Eso de la ciudad. Supuestamente
Plaza o helipuerto
Termino el año como lo empecé, aperplejada con ellos, que algunos, de viajados, se les podría haber pegado algo de otras plazas, hermosas y útiles, pero tan lejanas en la distancia como en sus cabezas. Una soberana memez, junto al Almacén, que no sé a quién sirve, ni tan siquiera sé quién se sentará ahí. No es zona verde, es gris. Carece de confortabilidad visual, y de la otra. Los pretendidos asientos duros, como las plazas ochenteras nacen con vocación de pizarras donde plasmar amores y tragedias en las que no tardarán en recogerse los acontecimientos o las barrabasadas de ciudadanos incívicos, porque, para lo que sirven, mejor que mueran ilustrados.
El Cable fundió sus fusibles
Los residentes del Cable, urbanización de promoción privada ubicada en las afueras de Arrecife, solicitan una recogida especial de sus residuos, puerta a puerta. El asunto no tendría mayor trascendencia si se lo pagaran ellos, aunque resulte algo chocante el nivel de haraganería del personal. Los residentes en El Cable pretenden que la recogida, casa a casa, la hagan los servicios contratados por el Ayuntamiento, lo cual supondría mayor personal que pagaríamos todos. Quieren una urbanización privada con las ventajas que ello pueda suponer para algunos, pero ninguna de las obligaciones a las que estarían sometidos por el disfrute del asunto. Efectivamente, a algunos se les ha cortocircuitado algún fusible. Incivismo e insolidaridad, digo yo, que no debería esperarse de gente bien educada. Supuestamente.
Manrique en la Casa de la Cultura
Sus murales, redescubiertos y restaurados, mueren. De nada sirvió el gasto en su restauración y nadie pareció entender que lo que sucede ahora estaba cantado, aunque el edificio hubiera estado ventilado. Antes de los 26.560 euros gastados ya se recomendó que fueran arrancados y trasladados a un soporte móvil. Ahí queda, que el dinero público no es de nadie.
Las muchas luces de los ayuntamientos
No hay que ser la bruja Lola para percatarse de la barbaridad de postes de luz existentes en la isla. No hay que tener muchas luces para concluir que se esconde un negocio redondo que se hace, supuestamente, desde las administraciones. Ahí, alguien tendrá un día que averiguar qué se esconde tras la instalación disparatada de las farolas de Tahiche o de San Bartolomé, y podríamos seguir. ¿El negocio sólo de las empresas o eventuales comisiones? Supuestamente, también.
Arquitectos y Plan General
No saca la cabeza habitualmente nadie del Colegio de Arquitectos a no ser que interese corporativamente. Y no la ha sacado antes con el asunto del catálogo de protección de Arrecife, para aportar alguna luz sobre qué hacer con tanta casa vieja, muchas de las cuales son arruinadas por sus propietarios, a los que la administración nunca ata corto porque acaso son los mismos unos y otros. Hablan, ahora, para decir que la catalogación de muchas de las 169 casas recogidas en el documento vinculado al plan general es cuestionable por su estado de conservación. Lo dicen ahora y callaron antes. ¿Nos lo cuentan como un lúcido descubrimiento, o para ejercer presión con el objeto de descatalogar para liberar suelo en la parte más valiosa de la ciudad? Con esas iniciativas, o falta de ellas, así nos va, supuestamente al servicio de la piqueta y de la grúa.
El tapón en los cuarteles
Salir de Arrecife, en dirección a San Bartolomé, se está convirtiendo en una proeza. De momento, hay que incorporarse a una suerte de nudo, situado a una cota más elevada tras una larga espera que se inicia cien metros más abajo. ¿Será siempre así?
Comentarios
1 Vecino Jue, 08/01/2015 - 13:29
2 Razón tiene Jue, 08/01/2015 - 13:37
3 Genial Jue, 08/01/2015 - 16:30
4 Antonio Saavedra Jue, 08/01/2015 - 16:42
5 Genial Jue, 08/01/2015 - 20:18
6 Ciudadanos Vie, 09/01/2015 - 07:30
7 Mariluz Vie, 09/01/2015 - 08:55
8 Juan Sáb, 10/01/2015 - 09:49
9 Jorge Dom, 11/01/2015 - 18:27
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