“Nuestras variedades y sistemas de cultivo son un elemento diferenciador”
Jorge Rodríguez, presidente del Consejo Regulador Vinos de Lanzarote
Ingeniero agrícola, enólogo, viticultor e incipiente bodeguero, Jorge Rodríguez es el presidente más joven del Consejo Regulador Vinos de Lanzarote. Se declara un firme defensor de la viticultura de Lanzarote. Aboga por fomentar la cultura del vino entre las nuevas generaciones y revalorizar la producción lanzaroteña preservando los sistemas de cultivo y variedades.
-¿Cuáles son los objetivos del renovado Consejo Regulador de la D.O. Vinos de Lanzarote? ¿Qué plan de acción contempla para los próximos años?
-Los primeros meses han sido bastante ajetreados porque intentamos confeccionar proyectos que alienten tanto al viticultor como a los bodegueros. Todos los miembros del pleno del Consejo tenemos el mismo pensamiento de que lo mejor, a día de hoy, es plantear que los sistemas de cultivo no solo en hoyo, sino en zanjas o hileras, que al final producen la uva de nuestra Isla, tengan cierto grado de protección. Nuestros sistemas de cultivo y variedades son un elemento diferenciador. Estamos muy comprometidos con la idea de preservarlos.
-En materia de preservación, ¿qué importancia tiene el Plan de La Geria que redacta Gesplan a petición del Cabildo de Lanzarote? ¿Qué puede aportar el Consejo Regulador al documento?
-En este último año parece que la Administración se ha puesto manos a la obra con el famoso Plan de La Geria. No es la primera ni tampoco va a ser la última vez que lo diga, es un plan muy necesario para que no solo dé seguridad jurídica a las empresas que se encuentran en ese espacio, sino que dé cobertura a los viticultores y la población que reside dentro de ese paraje. Estamos a la espera de que salga el borrador para plantear nuestras aportaciones.
-Como viticultor y representante del sector vitícola, en las últimas campañas de recogida se han alcanzado precios de la fruta que superan los tres euros, algo impensable en años anteriores ¿Cree que se ha llegado al techo del valor de la uva? Parece que ha costado gran esfuerzo y lucha que se valore la producción ¿no?
-Vamos en el camino correcto. He estado trabajando en diferentes bodegas y he visto la evolución en los últimos diez años en los que la uva ha duplicado su precio. Para el sector es un logro principalmente para hacer atractivo el cultivo para la gente joven. Hoy se paga la uva a un precio medio de 3,50 euros el kilo, pero seguimos teniendo muy pocos viticultores jóvenes porque ni con esas conseguimos atraer a la juventud. Sobre si este precio es el techo del valor de la uva, eso dependerá de la ley de la oferta y la demanda. Venimos de una viticultura donde apenas se valoraba la producción a pagar hoy esos más de tres euros, el viticultor siente que se le paga a un precio razonable y puede ver algo de rentabilidad al final del ciclo. Soy de la opinión de que, ahora que se ha abierto el debate de ofrecer Lanzarote como un destino único, que ya lo decía César Manrique, es decir, “vender la Isla como algo diferente”, tenemos que ir en esa línea. Podemos seguir trabajando para revalorizar aún más la producción y acudir al mercado premium como ya lo hacen en diferentes regiones del mundo.
“Tenemos que ver al viticultor como un empresario y no como un agricultor”
-De todas formas, parece que tal y como se ha incrementado el precio de los vinos de Lanzarote va en el buen camino de considerarse un producto exclusivo.
-En el mercado hoy día estamos en una buena posición. Los vinos de Lanzarote han sabido posicionarse. El conjunto de la Isla está empezando a creer en el producto que tiene. También hay que tener en cuenta que en estos precios entran en juego valores que no son ajenos a nosotros como la doble insularidad. Una botella en 2019 se pagaba a 29 céntimos y hoy a 42. Son céntimos que se van sumando, hay que tener en cuenta todo el precio de coste. Una botella en Lanzarote ronda entre los cinco y 5,50 euros. A lo que hay que añadir lo que gana el bodeguero, pagar al viticultor y después, cuando llega a restauración ya depende de lo que quiera ganar el restaurador. En el precio final influyen muchas variantes. Pero es la línea que tenemos que seguir. Desde el Consejo Regulador estamos realizando actividades de promoción para posicionar los vinos de Lanzarote no solo fuera de la Isla, sino en el propio territorio, para que el público lanzaroteño pueda degustar sus vinos, que nosotros nos convirtamos en prescriptores de nuestros propios vinos, lo que contribuirá también a la economía circular.
