DEPORTES

Antonio Sierra, un árbitro veterano con corazón de niño

Rubén Betancort 1 COMENTARIOS 06/03/2016 - 08:32

El baloncesto insular tiene un antes y un después del 20 de mayo de 1992. Ese día, y tras consultar por teléfono a todas las islas, Antonio Sierra elige como destino militar Lanzarote y se afincaría aquí indefinidamente. Llegaba así a la Isla un personaje que con el tiempo se ganó todo el respeto por parte del baloncesto insular, pero mucho más cariño todavía por parte de la base.

“Los mejores recuerdos que tengo del baloncesto están fuera de las canchas y es cuando los niños se acercan en la calle a saludarte o te reencuentras con algunos hombres y mujeres a los que 20 años atrás había arbitrado alguna vez”, comenta con la voz emocionada este ‘joven’ ferrolano que en noviembre cumplirá 61 años.

“Ya sé que me hago mayor pero no me gusta que me llamen ‘Don’ ni que me traten de usted, sigo sintiéndome joven como cuando comencé a arbitrar en el año 75 con el profesor Javier Uria Paz”, explica Sierra.

Entre leche y leche y descafeinado, recuerda cómo fueron sus comienzos en la Isla. “Comencé a arbitrar pocos días después de haber llegado, acercándome a la Ciudad Deportiva y hablando con el árbitro de un partido que se acababa de disputar y que resultó ser Marcelino Suárez, responsable arbitral del baloncesto de la Isla”, rememora Sierra, quien recuerda que “en aquel entonces había cinco o seis árbitros y muy pocos equipos”.

Un año después, todo cambia. “Marcelino presenta la dimisión en la temporada 93/94 y los árbitros deciden que sea yo quien lleve al colectivo, pero el baloncesto estaba dejado de la mano de Dios y no teníamos prácticamente nada, era un desastre”. Empezó a movilizarse y consiguió que la Federación tuviera una sede: “Pérez Parrilla nos ayudó con el mobiliario, tras un llamamiento en Radio Lanzarote vinieron unos chicos a pintar y la Federación de Lucha nos hizo un regalo donando 500 folios que para nosotros ya era un tesoro. Después llegaron el teléfono y el fax y teníamos una sede en condiciones”. Pero todo ese trabajo se va al traste un año después cuando es destituido por la propia gente del baloncesto. “Pasó y ya está, no les guardo rencor porque no va en mí”.

Sierra cree que uno de los cambios más importantes que ha vivido el baloncesto en Lanzarote llegó después, con Paco Apeles. “Paco tenía muchos detractores pero nadie puede quitarle la capacidad organizativa y la aparición de nuevos clubes en la Isla. Sin él, el baloncesto actual sería muy distinto”, haciendo mención también de la figura de Guillermo Múgica. “Guillermo es muy nervioso y a veces gestiona las cosas distintas a como yo la haría, y se lo he dicho, pero es un trabajador nato y el baloncesto no sabe todavía lo que tiene en esta Isla con él”, dice sin complejos.

El baloncesto también le ha permitido abrir fronteras. “Hace unos años recibí un mensaje por Facebook de unos chicos de Mali que pedían algo de material para poder jugar al baloncesto. Me propuse ayudarles y costó muchísimo que se involucraran algunos sectores, pero ya llevamos cuatro años con ellos y la sensibilidad de los clubes, políticos y empresas ha cambiado tanto que ahora son ellos los que nos ponen la ayudas para enviárselas hasta África”.

Ésta no es la única aventura humanitaria relacionada con el baloncesto que tiene nuestro protagonista, ya que hace unos años se ganó un viaje a Perú. “Tras llegar de una excursión me puse a hablar con el conserje del hotel que me comentó que era entrenador de baloncesto y al decirle que yo era árbitro en España me propuso darles una charla a los chicos. Se preparó de un día para otro y ¿quieres creer que había más de 500 personas para escuchar lo que les iba a decir un desconocido árbitro español? Desde ese entonces guardo también una estrecha relación con el pueblo peruano”.

El ferrolano llegó hace más de 25 años a Lanzarote y se ha ganado el cariño del baloncesto insular

Entre los momentos más emotivos en su carrera deportiva, dentro de la cancha, destaca emocionado cuando le designaron para arbitrar el partido de veteranos entre el Real Madrid y el FC Barcelona como homenaje al aniversario del Magec Tías. “No me lo creía y allí estaba yo en un encuentro en donde estaban todos esos jugadores a los que yo veía y admiraba por la tele”. Pero Antonio Sierra es genio y figura en todos los sentidos y no le tembló el pulso cuando discutió en medio del partido con Joe Arlauckas.

Sus principales admiradores son los jugadores de la base. “Yo siempre digo que los niños de hoy son los seniors del mañana y que hay que cuidarlos y mimarlos mucho para que no se aburran y se diviertan con el baloncesto, ganando siempre en valores sociales y personales”. “A lo largo de estos años he arbitrado a jóvenes que han crecido mucho como Cándido Matoso o su prima Verónica, o Yaiza García o algunos ya más veteranos como Federico Toledo, Leo Pérez o Francisco Silva, pero siempre los trato con cariño y al final eso es lo que nos queda”, relata.

“Respecto a los árbitros, tenemos muy buenos valores como Hamza, Juan Domingo, Omar o Toño que si se lo proponen podrían llegar muy lejos aunque, yo no les engaño ni quiero que los engañen, y les digo que para ser buen árbitro y ser de Lanzarote tienes que hacerlo el triple de veces mejor que uno de Gran Canaria o Tenerife”.

Y ese es Antonio Sierra, ese ferrolano que llegó a Lanzarote con un petate y que asegura no querer irse, un militar con corazón de niño, una persona humilde y honrada. Ese es Don Antonio (perdón por el Don).

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Vaya par de "cracks" : Sierra y Callahan.

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