Ana Carrasco

La libreta número 7

Este año el verano se presenta extraño, oscuro, la incertidumbre es plomiza y tiñe de gris el presente. Salgo de vacaciones el día 30 de julio, espero. Nuevamente un viaje en barco, esta vez destino Huelva, coche incluido. Y luego encuentros con excelentes amigos en Extremadura, Alicante... Trayectos sorteando brotes de coronavirus, porque ya nada es como antes, porque no sabes qué pueblo, ciudad, provincia o región quedará confinada. Porque tampoco sabes cuándo y dónde lo cogerás, si aquí o allá. Y ante esa tesitura y probabilidad de contagio es mejor vivir y viajar con el testamento en la mano.

Cuando leí Loa a la Tierra del filósofo de origen coreano Byung-Chul Han, no pude imaginar que otro de sus libros influiría de forma tan reflexiva sobre mi testamento. Hace unos días terminé de leer La desaparición de los rituales, y de ahí lo que ahora escribo. Pero sobre la muerte física no va este artículo, sino sobre los objetos que dejas cuando ella te lleva, de la durabilidad de los mismos, de la diferencia entre consumir y usar. Porque no era tan consciente de la gran disparidad entre ambas palabras.

Tras la firma del testamento ante el notario me dedico a pensar a quién legar mis pertenencias, esas que no aparecen en el papel sellado. No atesoro objetos de gran valor económico, ni siquiera tenemos televisión en casa, y las joyas compradas, heredadas, o que me regalaron alguna vez, fueron robadas de mi casa una tarde mientras trabajaba.

Sí acumulo múltiples objetos, muchos de ellos con historia desconocida. Casi todos los muebles que hay en casa han sido de otros: son de segunda, quizás tercera o, incluso, cuarta mano. No entro en conflicto con los ex dueños, no los conocí, ni sus espíritus se pasean por la casa reclamando pertenencias. Muebles, vajilla, fuentes, vinagreras y aceiteras, saleros, cuberterías y cristalería fueron usados por otros, comprados, en su mayoría, en la tienda "Cachivaches" de mis queridos cuñados Manoli y Rafa. Solamente una gran parte de los libros y antiguos CDs de música han sido adquiridos "de paquete".

Resuelto el testamento en su parte monetaria, aquí me hallo, en una mesa de un bar, cerveza en mano, distribuyendo entre mis amigos y otros seres queridos esas pertenencias que tienen más valor que las cuentas de ahorro. Ese tipo de cosas que llevan incrustado un recuerdo personal: libros, cuadros, poesías, pinturas, plumas, artesanía, etc. Cada uno de esos pequeños tesoros tiene sus tres coordenadas: emoción, espacio, tiempo. Y, desde hoy, una coordenada más queda recogida en la libreta número 7, en la que escribo: nombre y apellido a quien legaré mis más preciados objetos, desde la libreta sobre psicópatas, las obras de María Lejárraga, cuadros, la colección de libros de botánica, las colchas de crochet, la Divina Comedia ilustrada por Barceló, El libro rojo de Carl Gustav Jung...

Y aquí viene la aportación valiosa de Byung-Chul Han: su reiterada crítica a la actual presión para producir, su visión sobre la diferencia entre consumir y usar. Buyung escribe que "la actual presión por producir priva a las cosas de su durabilidad". Explica que, de forma intencionada, se destruye la duración de las cosas para obligarnos a consumir más; que nos volvemos consumidores compulsivos cuando lo económico coloniza lo estético, porque la industria reviste de emociones las mercancías, y las emociones son más efímeras que las cosas.

Consumir significa según la RAE "destruir, extinguir", mientras que usar significa "hacer servir una cosa para algo". Por ello Byung defiende los rituales, porque "en el marco ritual las cosas no se consumen ni se gastan, sino que se usan", y por ello pueden hacerse antiguas. Sin embargo, bajo la presión por producir, son las cosas las que nos desgastan.

Sirva este ritual, cerveza y pluma en mano, para dejar por escrito los nombres de mis seres queridos, amigas y amigos a las que legaré mis objetos más preciados, para que estos sigan siendo usados, independientes de mi propia existencia.

Comentarios

La llenarás de tachones. Es ley de vida.
Como está el patio...

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