El ilustrador científico lanzaroteño Fran Rodríguez, licenciado en Ciencias del Mar, ha expuesto su obra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y ha participado en proyectos de divulgación. Su trabajo Atlantic Collection quiere generar conciencia ambiental
El ilustrador de las criaturas de los charcos
El ilustrador científico lanzaroteño Fran Rodríguez, licenciado en Ciencias del Mar, ha expuesto su obra en el Museo Nacional de Ciencias Naturales y ha participado en proyectos de divulgación. Su trabajo Atlantic Collection quiere generar conciencia ambiental
Francisco Rodríguez (Lanzarote, 1980) ha pasado mucho tiempo jugando en el agua salada, más o menos como todos los chinijos que veranean en un pueblo costero. Tubo y careta para margullar, a veces con la gueldera del abuelo para coger pejeverdes y flipar de cerca con sus colores, y siempre con ánimo explorador para inspeccionar los charcos, unos alucinantes microuniversos que el mar regala a la tierra firme cuando se repliega.
“El mar era la diversión y la manera de descubrir la naturaleza”, recuerda sentado al pie del Puente de Las Bolas. Nieto y sobrino de pescadores, habitante habitual del Varadero de La Tiñosa, el mar ha sido su casa, su parque, su despensa y su preocupación desde niño.
“En 38 años la contaminación ha avanzado muy rápido”, advierte este ilustrador naturalista lanzaroteño. “Se nota a simple vista en los colores de los charcos”, que ahora son más monótonos y verdes. Hay algas que se desarrollan aupadas por las aguas residuales que vertemos al mar y especies que se han visto perjudicadas por la salmuera que han escupido durante años las desaladoras privadas que han operado en algunos de los establecimientos turísticos de la Isla.
La vida en los charcos es un indicador excepcional de la calidad del ecosistema. Ya no existe el maremágnum de viejas, tamboriles, gallinitas, cabosos y estrellas de mar que existía antes en la costa. “El desarrollo de la infraestructura turística en Lanzarote no estuvo acompañado de una mejora del tratamiento de las aguas residuales ni de la desalación de agua”, reflexiona Fran, que después de licenciarse en Ciencias del Mar en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, descubrió el dibujo como herramienta para la conciencia ambiental.
Eso ocurrió hace cuatro años, cuando participaba en un curso de educadores ambientales y trabó conversación casual con el encargado del mantenimiento de la academia, un hombre que se había dedicado a la ilustración. Así, y con unos botes de témpera, empezó la carrera artística de este científico marino.
Fran Rodríguez. Foto: Manolo de la Hoz.
“En 38 años la contaminación ha avanzado muy rápido. Se nota a simple vista en los colores de los charcos”
Lo primero que dibujó fue una pareja de calderones grises y una tortuga carey. La experiencia le pareció gratificante porque dibujar significa comprender mejor la realidad y fijarse en sus detalles. Quiso continuar y en estos años ha reproducido en acuarelas fotos extraordinarias del ornitólogo Gustavo Tejera, el fotógrafo de cetáceos Teo Lucas y los fotógrafos submarinos Octavio Cancio, Enrico Pati y Sacha Lobenstein, campeón de España de esta modalidad.
Un día decidió involucrarse más en el proceso creativo y empezar a explorar los charcos con una cámara de fotos propia y una pecera. Fundamental hace dos siglos para transmitir los hallazgos de las primeras expediciones exploratorias, la belleza de la ilustración naturalista se ha convertido en una poderosa herramienta de sensibilización. Los burgaos (Phorcus sauciatus) o la jaca (Eriphia verrucosa) son criaturas cotidianas en la vida de un isleño, que a veces no se aprecian en toda su hermosura y detalle hasta que la mirada no se para quieta. Es lo que consiguen las obras de Fran Rodríguez.
