Matthew aparcó su coche el jueves pasado en la calle La Porra, en Arrecife, para ir a ver una película. Cuando volvió, el coche estaba abierto y le habían robado el ordenador portátil, un ipad, unas gafas y un calzado. Tanto el ordenador como el ipad tienen un sistema de localización, por lo que rápidamente supo que habían ido a parar al barrio de Argana Alta.

Con esa información fue a la Policía Local. Le dijeron que enviarían una patrulla y que cuando estuviera por la zona, le llamarían para que les dijera el lugar exacto. "Pero no me llamaron", dice, así que fue a la Policía Nacional y puso la denuncia. Al día siguiente tomaron las huellas del coche. El ordenador seguía estando en la misma casa pero los agentes le dijeron que no podían hacer nada, que no podían entrar en la casa.

"Parece que la tecnología no tiene sus ventajas porque se sabe dónde está pero no pueden hacer nada, es ridículo que exista esta tecnología y no se aproveche", afirma. "Es muy frustrante porque sabían dónde estaba pero no podían hacer nada", dice este inglés que vive en Lanzarote desde hace nueve años.

Él mismo fue al barrio de Argana. Preguntó entre los vecinos y se enteró de que la casa donde están sus cosas sirve de puto de compraventa de objetos robados. "Estuve cuatro horas para ver si salía alguien, pero no puede ser que el ciudadano se ponga como un detective porque no es nuestra labor, es el trabajo de la Policía", dice.

Matthew señala que "no han hecho nada para recuperar las cosas, sólo la formalidad de la denuncia y la frustración que tengo es grande". "Llamé al 091 por error y era la Policía de Las Palmas, y me contaron que allí tienen un departamento de delitos informáticos y que ese sistema les facilita mucho el trabajo para recuperar los ordenadores y lo hacen mucho, pero que en Arrecife no existe ese departamento", concluye.