Marcial Riverol

Otra visión del “nonismo” lanzaroteño

Discrepo de manera importante de la visión que desde Canarias7 se nos traslada, de forma recurrente, por parte de Francisco J. Chavanel,  sobre aspectos relevantes de la vida insular. Y lo hago desde posiciones ciudadanas y desde una cierta independencia de no compartir mesa, amistad, o dependencia económica o laboral con los implicados en hechos que  pone de manifiesto, llámese caso Unión, o cierre de la bodega Stratus, en La Geria.

Cuando en un reciente artículo, “La dictadura lanzaroteña”, Chavanel reparte responsabilidades y establece quiénes son víctimas y quiénes culpables,  no llego a reconocer  que hablemos de la misma isla, de los mismos personajes ni de la misma realidad. Tampoco identifico en su diagnóstico que los motivos aducidos para estar en los bandos de buenos y malos, sean creíbles, es más, no creo que ni el mismo autor lo comparta. Chavanel  participa en medios de comunicación de una de las partes, y observa, y/o se le trasladan los acontecimientos desde retinas ajenas, tamizados y edulcorados, de una parte, y dramatizados y magnificados, de otra. Ello da como resultado una opinión cargada de hechos veraces, que, efectivamente han sucedido, con conclusiones erróneas, intencionadamente, o no, que permite al autor hilvanar un relato hecho a medida  para favorecer a sus particulares víctimas, que para otros, como yo, son precisamente responsables, en parte, de la degradada vida pública insular. Efectivamente, no  puedo demostrar la veracidad de lo que digo, como tampoco puede hacerlo Chavanel, pues él opina que es bueno, de quien yo opino que es todo lo contrario.

Desde la atalaya de Chavanel en Canarias7, pretende el autor,  a mi juicio, invalidar todos los procesos de contención del territorio que se han intentado implantar en Lanzarote en los últimos decenios, ya sea para sí o para terceros, ignorando elementales marcos legales y procedimientos administrativos al que toda la ciudadanía está obligada, trufando su discurso de persecuciones a ciudadanos ejemplares, dueños de bodegas y hoteles ilegales, y que han hecho, supuestamente, a golpe de sobre o poniendo en nómina al personal, su santa voluntad, con la ayuda de medios de comunicación y del poder político que apoya su causa, dios sabe por qué…

Afirma de la existencia de un lobby corrupto en el que mete a políticos o  entidades sociales, y a los que hace referencia  afirmando: “Este periodista, desde que se ha empeñado en poner luz democrática donde mora una constelación de intereses privados que vampirizan lo público, ha sufrido distintas amenazas y presiones”. De este texto, no me sorprende la afirmación, lo que me maravilla es la capacidad de darle la vuelta a la realidad que otros percibimos como atribuibles a actores diferentes, para adjudicarle a unos lo que pertenece a los contrarios. Y no me extraña que le hayan participado de una querella, si eso lo podemos enmarcar en lo de las amenazas y presiones, pues en los juzgados, los mismos que pretende invalidar, como no podía ser de otra manera, es donde la ciudadanía debe resolver determinados  asuntos. Cuando Chavanel afirma que no deja de sorprenderme el comportamiento arrogante y codicioso de determinados actores por incrustarse en el sistema para demolerlo desde dentro con actuaciones que lo pervierten”, válgame dios, que a todos no se les pase por la cabeza el nombre de algún  empresario local, pero lo que hace es atribuirle tales comportamientos a otros. Con la habilidad de Chavanel de darle la vuelta, desconozco a quien pretende convencer. En Lanzarote a nadie, ni a sus mismos protegidos.

Las fosas sépticas de las bodegas lanzaroteñas, serán un problema o no, y podrá ser un motivo cogido por los pelos y generar un trato desigual a las bodegas cuando una se cierra y otras no, pero olvida Chavanel que la bodega Stratus, además de aguas negras, parece que disfruta de unas instalaciones nunca autorizadas en los términos en los que se hizo, excediéndose en cientos de metros, construyendo en parte de suelo que no es de su propiedad y donde, supuestamente,  ha demolido un inmueble que debería haber sido objeto de una intervención menos agresiva. Insisto, ¿en qué marco cree Chavanel que se mueven sus defendidos, en el de victimas o verdugos? De haber cumplido la ley, no habría aguas negras en ningún debate ni cierre de bodega alguna.

Entrar al trapo en descalificar de los artículos de Chavanel, una línea sí, otra no,  y de la siguiente, la mitad, carece de sentido. Pero sí lo tiene poner en evidencia  la falta de capacidad de contraste, de la que debe ser consciente, o la habilidad para utilizar la información de forma tan sesgada, y (es una es una opinión personal), mentir tan alevosamente y no ponerse colorado. Eso, o quienes le facilitan la información resultan tan convincentes, que va, se la cree, y la publica. A mí, con el debido respeto, me parece que, para alguien que ejerza el periodismo, tal posibilidad es de tontos.  

Comentarios

Artículo fabuloso. Le felicito menuda OSTIA le metes al chavanel con elegancia y bien escrito. Bravo!
Chavanel hace mucho que no es periodista. Ahora es biógrafo de sus amigotes los empresario con mucho dinero que le llaman cuando tienen algún problema con la Justicia (como Cortezo, Rosa, Santana Cazorla,..) para que transmita la versión verdadera de aquellos y ponga en solfa la de jueces y fiscales que han puesto en su sitio a esos presuntos delincuentes imputados en causas judiciales abiertas. Y no hay más.... Poderoso caballero es don Dinero.
Prefiero mil veces el "nonismo" de Lanzarote que el "siatodo" de Gran Canaria. No hay sino que dar una vueltita por El Inglés, Puerto Rico, Taurito y toda la costa gran canaria para ver el destrozo que han hecho en esa isla con. Gracias a que aquí se han puesto límites tenemos una isla que es una auténtica joya, como decía César una y mil veces después de haber visto medio mundo, por mucho que cuatro toletes con dos duros sigan empeñados en meter más y más hormigón para llenarse los bolsillos a costa del futuro de nuestros hijos. Así que me alegro de lo peleona que es la gente aquí, que es lo que ha permitido que no pase lo que allí.

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