ENTREVISTA

“Si el profesorado organiza el aula de forma más cooperativa, el acoso escolar disminuye”

Andrés García Gutiérrez, psicólogo sanitario

Foto: Manolo de la Hoz.
Saúl García 1 COMENTARIOS 31/05/2019 - 07:00

Máster en investigación, actualmente realiza el doctorado sobre acoso escolar. Participó en las VII Jornadas de Psicología en Lanzarote sobre acoso organizadas por la UNED. Trabaja en protección de menores.

-¿Cuál es la base o el objetivo de su tesis?

-Históricamente, desde los años setenta hasta hoy hay muchas encuestas, cada una a su modo, que no son generalizables y los porcentajes de acoso son muy variados. Muchos alumnos pueden pasar por eso en un momento y en un contexto. El planteamiento que hago es ir más a qué variables psicosociales intervienen y en qué medida se puede reducir la victimización. Ahora hay muchas charlas externas sobre acoso en los colegios y ya te encuentras con alumnos para los que es algo recurrente y como con otras materias puede no ser eficaz. Yo apostaría por una intervención local, no externa. Cuando ya salta el acoso se protocoliza y se ve si hay medidas disciplinarias para los acosadores, pero es cuando ya se ‘derramó el vaso de leche’ y es más interesante lo anterior.

-¿Intentar entender al acosador?

-No tanto al acosador como el contexto. El acosador y la víctima no son tan diferentes, pero sí hay una dinámica relacional, evolutiva, en procesos de niños a adolescentes. Hay más acoso en los últimos cursos de Primaria y en los primeros de Secundaria, entre los 10 y los 14 años, aunque se puede detectar acoso a partir de los ocho años. Después va bajando y casi desaparece en Bachillerato.

-Son las edades en que más se cambia.

-Partimos de una situación de niños que van creciendo hasta que consiguen cierto grado de autonomía y se va creando el concepto de amistad, el nosotros y ellos, los grupos... Otra de las conclusiones es que el acoso es más físico en los primeros años y se vuelve luego más psicológico o más sutil y pasa de la agresión al insulto, a ignorar, a extender rumores, etcétera, y ahora con las redes sociales es como un reguero de pólvora.

-¿El acoso se mantiene porque el grupo lo permite?

-El acoso es una conducta violenta intimidatoria repetida en el tiempo. El rol de acosador tiende a permanecer más. La víctima puede cambiar al cambiar de curso pero el acosador tiende a relacionarse de esa manera. Otra de las cosas que se ha ido investigando es qué características tiene. Hay una desigualdad de poder, una diferencia jerárquica. La víctima se ve indefensa y el acosador se refuerza por el grupo, donde los observadores no intervienen o jalean o ríen las gracias del acosador. La imagen del acosador con problemas tampoco es exactamente así, sino que hay unas dinámicas relacionales.

“Hay más acoso en los últimos cursos de Primaria y en los primeros de Secundaria, entre los 10 y los 14 años, aunque se puede detectar acoso a partir de los ocho años”

-¿Eso es más determinante que las circunstancias del acosador?

-Muy posiblemente. Lo que yo indago es la jerarquía estructural del aula, partiendo de un sociograma de preferencias y rechazos. Los alumnos eligen tres alumnos favoritos y tres que rechazan. Eso nos da una variante, con varias clases y vemos las altas y bajas jerarquías. Alta es que muchos alumnos eligen a pocos y rechazan a pocos. No está repartido y eso se da en Primaria, sobre todo. Los que sobresalen son pocos. En bajas jerarquías está más repartido, es más horizontal y en esas aulas hay menos víctimas.

-¿Y de qué depende que en aula haya una jerarquía alta o baja?

-Se supone que en la escuela se aprenden habilidades sociales y relacionales, además de contenidos. Según algunos estudios, se piensa que en Primaria las aulas están organizadas de manera más individual y en Secundaria más grupal. Cuando el profesorado organiza el aula de forma más cooperativa, los alumnos trabajan e interactúan unos con otros.

-... Y el rechazo disminuye.

-Exacto. La hipótesis de contacto. Se rechaza lo desconocido, pero si tratas a alguien es más difícil no tomar partido o no implicarte en apoyo de ese alguien.

-Entonces la clave para luchar contra el acoso está más en el sistema educativo o en el profesorado.

