el discurso de odio que pronuncian otros. Para aquellos jóvenes trans que sufran algún tipo de agresión o rechazo existe un servicio de apoyo vía online.

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