Juan José Millás: “Desde un acuerdo absoluto con la realidad y contigo mismo no escribes... y seguramente tampoco lees”
El escritor leyó una conferencia en la Fundación César Manrique. Habló más de lectura que de escritura. Antes recibió a Diario de Lanzarote
-En su discurso del Premio Nobel, Vargas Llosa dijo que aprender a leer era lo más importante que le había pasado en la vida. ¿A usted también?
-Sin duda que el que aprenda a leer, no el que aprenda a leer mecánicamente, porque la lectura es una conquista..., el que se aficiona a la lectura de textos literarios, esa persona abre un agujero a la realidad, es como si abriera un ojo de la cerradura por la que se asoma a lugares que no se asoma el que no tiene esa afición... Lo que pasa es que no es una conquista sencilla. Para mí no fue difícil porque cuando me encontré con un libro que me gustó me caí del caballo para siempre.
-¿Cuál fue ese libro?
-Fue una novela de Julio Verne que se llama Cinco semanas en globo que leí en la biblioteca pública de mi barrio, me quedé deslumbrado y me convertí en un lector enfermizo. La diferencia entre ser lector y no serlo son dos vidas diferentes. Sin duda, mi vida no habría tenido nada que ver si no hubiese sido lector, así que sí, quizá es el suceso que más ha determinado mi existencia, porque después de lector me hice escritor.
-¿Leer nos hace más libres?
-Es que la literatura es un modo de conocimiento de la realidad y cuanto más conozca uno la realidad, menos manipulable es. Es evidente que la gente ignorante es más manipulable y la sabiduría se adquiere fundamentalmente leyendo, no viendo la televisión. En torno a la lectura también suceden otras cosas, porque cuando uno se aficiona a la lectura se aficiona a la cultura. Es raro un lector al que no le guste el cine, o que no le guste el teatro o ir a una exposición. La lectura sería el núcleo de muchos materiales culturales que le hacen a uno más libre, desde luego.
-La conclusión del último Barómetro sobre la lectura es que leemos más pero peor, que se pierde la lectura atenta. También se habla de una “epidemia” de faltas de ortografía que se supone que se produce por leer menos o peor... y la lectura compite, sobre todo ente los jóvenes, con el lenguaje audiovisual. ¿Son buenos tiempos para la lectura?
-No sé las estadísticas y siempre me llegan informaciones contradictorias. Por un lado está eso pero, por otro, nunca se ha leído tanto como ahora ni los libros han tenido las tiradas que tienen ahora. Pío Baroja tenía tiradas de 7.000 ejemplares que se consideraba un éxito. Los lectores, a lo largo de la historia, no han sido un grupo muy numeroso, la lectura fue una cosa de minorías, pero conformaban una masa crítica suficiente como para trasladar los valores de lo que leían a la sociedad en la que vivían. Muy poca gente ha leído a Petrarca, a Dante, a Shakespeare o a Cervantes pero sin embargo los valores que encarnan esos escritores están en la sociedad porque se han transmitido por ósmosis desde ese pequeño grupo de lectores. Lo importante es que la masa crítica, que es el número de personas necesario para que suceda algo, no sea tan pequeña que no sea capaz de transmitir esos valores.
-Hace décadas que se anuncia la muerte de la novela...
-Yo ya nací con la novela muerta...
-Eduardo Mendoza afirmó que la novela ha ido perdiendo su influencia en la sociedad...
-Lo que decía Mendoza es que había muerto la novela de sofá, que había muerto ese lector que una tarde se sienta en un sofá a leer una novela. Ahora se lee en el Metro o al acostarse… Tampoco lo sé, yo soy un lector de sofá, leo todas las tardes tres o cuatro horas, pero si comparas el negocio editorial de ahora con el de principios de siglo, estamos mejor. ¿Que los lectores son pocos? Son pocos...
-¿Y no pierde influencia la novela? Ahora hay muchos otros productos: cine, series...
-Sí, son parte de la cultura. Es difícil medir la influencia de la novela en tiempo real. Necesitamos perspectiva para ver qué influencia ha ejercido en su época una novela o un grupo de novelistas. Eso no se puede ver con la actualidad pegada a nosotros.
-Es común que muchos lectores, sobre todo hombres, a partir de una edad se enorgullezcan de que no leen novelas y se pasan al ensayo...
-También es muy antiguo, a partir de los cuarenta sólo ensayo... A mí me sigue gustando la novela. Cada vez uno se vuelve más exigente porque ya sabes muchas cosas, pero yo no he sentido ese rechazo ni una afición mayor por el ensayo, que ya la tuve desde joven.
-¿Qué le sigue impulsando a seguir escribiendo?
-Es una forma de vida. Para mí resultaría impensable no escribir. Lo dejaría si me quedo tonto o algo así. Si no, me levanto de la cama y ¿qué hago?, si no sé hacer otra cosa...
-¿No hubiera preferido escribir una obra maestra, decir todo lo que hubiera querido decir, y ya?
-Me hubiera gustado escribir una obra maestra, sin duda, pero es que me gusta escribir. Es como el ebanista al que le gusta hacer muebles. ¿Por qué va a dejar de hacerlos? Además yo tengo una idea de la escritura muy artesanal, la identifico más con algo artesanal que como un gran arte. Conozco carpinteros, por decir una profesión que me gusta mucho, que se jubilan y siguen haciendo cosas con la madera, yo es que no encuentro nada que me guste más.
-En sus novelas siempre se plantea una forma nueva, original, de mirar a la realidad. ¿Es un mecanismo defensivo hacia esa realidad?
