César vuelve para incomodar al poder
Los participantes de una mesa redonda sobre territorio organizada por la FCM llaman a los lanzaroteños a “activar su aliento manriqueño” y usar su poder en las urnas
La mesa redonda Canarias, del suelo al territorio (in)sostenible, organizada por la FCM dentro de los actos del centenario de César Manrique, se convirtió en una llamada a los ciudadanos, los lanzaroteños en concreto, “para que activen su enorme valor en las pequeñas cosas que son vitales para Canarias”, según indicó, en referencia al espíritu manriqueño, uno de los ponentes, Eugenio Reyes, cofundador de la organización ecologista Ben Magec.
Junto a Reyes, trasladaron sus reflexiones otros expertos, todos ellos miembros de la Plataforma por un territorio sostenible, como lo es la propia Fundación César Manrique. Intervinieron el arquitecto y urbanista Faustino García Márquez, la catedrática de geografía física, Emma Pérez Chacón y el secretario insular de Comisiones Obreras en Gran Canaria, Antonio Pérez. La mesa fue moderada por el periodista Saúl García.
Los participantes abordaron desde sus distintas disciplinas el contenido del manifiesto, escrito y difundido por César Manrique en 1986, ¡Salvar la isla de Lanzarote!, que, en palabras del director de la FCM, Fernando Gómez Aguilera, recoge un grito de socorro por la Isla en que nació y una llamada a la sensibilidad colectiva para protegerla de la ambición, algo plenamente actual”.
Estos días se puede visitar en la Sala Saramago de La Plazuela la exposición César Manrique, palabra y compromiso: Al poder se le incomoda, que incluye un documental sobre la faceta más activista de Manrique, quien no ahorró jamás palabras contra la especulación que vio surgir en el Lanzarote de los años 80. “A mí me quiere la gente del pueblo porque soy como ellos”, dice el artista en uno de los vídeos conservados, “pero desprecio desde lo más profundo de mi alma a los especuladores”.
Manrique veía “un gran enemigo” en la codicia y la avaricia, lo que él llamaba “egoísmo destructivo”, indicó Gómez Aguilera, apuntando, irónicamente, a la confianza que tenía César en “el Gobierno autónomo, en cuyas manos creía que estaba la solución a este problema”.
Faustino García Márquez explicó las sucesivas leyes de ordenación territorial que ha tenido la Comunidad de Canarias hasta llegar a la actual Ley del Suelo, que compara con un “desembarco de los vikingos, donde los vikingos no vienen de fuera, somos nosotros mismos, porque esta Ley se ha aplaudido en cada isla”.
El urbanista destaca sobre todo lo irracional de una norma que “prohíbe los instrumentos de ordenación que imponen límites como distancias entre construcciones, categorías turísticas o protección territorial y, por el contrario, da instrumentos legales de destrucción masiva que no teníamos en 1986, cuando Manrique hizo su manifiesto”. El experto finalizó su intervención apuntando a la solución posible: “La voz y el voto en las urnas”.
Todos los ponentes aludieron a esta posibilidad de ejercer el poder ciudadano y exigir límites a los aspirantes a representantes públicos. Así, Emma Pérez Chacón, tras disertar sobre conceptos como capacidad de carga o el más actual límite de cambio aceptable, propuso “llevar el debate político a lo concreto” y pedir a los candidatos que se pronuncien sobre situaciones reales, como “cuántos catamaranes aceptarían en la playa La Francesa de La Graciosa” (con una capacidad, según un estudio, para solo 114 personas).
Terminó aludiendo a la particular medida de la capacidad de carga de Manrique: “No traspasar el umbral de la inquietud”. “Sin embargo, en estos momentos tenemos motivos para estar inquietos”, concluyó la catedrática. Antonio Pérez ilustró a los presentes en la Sala José Saramago sobre los beneficios reales que el incremento de turistas ha traído a las Islas, desmontando la consigna de a mayor número de visitantes más beneficio. “En realidad, la isla de La Palma, con mucha menos oferta turística, solo tiene dos puntos más de paro que Lanzarote”, explicó.
Los dos archipiélagos, Baleares y Canarias, que han incrementado exponencialmente las llegadas en los últimos años, han bajado, paralelamente, 15 y 17 puntos de renta per cápita respecto a la media nacional. “Así que César fue especialmente clarividente, advirtiendo de que el incremento turístico no implica una mejora de las condiciones de vida de la sociedad, solo de un grupo, el de los especuladores, y, además, destroza la gallina de los huevos de oro”, indicó Pérez, que considera que vincular falsamente el turismo masivo al bienestar social “es la coartada para llevar a cabo las modificaciones que desregulan la ley del territorio”.
Emma Pérez Chacón: “César calculaba la capacidad de carga como ‘el momento en el que se traspasa el umbral de la inquietud’ y ahora hay motivos para estar inquietos”
Por último, Eugenio Reyes tomó la palabra para explicar los procesos ambientales que desencadena el desarrollismo. “En cada uno de ustedes hay un César, actívenlo porque en once años se cumplirán los peores temores de Manrique, ya que el clima no será retornable. Estamos en un escenario de colapso sistémico”, dijo.
Aseguró que la Ley del Suelo “es una ley contra la vida porque no pone límites y es precisamente el concepto de límite el que marca la existencia”. Explicó lo que mide la llamada huella ecológica (el costo de este desarrollismo) y puso el ejemplo de los cinco planetas que necesitaría la humanidad si todos sus habitantes vivieran como los estadounidenses, una escala que se eleva a once planetas, si hablamos de Lanzarote, “donde cada año se sirven 38 millones de desayunos”.
Según los parámetros ecologistas, a Canarias “le sobran” 15 millones de turistas para cumplir con el equilibrio sostenible, un precepto convertido en “simple eslogan” para vender más camas. Reyes acabó su intervención recreando un esbozo de lo que imagina que sería hoy el manifiesto de César y que reivindicaría el suelo agrario, “el campo”, en alusión, una vez más a la flexibilidad de la Ley del Suelo de Canarias con la actividad turística en suelo rústico.
El manifiesto se articularía en una relación de derechos encabezados por el “derecho a existir del campo”. “Derecho al cacareo del gallo, al pasto de las cabras, a sus cacas, a darnos de comer, a las flores, las mariposas, a la primavera”. Una declaración inspirada en la Isla Utopía de Tomás Moro “que no era otra cosa que un diálogo entre el campo y la ciudad”. Reyes también se refirió a la próxima cita electoral. “Hoy toca ser pequeños héroes, pero el reto también nos hace imbuirnos del espíritu de César Manrique”.
Comentarios
1 menuda jeta Mar, 07/05/2019 - 10:22
2 Amañando Santana Mar, 07/05/2019 - 12:07
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