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El Almacén de Manrique, una propuesta paisajística para cultivar personas

Mario Alberto Perdomo, José Parrilla y Fernando Ruiz editan un libro que recoge cincuenta testimonios de personas que vivieron los primeros años de este centro cultural

Saúl García 0 COMENTARIOS 18/01/2025 - 09:56

Amanecer, apertura, memoria, evocación, destello, libertad, legado, compromiso, chaladura, eclosión, fascinación, revulsivo, refugio, modernidad, socialización... Son solo algunas de las cincuenta palabras que, al mismo tiempo, conforman los cincuenta títulos de los textos que componen El Almacén de Manrique: 50 años, 50 voces, un libro coral que quiere ofrecer una muestra de testimonios de lo que supuso este centro cultural para esas cincuenta personas.

El libro es una aventura editorial de Mario Alberto Perdomo, J. M. Parrilla y Fernando Ruiz Gordillo, está patrocinado por J. Parrilla y el Hotel Aloe Canteras y se puede adquirir en la Librería El Puente al precio de 15 euros. La recaudación será para la Asociación de familias oncohematológicas de Lanzarote. 

El Almacén cumple cincuenta años y los tres editores, que también vivieron los primeros años de vida del centro cultural, decidieron emprender este libro con los recuerdos de esos 25 hombres y 25 mujeres (aunque hay dos textos firmados por dos personas) de la época en que El Almacén estuvo en manos de Manrique, entre 1974 y 1989, hasta que lo adquirió el Cabildo. Es solo uno de los motivos por los que el libro se llama El Almacén de Manrique.

El libro tiene un prólogo de los editores en el que se explica la trayectoria del centro cultural, su influencia y significado, los cincuenta textos y dos epílogos. Uno es el texto que Juan Cruz escribió en Triunfo en octubre de 1974, titulado El Almacén y la lava y otro es un nuevo texto que el propio Cruz escribe cincuenta años después, Esencia de la lava: “Lanzarote hizo del Almacén un abecedario al que le terminaron faltando apoyos y letras, pero años después, en la tierra en la que César Manrique construyó a paladas de pasión este futuro, ahí está el Almacén atrayendo otra vez palabras y gritos, alegría de estar y de vivir, de llenarse como un oasis en forma de almacén”, dice Cruz ahora.

El libro se presentó, como es lógico, en El Almacén, en la sala Buñuel. Perdomo hizo de presentador del acto y Parrilla y Ruiz Gordillo pusieron el contexto. Parrilla señaló que el libro responde al deseo de conmemorar el cincuenta aniversario del centro cultural, que facilitó el acceso de la sociedad insular a la cultura contemporánea así como la irrupción de una conciencia ciudadana sobre la necesidad de proteger el patrimonio natural y cultural, “una razón colectiva de suma importancia para la Isla”.

Dijo que El Almacén se convirtió en lugar de encuentro de personas, de credos y sensibilidades diversas que, sin embargo, se reconocían como integrantes de una comunidad que inauguraba un tiempo nuevo. “Un futuro más libre dispuesto al bien común”. Eso permitió que entre sus paredes emergieran ideas y conductas creativas, coetáneas a las escenas de Barcelona o de Madrid. El Almacén se consolidó como el espacio de la modernidad en Lanzarote. “Se podría afirmar que fue una propuesta paisajística destinada a cultivar el florecimiento de las personas”.

Y también fue el bastión del proyecto creativo que desarrolló la Isla en los años sesenta y setenta y facilitó que la sociedad alcanzara ese sentimiento de privilegio por vivir en Lanzarote que pregonaba Manrique. “Este sentimiento de pertenencia y el legado de Manrique han sido, y quizá sigan siendo, la mejor herramienta de que dispone la sociedad lanzaroteña para enfrentar los desafíos del presente”.

Señaló Parrilla que el libro no encierra la historia de El Almacén ni es un ensayo sobre su significado cultural, sino que quiere dar testimonio del impacto que tuvo en la sociedad esta aventura creativa. “Y quién mejor para narrarlo que quienes lo frecuentaron y lo convirtieron en un punto de referencia esencial en sus vidas”, añadió.

