Matar a Jesús
Agarro la percha cultural de la obra de teatro ‘Matar a Jesús, un hombre por la nación’, que disfrutamos en Yaiza este miércoles 27 de marzo de Semana Santa en plaza pública, para insistir en la capacidad que tienen las experiencias estéticas de llevarnos al terreno del conocimiento, de permitirnos aprender de una forma mucho más divertida, de ver realidades con otros ojos, y de un hecho no menos trascendente, recrearnos y emocionarnos con ese don que posee el arte de distanciarnos de la rutina.
La propuesta escénica escrita y dirigida por Salvador Leal, veterano actor, guionista y director lanzaroteño del mundo de las tablas y tenaz defensor de la utilidad de la cultura para la sociedad, es un ambicioso espectáculo con más de cincuenta actores de Lanzarote en escena, efectos especiales, iluminación y música original interpretada en directo por la banda madrileña rockera Tarambana Band.
Como apreciamos más de mil personas en su estreno el año pasado, la obra ni cuestiona la figura de Jesús de Nazaret ni la fe cristiana, tampoco busca una reflexión espiritual, en cambio, sí que representa el sentido más humano de la figura de Jesús y sus apóstoles y pone de manifiesto toda la trama orquestada para acabar con el hombre que amenazaba el poder judío de la época. Han pasado años, pero ese episodio de conspiración y corrupción para matar a Jesús, un hecho que los registros bíblicos sitúan en el año 33 d.c, es totalmente actual. Hoy lo vemos con asiduidad: poder, conspiración y corrupción.
No es casualidad que en los foros de política y pensamiento crítico aflore el arte en sus más diversas manifestaciones como punto de inflexión de análisis, y tampoco es casualidad que algunas administraciones públicas concedan espacio e inversión residual al arte por miedo a ciudadanos y ciudadanas críticos y mejor preparados. Miedo a que la sociedad tenga más elementos de juicio o sencillamente no conciben el aumento de la inversión en cultura por ignorancia o falta de altura de miras, que por desgracia abunda en miembros de la clase política, más pendientes, por ejemplo, de cómo y cuántas veces salen en redes sociales o de satisfacer sus intereses bendiciendo a nuevos ‘cristóbales colones’ como modernos descubridores de continentes, suculentos negocios y mercados.
En una reflexión escrita sobre el público infantil en el teatro, la académica Gabriela Piña Ahumada, de la Universidad Católica de Chile, cita al reconocido estudioso francés de las artes escénicas, Patrice Pavis, para explicar la participación de los espectadores en una función teatral y su interacción con los intérpretes.
El encuentro en un mismo lugar, “y debido al carácter real y material de la acción”, produce estímulos sensoriales y emocionales muy potentes sobre el espectador que “lo obliga a identificarse o distanciarse con lo presentado en la obra y sus personajes”. Criterio propio.
Es necesaria y relevante la expansión del arte, invertir en funciones, invertir en talleres de aprendizaje y en nuevas experiencias. El arte, señores políticos, políticas y polítiques, no es de consumo exclusivo de clases sociales pudientes, es una percepción errónea atribuir su gusto y entendimiento a cualidades innatas de un grupo reducido de la población. El deber de ustedes es favorecer su comprensión y desarrollo a través de conciertos didácticos de música clásica o jazz en los colegios públicos o la realización de talleres creativos con exponentes de las artes audiovisuales, escénicas, plásticas, danza o literatura.
Tengo constancia, porque es una experiencia que he seguido con máximo interés y muy de cerca, que a partir del teatro ‘Matar a Jesús, un hombre por la nación’, y de su obra predecesora ‘Yaiza Ciudad Histórica’, presentada recién salidos de la pandemia, se ha revitalizado y profesionalizado el movimiento teatral en Yaiza.
La población del municipio y Lanzarote valora ahora mucho más las grandes posibilidades del arte para interpretar la historia y patrimonio de la tierra y facilitar su conocimiento a niños, niñas, jóvenes y adultos de una forma más amena sin perder un ápice de rigor.
La industria cultural no ha sido ajena a este movimiento creativo y de aprendizaje permanente y actores del municipio, por méritos, han subido telones siendo protagonistas de obras como ‘La Noche’ de José Saramago o ‘Estados Tabú’, otro teatro con el sello de Salvador Leal, promovida por la Asociación de Salud Mental El Cribo, que representa sin tapujos la realidad social de la salud mental, una preocupación que España apenas empezó a tomar en serio hace poco más de tres años cuando fue consciente del aumento de suicidios, conductas suicidas y episodios de tentativas, como lo expresé en otro de mis artículos: ‘No seamos (tan) idiotas’. El arte, aunque no guste a algunos representantes públicos, nos ayuda a tener una perspectiva mucho más crítica de penosas realidades actuales.
Hoy sabemos que el asesor de un exministro español y el novio de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid están siendo investigados por la Justicia porque durante la pandemia se dedicaron supuestamente a ganar comisiones por intermediar en la compra y venta de mascarillas. Y pudieran salir nombres de más personas, incluidos políticos, que en vez de emplear el tiempo en servir de verdad a la sociedad optaron por el negocio a costa de una calamidad, y así, suma y sigue con estos “pobrecitos” que ahora van de víctimas como Jesús crucificado en la colina del Gólgota a las afueras de Jerusalén.
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