Mariluz Fajardo

Por qué Dámaso

Febrero de 2014, los medios de comunicación se hacen eco de la donación por parte del artista Pepe Dámaso al Ayuntamiento de Tías, de seiscientas de sus obras.

Las donaciones

En el legado se encontraría diversa documentación en distintos soportes, así como obra de César Manrique y los testimonios materiales que sustentan la relación que mantuvieron. El objetivo del artista es que Lanzarote cuente con “su legado artístico” del que desea que esté presente en todas las islas del archipiélago, firmando el preacuerdo en el propio ayuntamiento, con la presencia del alcalde, el artista, y el concejal de cultura.

De la donación nunca tuve más información, quizás porque el propio ayuntamiento no supo cómo gestionar ese legado, desconocía dónde lo depositaría, ni de dónde obtendría los medios económicos para mantener una exposición permanente con esta obra. Es probable que ese preacuerdo fuera rescindido, por una o ambas partes, por incumplimiento de los compromisos a que hubiera lugar.

Su curriculum como artista, leído de corrido, parece de cierta entidad, aunque habría que valorar qué huella dejó en sus muestras artísticas

Es septiembre de 2015. Con la presencia del presidente del Gobierno de Canarias, la consejera de Hacienda y la comisaria de la Fundación Pepe Dámaso, se procede a la firma del convenio de cesión al pueblo canario del legado del artista a través del Gobierno autónomo. En esta ocasión se trata de seis mil obras e inmuebles, nuevamente, “obra de César Manrique así como los soportes materiales que testimonian la relación que mantuvieron”, y piezas de otros autores.

Clavijo se compromete en ese acto a la creación de un museo en las ocho islas. En el mismo mes, Ana Oramas, diputada nacional por Coalición Canaria, publica una sentida carta (“La generosidad del genio”. La Voz de Lanzarote, 26 de septiembre de 2015), elogiando la vertiente humana del artista, su interés como tal y el gesto de la donación. Artista con el que parece mantener una relación personal de profundo afecto. En noviembre de 2015, Mírame TV premia a Pepe Dámaso por la dimensión universal que ha adquirido su obra. El galardón lo recoge Fernando Clavijo, presidente del gobierno, en calidad de amigo.

La obra de Dámaso

Si hoy Dámaso es algo, podríamos afirmar que es un autor muy prolífico, pues no hay mayor estímulo que el compromiso que el Gobierno adquiere, a petición de los cercanos al artista, o él mismo, para estar representado ad aeternum, en todo el archipiélago canario. Corresponde, por tanto, producir, producir, producir…, pues el logro de cierto grado de eternidad es una meta que colma ampliamente cualquier ambición.

Su curriculum como artista, leído de corrido, parece de cierta entidad, aunque habría que valorar qué huella dejó en sus muestras artísticas, qué entidad tuvieron esas exposiciones, si fueron o no colectivas y si de las mismas se desprendió algún reconocimiento.

A la vista de la mayor parte de su obra, nada me invita a reconocer una obra grande, ni que se desprenda cierta solvencia en la resolución de los retos que se marcó. Dámaso es reconocible a la legua, pero ello no resulta un halago a priori. Es fácil recordar aquella obra que dio en denominar Héroes Atlánticos, y que circuló ampliamente, auspiciada por el Gobierno canario. Aun hoy, cientos de catálogos se pudren en cajas. No creo que esos héroes fueran un hallazgo artístico. Es más, creo que hay una gran parte de la obra extraordinariamente desafortunada, siendo el conjunto de bocetos los que peor parte se llevan. Su cercanía y su relación con Manrique, que el mismo Dámaso se encarga de que no olvidemos, parecieron forjar la necesidad de ser artista, también el momento histórico que le pilló y el extenso elenco de personalidades de ese mundo que le rodeaban. Parecía el marco natural en el que hacer carrera.

La precaria salud del artista, su edad, su situación personal, hasta su trayectoria artística pueden justificar determinados homenajes. Éste, raya el esperpento

Carezco de interés en determinada cinematografía; por tanto, sobre la aportación de Dámaso a ese mundo me abstengo de opinar. De su trayectoria plástica puedo extraer piezas con ciertos valores estéticos de las que recuerdo objetos pegados al soporte, y una suerte de fauna que se hacía presente en su obra. Recuerdo piezas de los años sesenta, curiosas, pero nada más. Mucho más reciente es su homenaje a Pessoa del que no tengo la impresión de que la resolución del conjunto disfrutara de brillantez.

