Marcial Riverol

Algunas cosas por resolver

El parque escultórico insular

Lanzarote padece, bueno, Lanzarote no, sino sus alcaldes y alcaldesas, padecen, decía, horror vacui. Es un síndrome que se caracteriza por intentar ocupar el espacio con cualquier cosa. Esa expresión se ha venido utilizando en la historia del arte para señalar que determinados artistas rellenaban sus obras para ocupar todo el espacio vacío. Traída hasta estas líneas, expresaría exactamente lo mismo pero aplicado a los alcaldes y alcaldesas -y vamos a no ampliar nuestra geografía más allá de los límites de la isla- que utilizan a toda suerte de intervinientes, a los que no denominaremos como artistas, para ocupar cualquier espacio del pueblo o del campo. Se han vuelto majaras con la celebración tridimensional, que no escultórica, de una variada gama de acontecimientos, oficios, situaciones y ocurrencias. Entró así la isla la en modo baratija, y no hay municipio que no se precie de su particular “parque escultórico de los horrores”. Lo de San Bartolomé da hasta miedo.

La burla de Ástrid Pérez

La imagen, por faltona, me resulta perturbadora. Muestra a la alcaldesa, con ademán jocoso, con una magdalena como símbolo de lo poco que le importamos, en alusión a sus ya tristemente famosas jardineras que han costado un dineral al erario público, una horterada más de su actividad municipal, pretendiendo simular que gobierna a fuerza de gastar sin mesura. Habla de políticas sociales sin ruborizarse, pero también lo hace de árboles y se cree a sí misma.
La alcaldesa parece celebrar la polémica de esa instalación absurda de caros elementos de mobiliario con apariencia de cacharros de bazar.

Quiere, la alcaldesa, hacer creer que le importa el municipio, sus calles y sus barrios y que le interesa algo la calidad de vida de su ciudadanía pero quiere dejar claro que manda ella y que va a seguir haciendo lo que le viene en gana y que podrá ser motivo de pitorreo lo que ella decida, así sea con dinero público. En mis años de mirar a mi administración municipal puedo decir que he visto de todo, nos hemos enterado de que una panda de ladrones ha saqueado la caja pública desde sus cargos, hemos visto mucha inacción, torpeza, demasiada poca competencia y falta de capacidad. Todos han coincidido en su soberbia desde los sillones municipales, síntoma de sus inseguridades más que una prueba de su inteligencia. Soberbia que les conduce a cerrar las puertas del gobierno al pueblo. A la alcaldesa, que representa las mismas malas formas de muchos de sus antecesores, no puedo calificarla de haber cometido alguna de aquellas tropelías pero sí de incompetente, poco preparada y bruta, por no escuchar y por burlarse. De espíritu más bien huidizo, poco elevado, menos refinado y, evidentemente, poseedora de un muy discutible sentido del humor.

La alcaldesa dice lo que le viene en gana y habla de lo que quiere hablar y lo hace con la práctica que se adquiere en la tribuna pública, como parte de ese sector de representantes poco ejemplares curtidos en el embuste. Pero la alcaldesa se burla también con algunos silencios. Puede que el más clamoroso sea el referido a una vivienda de la que disfruta, que la tiene cíclicamente en el candelero por las singulares circunstancias de su existencia. Sabemos que de tal asunto no va a hablar  pero también sabemos que desde ningún medio de comunicación hay huevos para interrogarla públicamente, no sea que se queden sin publicidad institucional. El único que le echa arrestos, se llama Murillo, y no tengo el placer de conocerlo, aunque sí sé de su contrariedad y de sus manifestaciones documentadas sobre las ilegalidades de La Bufona y de la red de connivencia que se sigue tejiendo para embarrar el asunto.

"Motorristas", todas las amotos juntas

Es un sábado de marzo. Una interminable hilera de motorristas atraviesa Arrecife a golpe de acelerón. No se les puede calificar de deportistas, sino de panda de entretenidos y entretenidas que puede que compartan WhatsApp para verse después de lustrársela (la moto).

Decenas de ellos perturban la sobremesa en el centro de Arrecife, macarras motorizados audibles más que visibles. La ciudad no parece el escenario adecuado para su exhibición, ni creo que pueblo alguno lo sea. No parece que una buena causa los agrupara en tan sonora concentración, sino un hacerse notar, un alimentar la tontería del quien la tiene más grande (la moto), porque si se tratara del cerebro, esta no es la fórmula, definitivamente, no lo es.

