Caleta de Caballo: la historia de unos solares regalados que han salido muy caros
El Ayuntamiento de Teguise tendrá que pagar a una sociedad llamada “Caleta de Caballo y Barranco del Bebedero” hasta 6,6 millones de euros por ocupar suelo que no le pertenece en ese núcleo costero. La sentencia, firme, es de hace más de un año, pero es ahora cuando se ha pedido su ejecución. La cantidad definitiva a pagar se deberá fijar en este momento y no podrá exceder de esos 6,6 millones, que saldrán de los bolsillos de todos los vecinos porque en el pasado se ocuparon 17.000 metros cuadrados de carácter urbano de calles, aceras y accesos a la playa y otros 7.000 rústicos. Este es el fin de la historia, o el principio del fin, pero, como todas las historias, tiene un inicio y unos protagonistas.
El primero es Pedro Cabrera González, un cura majorero que cambió de isla y de forma de vida. Se casó con Eulogia Velázquez y regentó la tienda de Tiagua, una de las más prósperas de la época porque suministraba los productos de la cartilla de racionamiento. El 10 de febrero de 1939 le compra una gran porción de terreno en Caleta Caballo a Juan Hernández. En Tiagua se cuenta que la cambió por unos caballos aunque no tiene que ver con el nombre del pueblo, que ya aparecía así en dos mapas de 1742, según relata Agustín Pallarés en su blog.
Fuera como fuera, sus cuatro hijos, Víctor, Esteban, Andrés y Sebastián Cabrera Velázquez, un maestro, un propietario, un juez y un odontólogo, que sí montaban a caballo, venden en 1968 esos terrenos y otros heredados que agrupan en una finca de medio millón de metros a cerca de treinta profesionales, casi todos médicos y de Las Palmas (aunque también hay un agricultor, un tipógrafo, un joyero o un protésico dental) por 150.000 pesetas. Los terrenos son rústicos aunque en la escritura se especifica que los compran con el objetivo “de la explotación de la finca con fines turísticos”. Forman la Comunidad de bienes Caleta de Caballo y el terreno no se divide pero se lo reparten en cincuenta partes. Algunos adquieren una, otros dos y otros hasta 13.
En ese momento sólo había 15 casas y otras 10 construcciones. Además de Pedro Cabrera, que usaba el terreno para guardar ganado, se habían ido estableciendo pescadores de Soo y otros pueblos. El primero fue Juan García en los años 50 y a él le siguieron otros que construyeron unas chozas con permiso de Cabrera. En los años 80 tan sólo había unas 40 casas, y hoy cerca de 200. El ansiado desarrollo turístico (véase especulación) de la zona no llega porque se concentró en la costa sur de Lanzarote. Hasta Caleta Caballo no llega la luz eléctrica hasta 1987, y el agua más tarde, como recuerda una de las primeras vecinas que se fabricó su casa junto a la marea para pasar los veranos.
Teguise regaló terrenos entre 1985 y 1991, en periodos cercanos a elecciones municipales
Presentados los protagonistas del segundo capítulo, llegamos al tercero. Juan López, Marcos Dévora y Juan Peña, unos a partir de 1980 y otros de 1985, aparecen con escrituras notariales de compraventa de fincas que, sin embargo, están dentro de la finca que compran los médicos. A pesar de que aún era terreno rústico, hacen segregaciones y venden solares de 100, 200 y 300 metros. Peña vende, al menos, 42 solares de una finca de 20.000 metros donde se comienza a construir.
El protagonista del cuarto capítulo, desarrollándose en Teguise y en los años ochenta, sólo podía ser Dimas Martín, que había accedido a la alcaldía en 1983. Aparece en escena con un plano, con las parcelas hechas, las calles, una plaza… y algunos vecinos recuerdan que había hasta una Iglesia y una gasolinera. Por supuesto, una cancha de bolas y un campo de fútbol. El Ayuntamiento, o Dimas, abre un periodo de inscripción para que los vecinos de Teguise participen en una rifa de solares que se convierte en un sorteo que siempre toca. Solares a cambio de votos. Dice una vecina que en Tiagua casi nadie quiso el suelo porque sabían que los terrenos no eran municipales, pero muchos otros aceptaron unos 200 solares regalados sin escritura.
Esto se hizo en varios periodos. Los médicos presentan en 1994 una demanda de cuantía contra 150 personas (todos los que ocupan el suelo, incluido el Ayuntamiento) en la que aseguran que Teguise “ha vendido, regalado, donado, sorteado o rifado partes, zonas, granjas, parcelas o solares…” y añade que se ha hecho “en periodos cercanos a diferentes elecciones municipales”. En los plenos de Teguise hay constancia de que en 1988 el concejal socialista Francisco Rodríguez Montero pregunta al alcalde por los problemas de los vecinos que no tienen escrituras de algo que se les ha regalado.
Los médicos de Las Palmas acaban desistiendo de la demanda por problemas entre ellos y con su defensa, así que los nuevos propietarios tienen suerte. No tanta como los vecinos más honrados o más temerosos, que en 1991, antes de que se presentara la demanda y después de las elecciones, reconocen en una conciliación en el Juzgado que el Ayuntamiento les regaló esos terrenos y que no tienen escrituras, y aceptan pagar el precio del suelo a los médicos de Las Palmas, a 40.000 pesetas el metro.
A estas alturas los propietarios del quinto capítulo son los herederos de los médicos. Algunos son propietarios, literalmente, de la mitad de dos tercios de una mitad de la seiscientava parte del terreno. En 1999, casi todos, 562 de las 600 participaciones, crean una sociedad a la que llaman ‘Caleta de Caballo y Barranco del Bebedero’, pero pasan ocho años hasta que ponen un pleito en el que piden al Ayuntamiento de Teguise 17 millones de euros por las calles, el paseo de la playa, las canchas… Ganan en 2012, y el Ayuntamiento, defendido por el omnipresente Fernández Camero, recurre y pierde un año después. El Ayuntamiento reconoce la ocupación por la vía de hecho aunque discute el tipo de suelo y la valoración. El terreno, con los años y los hechos, se ha convertido en urbano.
Este es el pleito por el que los vecinos de Teguise, convertidos en protagonistas secundarios e involuntarios, tendrán que rascarse el bolsillo. Treinta años después, tendrán que pagar por unas calles que, si se hubiera desarrollado legalmente el suelo, los propietarios habrían estado obligados a ceder, además del diez por ciento del terreno y de las ganancias por las licencias de construcción.
Comentarios
1 porteño Sáb, 05/07/2014 - 12:06
2 DonPapeleo Sáb, 05/07/2014 - 14:54
3 otra mas Dom, 06/07/2014 - 09:26
4 marcial Dom, 06/07/2014 - 09:52
5 juan d. Dom, 06/07/2014 - 16:20
6 CONEJERO Lun, 07/07/2014 - 08:46
7 anónimo Lun, 07/07/2014 - 12:09
8 Mariana Carranza Sáb, 09/01/2016 - 18:23
9 Ruyman Lun, 27/08/2018 - 16:44
10 Anónimo Jue, 21/01/2021 - 08:57
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