Los arquitectos son un eslabón clave en el sector de la construcción. El centenar de profesionales de Lanzarote se agrupa en un nuevo Colegio independiente del anterior organismo regional. Tras tocar fondo, se empiezan a percibir signos de recuperación: en el último año se visaron en la Isla 249 expedientes, con presupuestos que suman más de 53 millones de euros, gracias al empuje del turismo (30,3 millones) pero también a las más de 100 viviendas de nueva planta (12,3 millones). En cualquier caso, cifras a años luz de las más de 3.000 viviendas, con presupuestos superiores a los 190 millones, que se visaron en 2007, justo antes del estallido de la burbuja inmobiliaria.

- El Gobierno de Canarias acaba de constituir el Colegio de Arquitectos de Lanzarote. ¿Cómo se produce el proceso de autonomía del órgano que representa a los arquitectos?

- En Lanzarote había una Demarcación del Colegio de Arquitectos de Canarias y ahora se han creado los colegios de arquitectos de Lanzarote, Fuerteventura y La Palma. Las demarcaciones insulares primero tuvieron un régimen con capacidades limitadas. No éramos autónomos ni económica ni presupuestariamente, y la mayoría de lo que se recaudaba se iba fuera. Nos costó una lucha muy grande con la demarcación de Gran Canaria alcanzar un régimen pleno, que se logró en 2007. Lanzarote y Fuerteventura son motores económicos importantes, pero había un tratamiento como si fuéramos hermanos menores. Gran Canaria se segregó del Colegio de Arquitectos de Canarias, pero no compartimos las formas. Para tener una independencia plena se han creado los colegios insulares de arquitectos. En un plazo de tres meses queremos aprobar los estatutos, convocar elecciones y, si se puede, celebrarlas.

- ¿Qué va a cambiar a partir de ahora, con la creación del Colegio de Arquitectos insular?

- Lo cierto es que la Demarcación de Lanzarote ya ha tenido en los últimos años una actitud muy activa. Tenemos un centenar de colegiados, nuestro programa propio para el visado de proyectos, en el que invertimos 100.000 euros, lo que nos permite tener precios más bajos que Gran Canaria o Tenerife, participamos en la redacción de las bases de concursos y en la supervisión de proyectos para instituciones, tenemos las cuentas saneadas e invertimos en cursos.

“Ojalá que los concursos los ganen profesionales de aquí, pero sobre todo lo importante es que gane la mejor arquitectura para aquí”

- ¿Cuál es la situación del sector de la construcción tras una década en la que la actividad se desplomó? ¿Hay una especie de generación perdida de arquitectos jóvenes en la Isla?

- La situación ha sido terrible. En los años 2005 y 2006, con el código técnico de edificación, se hicieron muchísimos proyectos, pero luego hubo años en los que no había nada de actividad. Lo pasan mal los arquitectos como los obreros, es una cadena, pero quienes se forman en esta profesión hacen un esfuerzo muy grande, tanto intelectual como económico. La mayoría de los arquitectos son autónomos y es una profesión muy inestable, donde no puedes planificar. También hay que tener en cuenta que desde que haces un proyecto hasta que se autoriza la licencia puede pasar un año. Desde hace dos años, y especialmente el último ejercicio, se ha notado un aumento de expedientes, que es lo importante y reparte el trabajo. Se empiezan a ver proyectos de nuevas viviendas unifamiliares, que antes no salían. Espero que lo que venga sea un periodo de estabilidad, que no volvamos a los excesos, porque van seguidos de grandes caídas.

- Los arquitectos de Lanzarote tienen una línea de colaboración con las instituciones para celebrar concursos de ideas, como el de la futura sede de la Reserva de Biosfera o ahora el de un gran parque en Playa Honda. ¿Cuáles deberían ser los criterios a seguir por las instituciones para la nueva obra pública que necesita Lanzarote?

- Al concurso para el edificio de la Reserva de la Biosfera, en Arrecife, se presentaron unas 87 propuestas. Que ganen arquitectos de fuera de la Isla no importa. Hay compañeros que no defienden nuestra posición. Ojalá que los concursos los ganen profesionales de aquí, pero sobre todo lo importante es que gane la mejor arquitectura para aquí. Las obras e intervenciones emblemáticas, aunque sea más engorroso y largo el proceso, consideramos adecuado que salgan por este tipo de concursos, que además son una apuesta por la transparencia y abren la posibilidad a que nos sorprendan propuestas distintas. Para obras de menor envergadura, lo que defendemos es la correcta aplicación de la ley de contratos del sector público.

- Antes ha mencionado lo que tardan las instituciones en conceder licencias de obra. ¿Cómo se podrían agilizar los procedimientos?

- Hay que hacer una distinción clara entre proyectos de urbanismo y de edificación. No tiene justificación lo que está ocurriendo. Si las instituciones locales, que son las que conceden las licencias de obra, necesitan más arquitectos en plantilla que los contraten, si es preciso conveniar con el Colegio la supervisión o el visado de proyectos, que lo hagan. Dependiendo del caso hay licencias que tardan más de tres meses, un año o más incluso. Hay un lógico y comprensible miedo de los técnicos, porque es verdad que ha habido situaciones irregulares, pero el que hace su trabajo con rigor se puede equivocar pero está informando según su parecer y conocimiento. En un elevado porcentaje, se pierde tiempo en cuestiones que se pueden resolver en comisiones de trabajo, dentro de la máxima garantía.

“La puesta en valor de elementos patrimoniales tiene que ir unida a la vida, no solo al comercio sino también al uso residencial”

- Otra vertiente de la actividad pública del colectivo de arquitectos es la presentación de alegaciones a instrumentos como el Plan Insular o el Plan General de Arrecife. En el caso de la capital, han puesto el acento en el catálogo arquitectónico, tanto por el número de bienes protegidos como por las limitaciones en ciertas zonas del centro de la ciudad.

- La protección del patrimonio es importante, mucho más allá de lo que se pueda entender que es el valor económico de la parcela: que el vecino de al lado pueda hacer cinco plantas y tú, que tienes tu inmueble protegido, no puedas hacer más de lo que tienes. El patrimonio tiene que ver con nuestro legado histórico, nuestra cultura y nuestro pasado. Pero tenemos que ser conscientes también del nivel de nuestro patrimonio. Hay inmuebles que deben ser protegidos, y por suerte hay distintos grados de protección. Lo que no tiene mucho sentido, en el tiempo en que vivimos, es que se considere proteger hacer algo que parezca antiguo. Eso no es proteger, sino disfrazarte del siglo XVIII.

- ¿Se pretenden conservar partes de la ciudad como una foto fija de hace 50 años?

- Hay cosas que se han hecho mal y bienes que se han derruido que no debieron demolerse nunca. Para eso, que se tomen las medidas que se tengan que tomar. De un bien hay que proteger la parte que tiene valor arquitectónico o incluso su relación con la calle y el entorno, pero no entrando a un terreno más sentimental, que hay que conservar de otra manera. En Arrecife hay que ser muy claros con la protección de ciertos edificios con valor patrimonial, que los hay y que son los que son, sentarse con los propietarios para que los conserven y que tengan uso y valor para la ciudad. La puesta en valor de elementos patrimoniales tiene que ir unida a la vida, no solo al comercio, sino también al uso residencial, sin tocar los elementos protegidos pero con flexibilidad para que se pueda vivir en los edificios con el modo de vida actual. Esa es una de las grandes virtudes de Santa Cruz de La Palma y de La Laguna.