De su obra arquitectónica, por hacer, La Caracola, construcción que ya cuenta con financiación que ha asumido el Cabildo de Fuerteventura, será una edificación que, al modo de los centros turísticos ideados por Manrique, se emplazará en lo alto de Jandía. Permítaseme la vulgaridad de calificarla como fruto de una resaca Kitsch, que una comunidad silenciosa observa, evitando manifestarse para no caer en el ridículo de que su opinión en contra pueda ser calificada como de ignorancia, o que una alabanza resulte grotesca. Toca silencio cómplice a cómo se utilizan los recursos públicos.

Quizás no se pueda afirmar que no merece un hueco en el panorama plástico de Canarias, que lo tiene, pero lo tejido creo que se sale de cuentas.

La cesión final del legado

De las intentonas del artista o de sus cercanos de ceder obra a la administración para que esta la gestione, nos quedamos con el abortado asunto del Ayuntamiento de Tías, y siempre apelando a la correspondencia con Manrique como estrella de la cesión. Es indudable que de tener interés en que se conozcan y custodien esas cartas, su lugar final debiera ser la propia Fundación César Manrique, que, por cierto, ni se creó con recursos públicos, ni se gestiona con ellos y nace para mantener el espíritu del artista y custodiar su legado. ¿Se utilizan las cartas de Manrique para otorgar trascendencia al legado? EL problema no sería del artista sino de quienes le siguen el juego.

El ayuntamiento se deshizo de su compromiso, probablemente alertado de que su precipitación en la firma del preacuerdo le traería consecuencias en forma de cargas que no podría asumir. Lo que parecía un regalo, quizás no lo era tanto.

El Presidente Clavijo se tira a la piscina, aparentemente, comprometiendo recursos públicos para un proyecto que raya la desmesura, y que, ni en vida, ni tras su muerte ha tenido ningún canario ilustre en ningún campo. También, aparentemente, incapaz de dar respuesta al dislate de los ocho museos, encomienda, por tanto, a los cabildos -y el propio Dámaso se encarga de recorrerlos- que no olviden su proyecto. Obliga a los canarios a asumir una muestra permanente que, ni artistas, ni la intelectualidad han hecho notar que es de interés universal, pues les comprometería en su rigor dar su aprobación. Censurar la aceptación de la donación les cerraría puertas, que, a la vista de los hechos, sólo se abren para los amigos. Por ello, toca silencio. Silencio de los cabildos que si son del mismo color político se aguantarán las veleidades del presidente.

No resulta estético que el presidente del Gobierno acuda a una acto a recoger un premio a Dámaso, en calidad de amigo, de aquel a quien protege como presidente con recursos públicos

De la intervención de Oramas no me queda duda de su lealtad al ser humano que subyace en Dámaso, aunque no llega a exponer las razones que justifiquen la aceptación del legado, que deberían estar basadas en aspectos puramente objetivos relacionados con la importancia de su obra más allá de los límites de su pueblo natal. Su carta, cargada de generalidades y territorios comunes, no nos aclara la importancia del recorrido artístico de Dámaso. Causa cierto rubor la osadía de Oramas en sus loas al hombre, que merece el homenaje de los que le quieren y le respetan, y eso no parece suficiente para el compromiso institucional que se adquiere. Ella representa lo público y no se trata, por tanto, de una voz desautorizada.

No resulta estético que el presidente del Gobierno acuda a una acto a recoger un premio a Dámaso, en calidad de amigo, de aquel a quien protege como presidente  con recursos públicos, pues los límites de lo personal y lo profesional debieran ser tan precisos que nadie pudiera llegar a confundirse, pensando que los reconocimientos, como es la aceptación del legado, que tanto compromete a quien lo recibe, se otorgan a los amigos con independencia de su valía artística.

De la idea de la cesión al gobierno, mucho tendrá que ver las magníficas relaciones tejidas por personas de la Fundación Dámaso con el poder, pues no me parece que sin esas relaciones el proyecto hubiera prosperado. No me atrevería a afirmar que parte de los proyectos artísticos de Dámaso no tengan su origen en propuestas de su entorno, el mismo que lo fue de Manrique, y lo digo en la medida de los temas tratados y los campos explorados, primero por Manrique, luego por Dámaso con desigual fortuna.

