La ciudad en sus manos
A veces no sabe uno qué palabras poner, qué calificativos aplicar, desde qué claves analizar las decisiones ni cómo interpretar los gestos. Ni tan siquiera sabemos si hay algo que excede nuestra comprensión que explique que la desafección de lo público es una patología de la ciudadanía y que no guarda relación con el terreno de las decisiones públicas. Que no les entendemos, porque somos incapaces. Que nuestro nivel de ociosidad nos permite cargar las tintas sobre todo lo que se mueve. Que no permitimos que la ciudad avance porque nos quejamos de vicio. Como si no fuéramos colaboradores y cívicos, como si no aportáramos ideas y no nos preocupara el rumbo de la ciudad.
No cabe duda de que si nos tachan de incapaces, nuestros representantes públicos han salido del mismo canasto y les adornan las mismas virtudes. Con una diferencia, ser espectador otorga cierto grado de imparcialidad y de objetividad, lo ejerzamos o no. Y ellos, las pierden cuando juran el cargo.
Si plantan un escenario en medio de la ciudad, es que no han entendido nada. No han aprendido que la ciudad aguanta la fiesta durante la jornada, la fiesta mesurada, el divertimento y hasta el olor a pejines. La noche, es otra cosa, porque la dureza de la fiesta nocturna no es para todos los mortales. No han aprendido, tras años de disparate que la ciudad no aguanta el espectáculo salvaje de las noches de carnaval, ni las meadas en los zaguanes, ni el desprecio que esto supone a la población, obligada, los que pueden, a abandonar sus casas. No han entendido la existencia de dos tiempos con un marco diferente, el de la ciudad para un primer tiempo y el de un recinto alejado en un segundo tiempo.
Seguro que saberlo lo saben, pero no ha habido una decisión política que ponga las cosas donde corresponden, se llamen Manuel, Cándido, Enrique, Carmelo, Isabel… Años de permisividad, de torpeza y de extrema soberbia.
No es diferente hoy. Y hoy es Eva, y es de justicia mentarlos a todos. Si son capaces de plantar un escenario en el centro de la ciudad, que difícilmente les cabe, lo ponen, aunque la relación entre este y el espacio disponible para la muchedumbre carezca de relación. Que el público se desbordará, vamos.
Si con dificultades encaja el escenario es porque las obras en la ciudad no se han acometido para la mejora de la fisonomía urbana, sino para que en carnaval quepa un escenario en medio de la ciudad, hurtándonos el resto del año la posibilidad de que la sombra de dos filas de árboles nos acompañen en nuestro recorrido urbano. Si finalmente la decisión del escenario, además, es fruto de la incompetencia porque no cabe, nos alegraremos, pero la magia es que han logrado que quepa, aunque sea a fuerza de someter la hermosa fila de árboles que imaginaba que crecerían para el disfrute de la población junto al club náutico ¿Por qué iba a ser de otra manera? Les cabe el carnaval en la ciudad cada año, en medio de la ciudad, de madrugada, y tiene que seguir cabiendo porque una fila de árboles no debe ser impedimento para sus decisiones. Y así nos va.
Comentarios
1 Movilizarse Mar, 14/02/2017 - 09:29
2 De concejal Mar, 14/02/2017 - 10:19
3 Asi no Mar, 14/02/2017 - 14:56
4 Anonimo Mié, 15/02/2017 - 00:08
5 Matías Mié, 15/02/2017 - 09:35
6 Listo Mié, 15/02/2017 - 10:07
7 Listo Mié, 15/02/2017 - 10:34
8 para anónimo Mié, 15/02/2017 - 13:06
9 Flâneur Vie, 17/02/2017 - 18:52
10 Río bíblico Sáb, 18/02/2017 - 18:03
11 Observador Vie, 24/02/2017 - 21:02
12 Observador Vie, 24/02/2017 - 21:02
13 Vecinos Mar, 28/02/2017 - 19:07
14 Harto Lun, 06/03/2017 - 23:08
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