SOCIEDAD

Encender las estrellas: crece el interés por la astronomía y el turismo científico

El cielo, desde el Parque Natural de Los Volcanes. Fotografía de Amanda J. Mandry y Raúl Martínez Morales (kosmos-lanzarote.com).
M.J. Tabar 4 COMENTARIOS 17/02/2018 - 08:00

En los años 90 del pasado siglo, varios pescadores de La Tiñosa relataron a un investigador del Instituto de Astrofísica de Canarias cómo guiaban sus barcos con la brújula de la bóveda celeste. En invierno, la Estrella del Sur (Canopo) les señalaba la dirección austral con un “resplandor verde muy brillante”, inconfundible en el firmamento.

Al otro lado de la conversación estaba una eminencia internacional de la arqueoastronomía: el astrofísico Juan Antonio Belmonte, profesor de la Universidad de La Laguna y autor junto a la investigadora Margarita Sanz de El cielo de los magos, un libro sobre el conocimiento astronómico que los campesinos y marineros canarios aplicaban a su vida diaria. El estudio implicó entrevistas con 36 viejitos de Lanzarote, Fuerteventura y Tenerife. La mayoría ya no están entre nosotros.

Antes de que existieran los relojes, o de que existieran pero nadie pudiera comprarlos o entender sus números, la sombra del sol indicaba la hora. Al cúmulo de las Pléyades les llamaban Las Cabrillas porque parecía un rebaño estelar. Cuando el planeta Venus se ponía en poniente es que iba a traer lluvia. También la Luna valía para hacer una predicción meteorológica. Había que fijarse en ella el primer día después de nueva, justo después de la puesta de sol; si el satélite estaba por occidente con sus ‘cuernos’ mirando hacia el sur, había probabilidad de lluvia.

Este conocimiento empírico “viene desde el principio del mundo y de unos a otros”, dejo dicho Claudio Teófilo Cazorla, a sus 81 años, en el libro. Cada pueblo ha tenido tradicionalmente una atalaya que ayudaba a predecir el tiempo. Una de ellas era Montaña Blanca. En Tías llamaban La Canícula a las cabañuelas de agosto: el aberrunto que se hacía analizando los doce primeros meses de ese mes veraniego y que debía servir para calificar el tiempo del año venidero.

La piedra calendárica de Teguise

La famosa estela de Zonzamas, el monumento más importante de todo el material recuperado en este yacimiento, formaba parte de la muralla que rodeaba el poblado aborigen. Desde el punto exacto donde se halló, en cada equinoccio (del 20 al 21 de marzo, y del 22 al 23 de septiembre), se puede observar la salida del Sol por la Montaña de Tahíche. En la cima de esta montaña también se localizó un depósito ritual.

Ya en el siglo XIV, el Papa Urbano VI se refería a los habitantes de Canarias como “adoradores del Sol y la Luna”. “La población reconocía y tenía un conocimiento exquisito del cielo”, dice Nona Perera, arqueóloga y colaboradora en numerosas investigaciones arqueoastronómicas. La estela de Zonzamas tiene en su parte superior cinco semicírculos concéntricos que se han interpretado como motivos lunares o solares. Estos son algunos de los datos que llevaron a los investigadores a pensar que los majos practicaban una religión astral.

En 1998, un hallazgo casual pudo haber aclarado este aspecto de la historia prehispánica insular. En Teguise, villa erigida sobre un gran poblado aborigen, se encontró una piedra de lavar con rayas incisas. Aparentemente, las líneas servían para facilitar el frotado de la ropa. Sin embargo, el descubrimiento de la parte posterior de la piedra, que había permanecido oculta durante siglos, reveló grabados más interesantes: más líneas y círculos, “números astronómicos” que indican semanas y sistemas trienales de medición del tiempo. La tienda donde se exhibía la piedra cerró poco tiempo después de que se hicieran fotografías de lo que puede ser una “estela calendárica “ con una “alta probabilidad” de tener un origen prehispánico.


Piedra calendárica de Teguise. En paradero desconocido. Fotografía de Mª Antonia Perera.

“La zona de Jameos es espectacular”

El astrofísico Raúl Martínez (Granada, 1971) lleva veinte años trabajando como divulgador astronómico en Lanzarote con su proyecto Kosmos Lanzarote. Dice que la observación de la bóveda celeste tiene un efecto parecido al de un viaje: “Nos pone en nuestro sitio, nos ubica y nos da perspectiva”. En este tiempo ha visto aumentar el número de farolas que lanzan chorros de luz al cielo, haciendo invisibles las estrellas y derrochando una enorme cantidad de energía, pero también el número de personas “con inquietud” de mirar el cielo.

Por encima de la capa de inversión térmica, situada entre los 1.000 y los 1.500 metros de altitud, la atmósfera es serena y transparente, un requisito fundamental para observaciones profesionales, como las que realizan en La Palma, que cuenta con unos de los observatorios más privilegiados del mundo, junto a Hawái, Chile, México y Arizona. No es el caso de nuestra Isla, que alcanza su máxima altitud en los 671 metros de las Peñas del Chache. Aún así, encontramos buenos sitios para ubicar telescopios y prismáticos. “La zona de Jameos del Agua es espectacular”, dice Raúl, siempre y cuando no haya nubosidad, el hándicap que tiene la parte septentrional de la isla. El jable, por Soo y Tiagua, el Pico de Femés y La Geria son otros buenos puntos.