-Hay proyectos que ya apuestan por ese mercado ‘premium’... Sobre todo en cuanto a las producciones artesanales de las nuevas bodegas.
-Yo mismo tengo un nuevo proyecto, de pequeño calibre, en el que hay una línea de vinos que va dirigida a ese mercado premium. Al final se trata de posicionarse. A la Isla viene mucha gente con un alto poder adquisitivo y hay que aprovecharlo. Este tipo de turismo tiene varias ventajas. Una que visita, otra que prueba el producto local, una tercera que contribuye a la economía circular y la cuarta es que se muestra muy concienciado. Son turistas que tienen bastante conocimiento sobre el producto o vienen a la Isla a conocerlo. Hay estadísticas que señalan que el 33 por ciento del turismo que visita Lanzarote lo hace por la restauración y la gastronomía. Se trata entonces de ser atractivos para un tercio del público que viene a la Isla. Y lo que supondría como empuje para posicionarnos en ese mercado premium.
-Hablaba también de la importancia de que la viticultura resulte atractiva para los jóvenes. Usted mismo es un reflejo de la juventud en el sector. ¿Cree que puede servir de referente para las nuevas generaciones?
-Lo intento. Llevo mucho tiempo trabajando en temas de viña y viticultura, pero no dejo de decir que es complicado. Lo que intento “pregonar” es que tenemos que dejar de ver al viticultor como agricultor y verlo como empresario, entonces es cuando empezará a ganar dinero. Hoy día a un viticultor le preguntas cuánto le cuesta producir un kilo de uva y no lo sabe. Tenemos que explotar la formación de esas personas que poco a poco se van animando a trabajar en el mundo del vino, ya sea desde la vertiente de la viticultura o como bodegueros.
“Queremos tener no solo fans de los vinos, sino de la viticultura de la Isla”
-En cuanto a la producción de vino, el blanco de Lanzarote elaborado con malvasía volcánica está posicionado en los mercados, incluso con miras a alcanzar ese segmento ‘premium’ según señalaba, pero ¿qué se puede hacer para que gane visibilidad el resto de elaboraciones como el tinto o rosado?
-Hace veinte años se comenzaron a elaborar tintos, pero como nunca valoramos lo suficiente lo que tenemos en la Isla, se apostó por introducir variedades foráneas. Nuestra variedad, que es la listán negro, es bastante especial y hay que buscar elaboraciones diferentes a las de otros territorios vinícolas. Hoy día, tenemos tintos que se diferencian en los certámenes, algunos lo califican de “tinto con alma de blanco”, son esas elaboraciones las que enamoran. Tenemos un varietal único que debemos explotar y es lo que se está haciendo ahora. Y no solo con variedades de uva tinta. Estamos elaborando tintos con maceraciones muy cortas, rosados muy frescos, muy provenzales. Se están haciendo muchas elaboraciones en la Isla para valorizar este tipo de variedades.
-Cada vez hay más variedades de vino y más bodegas. ¿Hay cabida para tantos proyectos bodegueros?
-Bodegas hay muchas, ahora mismo contabilizamos 41, pero solo 29 etiquetan vino. Hay muchas bodegas que elaboran en torno a 1.000 litros, es decir, su cosecha. Soy de la opinión de que en un espacio tan limitado que al final haya tantas bodegas nos enriquece a todos. Todo el mundo aporta algo diferente. Cuando viene alguien que le gusta el vino y tiene la capacidad de visitar en lugar de 10 bodegas 25, si busca algo diferente lo encuentra.
“Bodegas hay muchas, contabilizamos 41, pero solo 29 etiquetan vino”
-¿Paralelamente al aumento de las bodegas ha ido creciendo también la dedicación a la viticultura?
-En este último año, se ha visto mucha gente joven que se está comprometiendo para disfrutar de un producto más sostenible. Muchos, sobre todo tras el Covid, han querido recuperar las fincas familiares y las viñas que ya cultivaban sus padres. En los últimos años se ha visto un aumento de jóvenes dedicados a la viticultura. Somos los que tenemos que sacar adelante el legado en un futuro donde todo es tecnología cuando partimos de una viticultura donde todo se realiza como en el siglo XVIII. Es una antítesis. Cualquier persona que trabaja la viticultura en Lanzarote lo sabe transmitir, primero porque lo siente, segundo porque está muy arraigada a la familia. Hoy día mucha viña no se abandona porque era del padre, del abuelo... Pasa de generación en generación y se va recuperando.