El Almacén “aceleró el acceso a la cultura contemporánea” en Lanzarote

Son cincuenta voces y podrían ser muchas más, pero a través de esos testimonios, de alguno de ellos, quizás se puedan reconocer todas las personas que participaron en la vida de El Almacén, “una experiencias irrepetible” para “personas que compartieron un espacio común de civismo democrático y contribuyeron a construir un semillero de creatividad, de libertad y de respeto a la diversidad afectiva y sexual, y de valentía de ser uno mismo”.

Esas personas pueden dar fe de cómo, en un momento dado de su historia, una isla situada “en la periferia de la periferia fue capaz de reinventarse sin traicionar sus señas de identidad”. “Ojalá sus voces encuentren -finalizó Parrilla- el eco necesario que permita alimentar el espíritu de El Almacén, que agoniza por momentos, y nos ayuden a reconstruir una mitología salvadora que, como nos enseñó Agustín Espinosa, nos proteja del difumino total”.

Sin precedentes

Ruiz dijo que su apertura fue un acontecimiento sin precedentes en el contexto insular por el carácter moderno de su proyecto artístico y cultural. La calificó como una experiencia inédita en Canarias y en España, por su singularidad, que “aceleró el acceso a la cultura contemporánea”.

Hubo un Almacén de cine, de teatro, de arte, danza o de ecología, pero también un Almacén por su sistema de valores: “La isla se hizo más cosmopolita, más abierta al mundo”. Fue también un lugar de encuentro democrático, el espacio donde se juntaban los demócratas de la Isla en un tiempo aún duro en el que los espacios de El Almacén los presidían los nombres de Buñuel, Picasso y García Lorca.

Se puede adquirir en la Librería El Puente y la recaudación es para Afol

Además, también fue el Almacén de la aceptación de la diferencia y la diversidad sexual, del encuentro y la socialización, “de la gente de buen vivir y también de malvivir”. Y, por supuesto del nacimiento de colectivos ecologistas como el Círculo ecologista de Lanzarote, El Guincho o el germen de la Fundación César Manrique.

No solo fue el escenario de las célebres fiestas de carnaval o fin de año, sino también de experiencias únicas como la exposición de Alechinsky de 1975, o la de Óscar Domínguez, donde se vendió la célebre obra Drago, una de las más buscadas en Canarias durante el siglo XX, o donde se pudo ver exposiciones de Chillida, Zóbel o Dalí pero también de los jóvenes valores locales como Alemán, Aguilar, Gopar, Matallana, Tayó o Molina, además del cine con “una apuesta radical por el cine de autor”, llamado entonces de arte y ensayo, con una programación solo al alcance de muy pocas ciudades. “Sin esa programación no se podrían entender ahora el Festival Internacional de Cine de Lanzarote o la Muestra de Cine”. 

El Almacén nació en ese contexto pero también en otro más personal: el malestar de César por el rumbo que estaba tomado la Isla “que ponía en peligro el modelo iniciado diez años antes”. Porque fue un lugar “abierto y moderno” a la vez que un aula pedagógica en la que Manrique ejercía su proselitismo para enseñar que Lanzarote era una isla especial “con el bien común como horizonte”, en una época en que ser de Lanzarote “era un orgullo”.

“Esa combinación de cultura y naturaleza terminó haciendo nacer una conciencia cívica”, dijo Ruiz Gordillo. Hoy está “más diluido”, pero El Almacén “hizo mucho bien a esta Isla y ojalá nos sirva para los desafíos del futuro”.

50 VOCES

Las hay de todo tipo. Todas ellas, las voces que se escuchan en el libro, vivieron esa primera etapa, algunas la inicial y otras, la de los años ochenta. Hay quienes recuerdan una anécdota personal, un momento dado en El Almacén, otros hacen una reflexión genérica, algunos más personal y otros más colectiva. Hay quien recuerda, por encima de todo, el cine, otros el bar, otros la librería... Hay quien rememora reuniones ecologistas, discusiones políticas, conversaciones. Hay quien recuerda el contexto social de la época, la escasa oferta cultural que había, quien levanta la mirada desde el presente, quien se traslada al pasado. Los hay de primera y de tercera persona, del singular y del plural. Y hay muchas menciones: la mayoría a César, a Luis Ibáñez, Yayo Fontes y Pepe Dámaso, pero a muchos otros también, de la memoria colectiva y de la historia personal.

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