A veces creamos fuegos nuevos solo para no tener que apagar los incendios importantes. Estamos asistiendo a un periodo trascendental en la isla de Lanzarote que podemos calificar como periodo de las emergencias: emergencia habitacional, sanitaria y muchos etcétera más. Pero centrémonos en la movilidad.

Desde un tiempo para acá son muchos los que se han propuesto hacernos ver un problema donde los que por suerte aún tenemos buena vista no lo vemos: desdoblar la LZ-2 desde la rotonda de Yaiza a Playa Blanca. Un trayecto de una longitud de 12 kilómetros cuyo límite de velocidad está en 90 kilómetros por hora, que termina en una pequeña rotonda a la entrada de Playa Blanca. Con una simple regla de tres podemos hallar cuánto tardamos en recorrer esta distancia: ocho minutos.

Se dice que por esa carretera circula una gran cantidad de vehículos pesados y lentos que entorpecen la circulación. Es inverosímil, la verdad. Los vehículos pesados que transitan por las carreteras de isla isla son muy pocos y te puedes encontrar con alguno de forma puntual. No es lo habitual. Al estar en una isla pequeña, ¿para qué necesitamos grandes vehículos de transporte de mercancías? De forma mayoritaria se hace en furgones que circulan a la misma velocidad que cualquiera de nuestros turismos.

Supongamos que es cierto que por esa vía circula un número suficiente de vehículos lentos que entorpece la circulación. ¿Cuál es la solución que se propone por parte de las administraciones?

Desdoblar, “aumentar la capacidad de una carretera preexistente a base de pasar de una carrera convencional a una de calzadas separadas aprovechando la calzada existente”.

En este caso supuestamente el límite de velocidad aumentaría a 120 kilómetros por hora. Volviendo a emplear la regla de tres nos sale que para recorrer esos 12 kilómetros emplearemos seis minutos. De los ocho que tardábamos ya nos hemos ahorrado dos minutos para llegar a la rotonda de Playa Blanca donde en las horas de más tráfico nos encontraremos con los que salieron dos minutos antes esperado para acceder al pueblo.

Efecto embudo. ¿Han probado alguna vez a llenar una botella con un embudo? Si lo han hecho, ya saben una de las razones principales por las que se forman los atascos. Aumentar la velocidad no hace que lleguemos antes a nuestro destino. En este caso, el tiempo adelantado por circular a mayor velocidad lo perdemos en el atasco que se formará en la rotonda.

Pensar que hacer más carriles va a mermar los embotellamientos es, según un símil extendido, como soltarse el cinturón para reducir la obesidad. Lo que hay que hacer, tanto para la pérdida de peso como de automóviles, es trazar un plan genérico, una estrategia que englobe el respeto al medioambiente, el cuidado de las finanzas públicas y el bienestar ciudadano. Y eso implica un cambio de paradigma social.

Mientras intentamos apagar el fuego de la movilidad seguimos echando más combustible aprobando nuevas camas turísticas con el consiguiente aumento del parque móvil. Algunos no parecen creerse aún lo del cambio climático y que existe una emergencia que nos obliga a ser consientes como sociedad y a dar pasos hacia una economía con menos emisiones de gases contaminantes, lo que se ha llamado “descarbonizar la economía”.

Lanzarote es una isla sobremotorizada por el uso excesivo del coche. Diferentes estudios recogen el excesivo uso del coche privado. Entre ellos se encuentran los coches de alquiler. Según los datos del Instituto Canario de Estadística, en marzo de este año se alcanzaron los 138.687 vehículos y una tasa de 888 vehículos por cada mil habitantes. Este excesivo uso del coche hace que sea imprescindible un cambio del modelo de movilidad.

A todas luces, intentar solucionar un problema que no existe contribuyendo a acentuar otros nos hace pensar que quienes están tomando las decisiones que marcarán el futuro de esta isla actúan como verdaderos bomberos pirómanos.