-Es un modo de investigar sobre la realidad, de acercarse a ella y conocerla. El escritor tiene la obligación de ver la realidad desde otro punto de vista al habitual porque si no, sus libros no tendrían ningún interés. La obligación es desfamiliarizarse de lo que le es familiar para que aquello que le es familiar cobre significado. Seguramente hoy has pasado por varios semáforos y ni los has mirado ni los has visto. Seguramente no has visto un semáforo en tu vida, pero si esta noche al llegar a casa te encontraras en medio del salón un semáforo, te extrañarías y lo verías por primera vez, porque has cambiado de contexto y te extrañas. Esto es lo que tiene que conseguir el escritor: que aquello que no nos dice nada, aquello que es cotidiano, cobre una luz especial. Y esto es una obligación de cualquier escritor porque para escribir desde el mismo punto de vista que vemos habitualmente la realidad..., para eso no se escribe.
-No hay que perder la capacidad de sorpresa...
-Ni de extrañamiento. Hay que extrañarse. Solo se puede escribir desde la extrañeza. Por eso yo suelo decir que se escribe desde el conflicto. Desde un acuerdo absoluto con la realidad y contigo mismo con el mundo, no escribes. Y seguramente tampoco lees.
-Hay otras formas de abordar la realidad desde una óptica que se podría llamar más social o política... Aparentemente usted no ha tomado esa vía.
-No es cierto... pero da igual. Fíjate cuáles son los libros que a lo largo de la historia resisten, ¿aquellos que están pegados a una historia perecedera? Alicia en el país de las maravillas es aún un libro contemporáneo. ¿Hablaba de los problemas políticos de su época? No, pero hablaba de los problemas políticos de todas las épocas. Cada uno escribe de lo que quiere. Es que no entiendo muy bien si lo que me dices es...
“Los lectores, a lo largo de la historia, no han sido un grupo muy numeroso, la lectura fue una cosa de minorías, pero conformaban una masa crítica suficiente como para trasladar los valores de lo que leían a la sociedad en la que vivían”
-No es un reproche...
-... ¿por qué no hace realismo socialista? Pues porque no es mi registro…
-¿Los médicos deberían recetar leer? Porque siempre aconsejan el ejercicio físico cuando hay una larga lista de escritores que viven muchos años y uno no les imagina yendo al gimnasio. ¿Se sobrevalora el ejercicio físico frente al intelectual?
-No me atrevería a decir que el ejercicio físico es malo, ni es incompatible con la lectura, se pueden hacer las dos cosas…
-Pero casi nunca se hace ese énfasis en el ejercicio intelectual...
-Bueno, hay prescriptores… Cada vez hay menos librerías pero aún hay libreros que prescriben libros, hay suplementos literarios... Del mismo modo que los periódicos tienen páginas de salud también hay suplementos literarios.
-Usted imparte talleres de escritura. ¿En qué porcentaje se puede enseñar a escribir, a ser escritor?
-¿A escribir se aprende o se nace sabiendo?
-Se aprende.
-Pues todo aquello que se aprende se puede enseñar.
-¿Pero se enseña a escribir bien? Porque si no se tiene nada que decir...
-Hombre, no se va a enseñar a escribir mal. Yo tuve una alumna que escribía correctamente y le encargaba, de broma, “intenta escribir mal a ver si sale algo con fuerza”. A escribir se aprende. Esto es una cosa romántica que le ha tocado a la literatura no sé porqué. ¿A que no se te ocurriría preguntar a un pianista si a tocar el piano se aprende?
-No.
-Porque es evidente que hay que aprender.
-Sí, pero dígame cuántos grandes escritores han salido de escuelas de escritores.
-En Estados Unidos lo normal es que salgan de escuelas de escritura y luego sean profesores de escuelas de escritura. Foster Wallace, por citarte uno. Pero insisto, haz esta reflexión: a un pianista no le harías esa pregunta, y el lenguaje es mucho más complicado que un piano.
-También hay escuelas de vida y tengo mis dudas de que sirvan para algo...
-Bueno, si crees que la escritura es una cosa innata no te voy a a discutir...
-No es que sea innata, sino que creo que la mayor parte de aprendizaje es algo interno, más personal...
-Muchos escritores han aprendido de forma autodidacta. Las escuelas de escritura son una cosa relativamente moderna. Yo no tuve la oportunidad, ya me hubiera gustado, porque coges atajos... Que alguien con experiencia te diga cómo resolver las dificultades que te vas a encontrar en el camino es estupendo... Ahora, ¿que es obligatorio?, no, pero facilita mucho. También se aprende a tocar el piano solo. Acudir a un taller de escritura, si el taller es bueno, proporciona muchas ventajas.
-Así que lo normal sería que ahora hubiera mejores escritores que nunca...
-No sé, no se puede medir. La literatura tiene una cosa peculiar. Hay escritores que en su día fueron malos y el tiempo los hizo buenos, y escritores que eran buenísimos y el tiempo los ha hecho malísimos. Es más, hay obras que se escribieron sin intención literaria y han pasado a la historia. La Biblia no se escribió con intención literaria y es una de las grandes obras de la Literatura. Freud, si no pasa a la historia de la ciencia, merecería pasar a la historia de la literatura porque es un gran escritor. El origen de las especies es una gran obra literaria independientemente de sus virtudes científicas. No sé si estamos en una edad de oro de la literatura, eso se ve con perspectiva.
-¿Como lector le interesan autores contemporáneos?
-Sí
-¿Españoles?
-Sí
-Recomiende alguno.
-Voy a recomendar dos, pero para que los leas: Gabriela Ybarra y Manuel Vilas.
Comentarios
1 Flâneur Dom, 16/12/2018 - 17:05
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