-La idea que se defiende, tanto desde la promoción turística como desde el sector vitivinícola, es que Lanzarote debe vender algo más que sus productos. Es decir, que en el vino de Lanzarote se refleje el esfuerzo del viticultor, el paisaje generado con ese trabajo y la esencia misma de la Isla.
-Exacto, esa es la filosofía que debemos seguir con los vinos de Lanzarote, que toda esa persona que se lleve un trozo de nosotros se convierta en un apasionado de nuestros productos y ayude a su promoción. Cuando le explicas a una persona las características de nuestros vinos y su forma de cultivo, el visitante se lleva esa experiencia a su lugar de origen y allí la difunde. Estamos posicionándonos para vender esa experiencia, que esa persona no sólo sea fan de los vinos de Lanzarote, sino de la viticultura de la Isla.
“Las variedades propias han sabido adaptarse a condiciones climáticas desfavorables”
-Dos retos importantes a los que se enfrenta el sector son la emergencia hídrica y que las subvenciones lleguen en tiempo y forma.
-En cuanto a las ayudas, estamos trabajando para que se mejore la ficha del Posei. Nuestro principal problema es que somos un sector que está fragmentado, que no está muy bien estructurado. Aun así nos hemos sentado para mejorar esa ficha. Además, se ha anunciado que desde el Gobierno de Canarias y el Cabildo de Lanzarote se va a conceder una partida anual de un millón de euros para la conservación de los agrosistemas de La Geria dirigida a evitar el abandono de tierras de cultivo en este espacio vitivinícola. Son pequeños incentivos que vemos muy positivos para el viticultor. Otro tema es el agua. Yo vivo en un pueblo del norte de Lanzarote donde tristemente se padecen días enteros sin agua. El agua es el bien más importante para la agricultura. Y aunque nuestra viticultura está adaptada a tener muy poco agua, un aporte extra tampoco es malo y venimos de registros pluviométricos mínimos. Leo que se están buscando soluciones, pero no deja de ser un problema insular para el que debe haber unidad política para solventar el problema del agua que es un recurso imprescindible para poder vivir y desarrollar una isla como Lanzarote.
-El cambio climático ha provocado también que cada año se adelante un poco más la vendimia. Incluso ya se pueden ver los primeros brotes de uva. ¿Está el sector preparado para adaptarse a las condiciones de la climatología?
-En los últimos diez años se ha adelantado un mes la vendimia. Es una barbaridad. Cuando empecé a trabajar en el sector, en 2014, se vendimiaba después del 5 de agosto. Este año estábamos vendimiando el 30 de junio. En una isla como Lanzarote se puede comprobar fácilmente la necesidad de adaptarse a ese cambio climático. Si sabemos jugar bien nuestras cartas tenemos bastante terreno ganado porque nuestras variedades locales al estar en territorio insular con unas condiciones climáticas muy severas al final han sabido adaptarse a climas tan drásticos como son los de Lanzarote. Pongo el ejemplo de lo ocurrido en la zona del Priorat, allí el año pasado se perdió mucha viña porque ha aumentado mucho la demanda hídrica y apenas llovió, junto a las altas temperaturas. Allí tienen sobre todo variedades foráneas, muy adaptada a un clima en concreto. En el caso de la Isla tenemos variedades propias que han sabido adaptarse durante 300 años a esas condiciones climáticas tan desfavorables. Nuestras variedades van a tener un papel relevante en el futuro. Tenemos mucho terreno ganado.
-¿Están el viticultor y el bodeguero preparados para afrontar ese adelanto de la vendimia?
-Cuando se le dice al viticultor que hay que empezar antes la vendimia no acaba de creerlo. Hay que explicarle que es necesario para mantener las producciones al estilo de Lanzarote, un vino fresco con buena acidez, y si la vendimia se retrasa cinco o seis días empieza a perder estas cualidades y toda esa identidad del vino de Lanzarote.
-¿Qué es lo que más valora de la viticultura de Lanzarote?
-Siempre he sido un firme defensor de la viticultura de Lanzarote, de lo que se ha logrado en un territorio donde no debería haber viña. La viña se cultiva entre los 30 y 50 grados de latitud norte o sur y nosotros estamos en latitud 29, pero tenemos unas condiciones climáticas, ya sea por los vientos Alisios, por los viticultores, las variedades o los sistemas de cultivo, que hacen que sea posible preservar este legado tan importante a nivel mundial. Es la idea que hay que transmitir a la gente, que un sorbo de vino de Lanzarote es algo único.
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