-Eso. Si potencias el individualismo, que los alumnos no se conozcan, hay alumnado que va a quedar fuera. Luego están las posibles características de las víctimas, chicos que apenas hablan, que no se relacionan, o lo contrario, que molestan o hacen cosas inadecuadas. Los estereotipos del que está más gordo o tiene gafas en realidad son detonantes o excusas, como puede ser cualquier otra cosa, como que te han pisado un pie… No quiere decir que estas características faciliten que se metan con alguien, depende mucho de cómo se estructure el aula.

“Los estereotipos del que está más gordo o tiene gafas en realidad son detonantes o excusas, como puede ser cualquier otra cosa, como que te han pisado un pie...”

-Es decir, esas circunstancias ayudan si hay un ambiente que favorece el acoso y, si no, se diluyen.

-Sobre todo si hay un ambiente en el que el observador no permite que eso suceda, unido a otra variante del estudio que es la autoocultación. Los niños victimizados tienden a ocultar mucho más. Tendemos a ocultar información que nos resulta angustiosa. A veces los niños intentan advertir y los profesores no pueden ver el contexto general si el niño sufre continuamente y así aprenden a ocultarlo.

-¿Es común que el profesorado no le dé importancia a un posible caso de acoso o que no sepa cómo afrontarlo?

-No se puede dar una explicación simplista. Igual que en otros abusos, puede haber miedo a que detone el acoso como un caso que se puede hacer público. Hay más miedo a no saber manejar eso a nivel social que a nivel local, en el aula y en el centro. No se trata de ocultarlo… De todas formas, las familias pueden tomar el camino que quieran si su hijo les revela al acoso. Pueden ir al centro, a la Guardia Civil o tomar otro camino diferente.

-Si la prevención se trabaja en Primaria, ¿disminuyen los casos en Secundaria?

-Hay dos formas de trabajar, una centrada en el problema, en el acoso, en informar sobre cómo trabajar esas situaciones con programas que han tenido éxito pero no son muy duraderos, en general, pero lo más importante es la toma de conciencia del profesorado, que se puede gestionar, hablar y actuar. Si ha ocurrido algo grande, ya es el protocolo. En la investigación que hago en colegios e institutos me aparece un porcentaje de víctimas de un 15 por ciento en unos 300 alumnos.

-¿Los medios de comunicación tratamos bien los casos de acoso o solo nos ocupamos de ello cuando hay un suceso grave?

-Lo que no ayuda es que lo que salta es el caso extremo, del día a día no se habla. Cuando, por ejemplo, hay un intento de suicidio de un niño, los medios toman partido, en eso estoy de acuerdo, pero quizá esas noticias impactan tanto que a veces el efecto es el contrario. Lo que percibo es que por el hecho de hablar de acoso los niños también aprenden a detectar esas situaciones. Esa labor es importante y hay que hacerla. Pasa como con otros temas que son tabú que, cuando algo remueve a ciertas instituciones, se tiende a ocultar. Al profesorado hay que quitarle ese miedo. No se puede esperar a que se derrame la leche para trabajar porque ya es un terreno en el que nadie está a salvo, y antes de llegar a eso hay todo un espacio que parece que no existe y que es donde hay que estar.

-¿Hay diferencias en el acoso entre niños y niñas? ¿Es frecuente que los acosados en Primaria pasen a ser acosadores en Secundaria?

-Sí, y de un curso a otro. Hay un proceso de cambio. El niño acosado, si se queda como víctima, mal, hay que pasar a superviviente y el aprendizaje a veces pasa por eso: si me lo hicieron a mí, piso fuerte. Normalmente eso dura poco, es una reacción. Por otra parte, el que ha sido acosador tiene un rol que puede permanecer porque el refuerzo social es mayor. Se ha visto reforzado socialmente porque tiene un grupo de seguidores, mientras que la víctima se aísla. Sobre las diferencias por sexos, el acoso es mas físico en Primaria en los niños y más relacional o sutil en las niñas. Hay un patrón cultural.

-Se habla de acoso en el aula, pero los niños tienen ahora muchas actividades, sobre todo deportivas, fuera del aula, y también se pueden producir casos de acoso en estas actividades. ¿Habría que formar a los monitores para evitar esos casos?

-Cualquier grupo humano pasa por unas fases, pero si hay un entrenador que utiliza apelativos o que al que es más débil le pone una etiqueta delante de todos y lo hunde en lugar de reforzarlo, pues triste labor... Eso puede pasar, pero el adulto ahí tiene mucho trabajo que hacer, porque si es una actividad deportiva no sólo consiste en ganar, sino que tiene que haber otras actividades de formación de equipo, que se conozcan mejor y se relacionen entre ellos.

Comentarios

Muy buen artículo. Felicidades a los dos

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