Esto es como la corrupción, uno pide y otro dará o no. Si no da, no ha pasado nada, y si da, sucede lo que todos sabemos. Tanto Dámaso, como su Fundación, están en su derecho de pedir, pero la otra parte deberá mostrar una exquisitez y un rigor tremendos a la hora de valorar la aceptación. Es cierto que quien pide, por el hecho de hacerlo inmerecidamente, queda en entredicho, y esa es mi sensación, la de una cierta estafa intelectual, que resulta una estafa real si se destinaran recursos públicos a lo que pudiera ser un inmenso globo.

La precaria salud del artista, su edad, su situación personal, hasta su trayectoria artística pueden justificar determinados homenajes. Éste, raya el esperpento.

Dejo en el camino de los reconocimientos y de la proyección y difusión de la obra, por parte de las instituciones, a los grandes artistas del XIX, a los que pocos canarios conocen (Alfaro Brieva, Sanz Carta, Bonín Guerín, Botas y Ghirlanda, o Torres Edwards) a los artistas del XX como Martín De La Torre cuyo museo agoniza en Gran Canaria con una gestión discutible y escasos recursos para su subsistencia. Detrás quedan los surrealistas, los indigenistas, el propio Millares, Pedro González..., que aunque se encuentran representados en colecciones y museos, nunca he escuchado que deban tener un museo en cada isla a pesar de su relevancia, ni tan siquiera en la isla de nacimiento.

No creo probable que el tiempo otorgue a Dámaso lo que yo no le reconozco. Mis respetos al ser humano y al artista que quiere ser, pero mi perplejidad por este disparate del que sólo es responsable el Gobierno, disparate que ya parece colectivo y cómplice, y del que resulta imposible dar marcha atrás.

Comentarios

bravo, bravo y bravo!! grandes verdades!!
Si ese acuerdo es verdad, que dios nos coja confesados... ¿un museo Dámaso en cada isla? ¿Para qué?¿Qué culpa tenemos los canarios para que nos traten de ese modo?
Como mero observador de la obra de Damaso con la que jamás he tenido empatia me congratulo de no ser el único que opinaba lo mismo ....con todo mi respeto .artistas como Nestor no tienen el verdadero reconocimiento que merece como para perder recursos en un hipermercado de un artista custionable
Magnífico artículo. Revelador. Desvelador. Espero fehacientemente que este texto se divulgue y que el gobierno, cabildos y ayuntamientos se retracten, aún de forma sibilina, como hace la política. Con estos destellos de vulgaridad y marketing (similares a los Tosco, Paricio y Hodgson en Tenerife) la confusión reinará en las próximas generaciones de canarios. Y si es por no olvidarnos de nuestros mayores, no nos olvidemos del aún vivo Paco Sánchez siempre en situación precaria y cuyo talento no se discute, y que el gran artista vivo canario verdaderamente irreverente e internacional es Juan Hidalgo (incuestionable) y ahora se busca la vida vendiendo gatos sin pelo por Ayacata, y nadie se plantea siquiera (por subjetiva) una mísera pensión para estos viejos talentos, guerreros y singulares, que sin duda dejarán su impronta en la memoria colectiva.
Muy buen artículo. Este tipo de cosas la llevamos viendo años, existen artistas fetiches para la institución y son los que se llevan la mayoría del dinero público.
Mariluz Fajardo, no se puede ser más clara en este magnífico articulo y muy oportuno. Ten encuenta, que la cobardía de los "intelectuales" y los "artistas" de estas nuestras Islas, siempre ha sido patente através de los años. Te Felicito..
Completamente de acuerdo, el legado de Cesar debe ser custodiado en su fundación; un artista es válido o no por el impacto de su obra al público y por la calidad artística de la misma, no por sus relaciones personales o con el poder. Explicar la construcción de semejante mamotreto (bello no parece, pero caro sí) va a costar, sobre todo si tenemos en cuenta que se cuestiona todavía la instalación de obras de artistas tan consagrados e importantes para Canarias como Manrique y que no vivimos un momento de bonanza (algunos, cercanos al poder, sí, obviamente).
Desgraciadamente la relación con el poder, como artista, te puede elevar o hundir en la más absoluta oscuridad. Tristeza que gestores públicos , en la mayoría de los casos sin ningún conocimiento artístico, sean los que tengan en su mano difundir u ocultar la obra de nuestros artistas.
Fantástico artículo. Estoy absolutamente de acuerdo con todo su contenido. Desde Tenerife, un abrazo. Y al 4, Santiago, otro abrazo. Y no conozco a ninguno de los dos. ¡Lo tuve que haber escrito yo! Me alegro que alguien hable de esta manera, con valentía (...). Y queda un buen repaso, por parte de la geografía archipielágica.

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