“Una de las cosas más bonitas es darse cuenta de que su aspecto externo tiene siempre un porqué: obedece a una necesidad fisiológica”, cuenta en el muelle de la Pescadería, mientras un niño se lanza al agua sin importarle el frescor de diciembre. Un ejemplo de la forma de lo útil en la naturaleza son las potentes aletas pélvicas que tienen los cabosos y que le sirven para sostenerse en el agua y no ceder terreno.
Su trabajo ha ilustrado los paneles divulgativos que el instituto para la investigación de cetáceos y especies marinas en Canarias, CEAMAR, propuso para la avenida de Playa Honda. También hay ilustraciones naturalistas de este lanzaroteño en la guía de la Isla de Lobos y en el libro El país de los pájaros que duermen en el aire, de Mónica Fernández-Aceytuno, una de las mayores divulgadoras de naturaleza de España. El último trabajo de Fran ha sido ilustrar varias especies exóticas para un material que va a editar la Oficina de la Reserva de la Biosfera de Lanzarote.
Desde hace un tiempo dibuja sus propias postales protagonizadas por la fauna marina. El proyecto se llama Atlantic Collection y junto a la acuarela escribe a mano la descripción científica de la especie, en español e inglés, y su zona de distribución. Impresas en Canarias, sus obras se pueden comprar en la tienda de La Casa Amarilla y en la del Museo Internacional de Arte Contemporáneo, en el Castillo San José, además de en el mercado navideño de la galería de arte Enmala, en varias tiendas de la Isla y en su tienda online. Ya hay varias enmarcadas en distintos puntos de la geografía española.
El choco (Sepia officinalis) que Fran dibujó tomando como modelo una foto de Octavio Cancio estuvo expuesto en el Museo Nacional de Ciencias Naturales de Madrid, junto a los otros 39 finalistas del certamen internacional Illustraciencia, que convoca el museo junto a la Asociación Catalana de Comunicación Científica. El certamen recibió más de 500 propuestas. El científico lanzaroteño ha impartido cursos de educación ambiental, gestión de residuos y tratamiento de compostaje, y ha trabajado en la Sociedad para el Estudio de los Cetáceos en el Archipiélago Canario (SECAC), pero el mercado laboral es complicado para los científicos. “Muchas veces son proyectos puntuales y trabajos muy irregulares”, dice. Como también es un apasionado de la naturaleza terrestre y del trato con las personas, actualmente trabaja en El Cribo como monitor de un taller ocupacional, mientras sigue estudiando las especies de los charcos y su importancia en la vida de los primeros pobladores de la Isla.
Unos comunes y preciosos burgaos (Phorcus sauciatus).
Algunos de los fans más entusiastas de sus dibujos son los niños. Ver retratado como una obra de arte todo ese museo al aire libre que ellos disfrutan cada verano les parece alucinante
También sigue formándose en la disciplina del dibujo. Hace poco amplió sus conocimientos en un taller de ilustración botánica con Marta Chirino, que lleva años divulgando a través de su arte el patrimonio del Real Jardín Botánico y de otros proyectos científicos. Lo que le gusta a Fran de la ilustración naturalista es que permiten al autor mostrar una visión personal de la biodiversidad. Pero valora también el rigor representativo de otra disciplina hermana: la ilustración científica. “Todo el mundo ha arreglado un calamar por dentro y sabe cómo es: separar cada órgano, ver las conexiones y dibujarlas en un esquema morfológico es un trabajo increíble”.
Algunos de los fans más entusiastas de sus dibujos son los niños. Ver retratado, como la obra de arte que es, todo ese museo al aire libre que ellos disfrutan cada verano les parece alucinante. No hay más que acercarse a los charcos para darse cuenta de esta pasión: niñas y niños agazapados mirando burgaos o deseando juntarse mar adentro con un pepino de mar (Holothuria sanctorii) con igual o mayor interés que si estuvieran viendo un pokemon.
Comentarios
1 Luz y Tinieblas Dom, 06/01/2019 - 23:59
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