No creo que nadie volviera la mirada para brindar un reconocimiento o una rendida admiración a las máquinas, sino para hacer un gráfico y ostensible corte de mangas a sus conductores y conductoras. Por horteras. Por fin somos plenamente iguales, hasta en este desquiciado exhibicionismo propio de descerebrados y de descerebradas que recorren todo lo transitable para enseñarla (la moto). Luego están los motoristas, gente normal con un vehículo a motor de dos ruedas que utilizan para desplazarse o fardar, lo cual, al contrario que los anteriores, son otra cosa.

Paridad

La decisión de ser mujer no es -no sólo es- por nacimiento, pues ya nos podemos declarar lo que deseemos, mujer u hombre.

Bajo esa premisa, no se puede negar el acceso a unos vestuarios femeninos a quien con apariencia de varón, se declarara mujer, ni a una competición de natación femenina, ciclismo o salto de pértiga para mujeres, con lo que ello supondría de superioridad, por fortaleza física, de la recién llegada.

Cuando el partido mayoritario del gobierno plantea establecer la paridad en las empresas del IBEX, lo cual está de primera, podría darse de forma automática, sólo con que unos pocos se declarasen mujeres. Habrían cumplido con lo que, en un suspiro, tendrá rango de ley, sin mover a ninguno de los componentes de los consejos de administración, ni cambiar los apellidos, sólo su nombre real por el nombre "sentido" (interesado). Se abriría un melón, porque a ver si Podemos se atreve a cuestionar que alguien no es lo que dice ser. Será un fraude, pero la fórmula está ahí y será muy difícil poner límites. Y pasan por encima de las sanciones.

Bajar la luz o tragarse sus molinos

El Consejo de Ministros, órgano donde el gobierno de la nación sienta a sus ministros y ministras de todos el arco cromático, ha decidido que hay que dar más negocio a las privadas otorgándole parques eólicos. Para justificarlo, nos hablan de descarbonización, de huir de la dependencia de las energías fósiles, de reducir la emisión de gases de efecto invernadero… La ciudadanía, paciente, generosa y sacrificada, sin más estímulo que su fe en la humanidad, y, olvidándose de su bolsillo, dice que sí, que adelante, que llenen la tierra de placas fotovoltaicas y el mar de aerogeneradores, porque está en juego la supervivencia de la humanidad. Así ha sido hasta ayer, porque hoy nos vamos a rebelar. Sabemos del beneficio de la limpieza del aire y de un futuro esperanzador para los seres vivos, pero eso ya no es suficiente si el cambio de recursos energéticos lo que hace es incorporar nuevos actores que se enriquecen escandalosamente y no vemos un sólo beneficio para nuestra economía. Un medioambiente saludable para una población en estado de depresión profunda porque no sólo no tiene cómo llegar a fin de mes, sino que llega peor porque la descarbonización nos hace más pobres en tanto que a unos advenedizos los hace ricos a costa de nuestra miseria.

En esas condiciones, ni tierra ni mar para los especuladores, porque ni el PSOE, ni Podemos pueden presumir de ser más de izquierdas que el pueblo, ese que permiten que sea machacado porque su decisión no pasa por abaratar por la vía que sea el precio de la energía.

Nos enfrentamos a un escenario sostenible a costa del mantenimiento de un negocio, que es en lo que han convertido el asunto medioambiental. Ya lo era con el petróleo, cuya extracción para la conversión de energía tiene unos costes ciertamente elevados en comparación con lo que suponen los molinos o las placas fotovoltaicas, y todo son beneficios para el empresariado. Este de ahora es un cheque sin fondos sobre un recurso natural prácticamente infinito del que todos disfrutamos pero que el poder encapsula utilizando nuestro paisaje para su beneficio.

Hemos perdido el control de la desalación del agua de mar, puestos en manos privadas por Coalición Canaria, y carecemos de una empresa pública que se ocupe de convertir la fuerza del viento y el calor del sol en energía eléctrica para nuestra industria, para nuestros hogares o para la desalación de agua de mar. Ni baja la factura de la luz, ni la del agua que consumimos porque estamos vendidos. Y me cuesta enormemente pensar que nuestros servidores públicos tienen sus garbanzos garantizados mientras permiten este asalto a mano armada. ¿Una empresa pública de generación de energía y la reducción de la factura para el consumidor? No digo yo que no.