A finales de este mes de febrero, al atardecer, podremos ver al brillantísimo planeta Venus, el Lucero. También en 2018 viviremos otro acercamiento al planeta Marte que aparecerá en nuestro cielo con un brillante color rojizo. Además de las lluvias de estrellas (Perseidas de agosto, Gemínidas de diciembre), el cielo oscuro ofrece un espectáculo diario y una fuente de conocimiento global. Para comprobarlo basta un planisferio celeste y unos prismáticos, o, mejor, apuntarse a una de las caminatas astronómicas que organiza Raúl.

La astrofísica Antonia Varela (Tenerife, 1965) es una de las científicas que contribuyó al desarrollo y aprobación de la Ley del Cielo, un reglamento pionero en el mundo que protege el cielo oscuro, por razones científicas y ecológicas. “Nos ha costado mucho tiempo explicar que no queremos apagar las calles sino alumbrarlas de una forma inteligente”, dice. El ahorro energético ha convencido a algunas instituciones de que merece la pena invertir en el cambio de alumbrado. Otras están comprobando los beneficios que genera el astroturismo. Hay viajeros cuya motivación principal para venir a Lanzarote es la observación de aves. Otros vienen a Canarias en busca de cielos oscuros para realizar observaciones astronómicas, acompañadas de una oferta turística que permite conocer la idiosincrasia local (senderismo, gastronomía de proximidad, etc.).

Desde 1994 y hasta el año 2016, la Oficina Técnica para la Protección de la Calidad del Cielo realizó 1.200 denuncias relacionadas con la contaminación lumínica, radioeléctrica y atmosférica en La Palma y en el área protegida de Tenerife. “Las denuncias de los ciudadanos sólo representan el uno por ciento del total”, dicen. En su web proporcionan información técnica sobre las luminarias que se ajustan a la ley y al sentido común, y un formulario para que cualquiera pueda cursar una denuncia.

“Es muy común ver en nuestras calles los típicos faroles de cuatro caras con lámparas en posición vertical, que resultan muy contaminantes”, añade la Oficina. En las zonas protegidas prácticamente han desaparecido, pero son el común denominador en el resto de Canarias. La introducción de farolas led, como las que se instalaron en Teguise, es una buena noticia porque no envían luz hacia el cielo, pero “es preocupante” que el tipo de luz sea habitualmente blanca azulada, en vez de una mucho más razonable ámbar.


Antonia Varela, junto al telescopio IAC80, en el Observatorio del Teide. Fotografía de Mónica Rodríguez.

Atlanticnetsky y Starlight

Este año, Geoparque Lanzarote recibirá 170.000 euros, en un 75 por ciento procedentes de financiación europea, para impulsar el astroturismo en la Isla. El proyecto forma parte de Atlanticnetsky, una iniciativa impulsada por el Alentejo portugués y en el que participarán también Tenerife, Badajoz, Huelva, Cádiz, Sevilla, Cornualles, Galway y el Parque Nacional de Exmoor.

El municipio de Haría comenzó hace dos años a dar los primeros pasos para ser municipio Starlight, un sello avalado por el Instituto de Astrofísica de Canarias y la Unión Europea que garantiza un cielo oscuro y no contaminado para la observación de estrellas. El clima, la calidad del aire, la contaminación lumínica o la transparencia atmosférica son algunos de los parámetros que se analizan.

Starlight organiza cursos para formar “guías de estrellas” y “técnicos de alumbrado”. ¿Por qué invertir en divulgación astronómica y en recuperar la oscuridad del cielo? Antonia Varela da una larga lista de argumentos: ahorramos energía, evitamos la muerte de aves deslumbradas y desorientadas, tenemos un mejor conocimiento del lugar que ocupamos en el Universo y creamos puestos de trabajo ligados a un turismo científico sostenible.  

Comentarios

Con la contaminación luminica que hay en la isla, pocas estrellas van a ver. Tinajo parece una una discoteca vista desde fuera. Y Arrecife, Puerto del Carmen y Costa Teguise igual o peor.
Fenómeno curioso el apartado económico que el Ayto de Teguise dedica a la ILUMINACIÓN. En los últimos años el gasto en este campo es llamativo, como también lo es el pueblito de Nazaret que ahora por las noches parece un belén con tanta iluminación
Debemos cuidar el cielo de Lanzarote y evitar la contaminación lumínica, no cabe duda, pero debe ser compatible con la iluminación de las calles, que los turistas no tengan que ir con linternas por la calle porque pueden tropezarse o que los delincuentes puedan ir a sus anchas porque la oscuridad les protege... dense un paseo por barrios como Las Coloradas en Playa Blanca, donde vivimos con candilejas.
De Playa Blanca.. ¿Sólo te preocupan que no vean los turistas?. El problema en esta isla es que todo se hace pensando en el turismo, y vamos camino de convertirnos en un destino vulgar. En esta isla hace falta menos turismo y menos residentes llegados de todas partes del mundo. Hace falta control en el numero de vehiculos de alquiler, que ya hay demasiados. Todo esto no importa solo importa el dinero a costa de destruir una isla y la poca calidad de vida que nos quedaba. Me dan asco.

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