sociedad

“Denuncié acoso sexual de un compañero y al final me trasladaron a mí”

Una trabajadora de una estación de servicio de Arrecife sufrió acoso sexual de un compañero y cuando denunció los hechos la trasladaron de gasolinera y comenzó una situación de acoso laboral contra ella

Estación de servicio de Disa, en Valterra. Foto: Adriel Perdomo.
Saúl García 0 COMENTARIOS 12/02/2020 - 12:43

Ana (nombre ficticio) trabaja en la petrolera Disa desde abril de 2015, primero en una gasolinera de Costa Teguise y más tarde en Arrecife. Sus problemas comenzaron precisamente cuando la trasladaron a la estación de Valterra. En esa oficina tenía un compañero que comenzó a hacer comentarios “fuera de lugar”, señala. Comentarios como: “Parece que los clientes quieren follar contigo” o “es normal que vengan aquí, con lo buena que estás”, o “tú y yo acabamos follando en el almacén” y otros similares. En una reunión, una de las propuestas de este compañero para aumentar las ventas en la estación de servicio, fue que su compañera despachara “en minifalda y patines”.

“Llegó un momento en que ya era muy incómodo trabajar con él”, señala. Muchos de esos comentarios los hacía en público: “Me han visto llorar los vecinos de la zona”. El acoso, según ha denunciado en el Juzgado, llegaba hasta el punto de que este compañero tenía un turno diferente pero iba al trabajo media ahora antes para coincidir con ella. Lo que hizo Ana fue denunciar esta situación ante la encargada, pensando que tomaría medias y la situación terminaría pronto. Pero no fue así. “Mi sorpresa es que se volvió en mi contra y la encargada me dijo primero que era  un problema entre nosotros y que lo solucionáramos o que dejara el trabajo”, asegura. Había amistad entre ellos dos.

“Me sentí castigada, no tiene sentido”, insiste, y dice que quiere contar el caso también “para que no les pase a otras mujeres”. Mientras que a ella la han trasladado y ha estado casi dos años de baja, a él lo han ascendido, asegura

A partir de ahí, a finales del año 2016, la situación se complica. Empieza a haber descuadres en caja, que no había habido hasta entonces, y Ana tiene que extremar las precauciones para evitar una sanción. Y comienza lo que ha denunciado también como acoso laboral. Mientras toda la plantilla descansa dos días seguidos, ella comienza a librar dos días alternos. “Yo estaba ya bastante mal, con miedo a ir a trabajar, con ansiedad, tomando benzodiazepina y no podía dormir”.

El 1 de enero de 2017 pone una denuncia interna. La llaman del departamento de recursos humanos dos semanas después y el resultado es que el 14 de febrero, a quien trasladan de puesto de trabajo es a ella. “Queda claro que es un castigo para mí”. Dice Ana que se lo comunican delante del jefe de zona, de la encargada y de su propio compañero. “Me dicen que me trasladan para subir las ventas en otra estación”. Ella había propuesto varios testigos para que declararan dentro de la investigación interna pero “no llamaron a nadie”. La situación, de todas formas, no termina porque el compañero sigue pasando por la nueva estación a la que la habían destinado a pesar de que él no trabajaba allí.  

Ana sufrió una crisis de ansiedad y tuvo que acudir a urgencias. Ese día intentó contactar con sus superiores, sin éxito, y dice que ahora intentan hacer ver que abandonó su puesto de trabajo. La empresa también ha alegado que la han trasladado de estación en varias ocasiones, como si fuera una persona conflictiva.

Finalmente le dan la baja médica. Pasa casi dos años en esa situación con medicación y en tratamiento psicológico y psiquiátrico. También ha tenido varios ingresos en el hospital. “Me he despertado varias veces en el hospital”, señala. En ese periodo es cuando pone una denuncia en la Policía que acaba en el Juzgado número 3 de Arrecife. También hay otro procedimiento en el Juzgado de lo social por el acoso laboral. Lo que pasa es que el tiempo de baja se agota y se tiene que reincorporar al trabajo sin que el procedimiento penal haya culminado. “Y entonces me veo en la misma situación”, puntualiza. Ella vuelve a su trabajo a finales de 2019 y desde entonces la han destinado a tres estaciones de servicio diferentes.

“Me sentí castigada, no tiene sentido”, insiste, y dice que quiere contar el caso también “para que no les pase a otras mujeres”. Mientras que a ella la han trasladado y ha estado casi dos años de baja, a él lo han ascendido, asegura. La situación no ha mejorado y afirma que sigue yendo a trabajar con miedo. “A mí me ponen casi siempre de turno de tarde cuando el resto tiene diez días de mañana y diez días de tarde”.