Almuerzo de comunistas
En casa de mi abuela había un loro que murió de viejo, aunque no lo hizo en la soledad, como algún personaje de Macondo, porque Roberto, más acompañado y mejor cuidado, creo que no pudo estar.
Quizá por eso Roberto, y por la educación que le ofrecieron en casa de mi abuela, además de la sociabilidad que por naturaleza tienen estas aves, desarrolló mucho más su increíble habilidad para imitar sonidos, o hablar, como decimos cuando los loros repiten palabras y frases que escuchan decenas de veces.
Después digo a qué viene a cuento la memoria de Roberto, entre tanto comparto que un grupo de amigas y amigos nos emplazamos para echarnos unas risas, vacilar, hablar de todo y de lo que surja con la excusa de almorzar para despedir el año, una comida prevista para el último suspiro de 2024 que tiene toda la pinta de picar y extenderse y a la que una de las amigas del grupo bautizó ‘almuerzo de comunistas’.
Y aunque no somos ni loros ni comunistas, ella lo dice con retintín evocando a buena parte de la clase política que parece sufrir de “anorexia intelectual”, entendida como el deseo de operar intencionalmente en detrimento del conocimiento, de la historia, de las raíces, de los contextos y de la realidad objetiva, como gráficamente lo expresaba esta semana el escritor mexicano especialista en filosofía de la comunicación, Fernando Buen Abad, que sostiene además que esta crisis está agravada por la falta de rigor, desconocimiento y claridad de ideas de políticos y políticas que repiten como loros, y sin tener ni puñetera idea del fondo del asunto, el guión que les dictan desde lo más alto de la pirámide orgánica de su partido.
Como el loro Roberto, su propensión a la imitación refleja su deseo de conectar y participar en la “conversación” humana o dictar “cátedra” política atacando con exposiciones baladíes a quienes no piensan como ellos.
Allí acuñan el término ‘comunista’, utilizado de forma peyorativa por muchos, que por no tener, no tienen ni principios, y por no leer, no se han leído ni el ideario del partido que representan ostentando cargos públicos.
Quisiera saber si los que tachan alegremente a su rival político de comunista saben lo que es comunismo o conocen el papel que jugó el Partido Comunista en la transición hacia la democracia en España. ¿Sabrán estos ilustres ilustrados que hablan de comunismo en medios de comunicación, en sesiones parlamentarias o en plenos de ayuntamientos las concesiones que hizo el PCE después de la muerte del dictador Franco para conseguir su legalización y la crisis interna que produjo aceptar la monarquía?
Ante el desconocimiento o la insuficiencia de argumentos para el debate de ideas con altura y respeto lo mejor es dar el silencio por respuesta, y más cuando en sus partidos, grandes fuerzas que presumen de constitucionalismo, hay hechos de muy dudosa catadura moral o cuanto menos conductas que no se ajustan a la legalidad.
Es probable que a los ojos de estos “demócratas” podamos parecer “raritos” grupos en los que no se cuestiona la creencia religiosa del otro, si se tiene alguna, ni su cultura o gustos, y sí podamos celebrar la vida dando un repasito a los acontecimientos culturales del momento y su aportación a la crítica y la reflexión, es decir, nada del otro mundo, pero que los supuestos demócratas con su actitud convierten en un hecho fuera de lo común.
En el “almuerzo de comunistas”, como lo hacen familias infinitas y grupos de amigos unidos por el trabajo, el deporte, la cultura, el ocio o cualquiera que sea la actividad o el motivo del vínculo que haya construido la amistad, brindaremos por la emoción de la bacanería de reconocernos como seres humanos y convivientes en la diversidad, cada uno consciente de su responsabilidad en nuestro quehacer diario y la sociedad, nada más. Y como decimos al alzar la copa, ¡salud por esa vaina! Felices fiestas para todos y todas.
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