Y un impuesto a cada turista que entra para el sostenimiento de las infraestructuras que ponemos a su servicio, que no todo va en poner ricos al empresariado turístico a costa de nuestro paisaje.

El mandato de la apariencia de Ástrid Pérez

Sería injusto titular estas líneas haciendo referencia al PP, partido que, en teoría, dirige en la isla Ástrid Pérez, y digo en teoría porque del PP, a Ástrid le interesa la cobertura que le da para sus maniobras, porque si ella sola tuviera algún tirón, habría montado su propio partido, que no está para la tutela de nadie. Los que votan en Arrecife al PP lo deben hacer porque sienten que lo deben hacer, no porque crean que Ástrid tenga nada que hacer por la ciudad. Otros militantes del PP, votan la gaviota en las generales, pero ni se les pasa por la cabeza hacerlo en Arrecife o al Cabildo. Aún tienen sensatez.

Todo el mandato de Pérez, que finaliza en unas semanas, se lo ha pasado regalando su imagen diariamente a la espera de que parezca que haya alguna actividad. Estos años de alcaldía ha estado en modo apariencia, y cuando no ha sido así, se ha instalado en el enfrentamiento con el Cabildo, intentando imponer su relato sobre lo que no ha sido más que inacción, incapacidad, e incompetencia, valga la plaza de la iglesia y los edificios históricos como ejemplo.

El nuevo plan general parece atascársele, pues no debe adivinar la fórmula para librarse de la demolición de la parte de su casa construida ilegalmente. Todo el plan a la espera de que resuelva sus asuntos.

Ahora dice que no quiere abandonar la partida para poder culminar todos los proyectos. Querrá hacernos creer que tiene alguno.

Como trata el ayuntamiento nuestros [pocos] árboles

Bueno, no es exactamente el Ayuntamiento quien los trata o maltrata, es la empresa concesionaria. El problema en la casa es que no tienen a nadie que sepa del asunto y que fiscalice las intervenciones sobre nuestros ejemplares arbóreos, sobre las plantaciones en las rotondas o sobre los tratamientos que no se aplican.

Desde siempre PreZero hizo lo que quiso porque le dejaron, y eso significa que hace lo que mejor sabe, que es ganar más con el menor esfuerzo. Para parecer que hace, ha estimado que lo conveniente es decorar las rotondas porque en algún momento todos pasamos por alguna de ellas. También le da a la tijera pero es como cuando la utiliza un mal peluquero: todos van con el mismo corte, le pegue o no, y ahora se lleva el tupé alto. Así de espantosos está los árboles de Arrecife, con ramas allá arriba, que ni sombra dan, o casi talados.

Siempre me sorprendió esa manía por dejar largos troncos con las pequeñas copas alejadas del suelo, y no es porque moleste a los vehículos, lo hacen en todos. O sea que los brachichitos o los ficus benjamina, se pelan por abajo y arriba queda un marimoño absurdo, porque mientras más alta pongamos una sombrilla, más difícil es pillar sombra, lo cual es de primero de jardinería. Están los cortes esféricos, que dejan las copas como bolas. Y están los cortes extemporáneos sobre los flamboyanes, esos que hacen en marzo, fuera de la estación de corte. A los brachichitos de La Marina de la capital, los han dejado como un poema, justo cuando las copas lucían más frondosas y equilibradas. Han hecho un estropicio y no se enteran ¿El problema es de PreZero?, sí, pero la mayor responsabilidad es municipal. No hay concejales que sepan del asunto, y los técnicos de la materia controlan mejor los sebadales que las especies de tierra. Es más, la opinión se la piden los técnicos municipales a la empresa, lo cual muestra que son los putos amos y hacen lo que les da la gana sobre nuestro frágil, escaso y maltratado parque verde.

Ástrid, también se gobierna para los parques y jardines que usamos, y para los árboles que pretendemos disfrutar.

Desconozco los motivos por los que la Cámara los premia porque no es por su sensato tratamiento de las zonas ajardinadas, será por cercanía o conveniencia.

Comentarios

Le recomiendo al ayuntamiento el libro "An Illustrated Guide to Pruning" de Edward F. Gilman. Ahí se encuentran las mejores prácticas de poda ornamental. Gilman también ha publicado 51 vídeos en la página web de la Universidad de Florida donde trata varios temas relacionados con la arboricultura y la silvicultura urbana: https://hort.ifas.ufl.edu/woody/instructional-videos.shtml

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