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Los feminismos frente al espejo

Tres mujeres de distintos ámbitos de la sociedad exponen su punto de vista sobre la lucha feminista cada vez más poliédrica en sus reivindicaciones

María José Curbelo y Zuleima Medina, profesora y alumna del IES Las Salinas. Fotos: Adriel Perdomo.
Lourdes Bermejo 0 COMENTARIOS 08/03/2021 - 08:38

María José Alonso es feminista y profesora de sociología de la Escuela Universitaria de Turismo de Lanzarote. Como parte activa del movimiento, dice haber observado una clara fragmentación en los últimos años: “Es innegable que el feminismo ha ido creciendo en aceptación entre la población, empieza a estar en la agenda pública y se empieza a entender, en general. Sin embargo, lo que podríamos llamar el feminismo corporativo, las asociaciones, se ha fragmentado, dando lugar a distintos tipos de feminismo. Aunque tiene su razón de ser porque hay muchísimas cuestiones que pivotan alrededor de la igualdad que hay que abordar, en mi opinión quedan todavía reivindicaciones básicas por lograr que son una prioridad. Solo a partir de ahí podríamos seguir desarrollando el feminismo como movimiento organizativo de agrupación, pero ahora mismo estamos en una deriva de excesiva fragmentación y, además, de enfrentamiento, que es lo peor”. Una situación que, de cara a la opinión pública “nos divide y nos hacer perder fuerza”, explica.

El papel del hombre parece haberse convertido en una de las asignaturas pendientes del feminismo, incapaz de sumar a la causa a buena parte de la mitad masculina de la población. “Por un lado, el mensaje ha calado y cada vez somos más conscientes de la necesidad de superar las desigualdades y las lacras que temas como la violencia de género suponen en la sociedad, pero es verdad que el papel del hombre sigue siendo claramente insuficiente. Los hay que sí empiezan a apoyar el movimiento, pero, desde mi punto de vista, son ellos los que tendrían que estar defendiendo la igualdad de derechos porque son los que están conculcando y dominando o limitando nuestros derechos. Los hombres deberían dar un paso al frente y ser ellos mismos los que tomaran las riendas”, opina María José Alonso. Una postura opuesta a la de determinados sectores feministas que consideran que los hombres han de quedarse fuera del movimiento porque nos les compete. “Yo en eso difiero profundamente, ya que hablamos de cambiar la sociedad”, subraya Alonso.


María José Alonso.

María José Alonso: “Estamos en una deriva de excesiva fragmentación”

La docente y socióloga tampoco comparte que la estrategia de comunicación feminista provoque el rechazo de los hombres, que se sentirían agredidos, si bien considera que es un punto que debe tenerse en cuenta: “Hay una ultrasensibilidad por parte de hombres que se sienten atañidos. Es algo que, incluso, se da entre maltratadores que no se lo consideran y, aunque a mí me parece excesiva, tendríamos que tener este aspecto en cuenta porque, al final, de lo que se trata es de conseguir cosas tangibles en la realidad social con la que trabajamos. Aunque creo que no tienen derecho a sentirse aludidos ni ofendidos, sí que habría que hacer algo al respecto”, asegura María José.

Sobre el rodaje de la causa feminista, Alonso cree que, en cierto sentido “ha involucionado y nunca ha vuelto a tener tanta presencia y fuerza como en los años 60 y 70 en Estados Unidos, donde el movimiento feminista estaba presente en el Congreso americano a través de sus potentes organizaciones que marcaban la pauta en Occidente. Puede que influyera el momento histórico, el contexto social de los años 70, que era mucho más reivindicativo en diversos aspectos. En lo que respecta al feminismo, en los 80 y 90 estuvo casi denostado. Quizá en el momento actual sí está cogiendo más fuerza”.

Por su percepción, la sociedad lanzaroteña no difiere en esencia de la española y de la mundial, en general, respecto a este tema. “Evidentemente, al tratarse de una sociedad pequeña los movimientos son menos notorios y la movilización es menor, todo tiene que ver con la proporción poblacional, pero asociaciones como Mararía y Tiemar sí hacen cosas por las mujeres y por el movimiento feminista”.

Nueva generación

Zuleima Medina, a quien aún le faltan unos meses para alcanzar la mayoría de edad, es activista desde su más tierna adolescencia y defiende las causas que considera justas. Tiene decidido dedicarse al derecho de familia “porque, al final, en este tipo de procesos los niños son los más frágiles y hay que garantizar sus derechos”, explica, demostrando una sorprendente madurez. Con 14 años ideó una campaña “diferente” contra el maltrato de género, Desde aquí para ellas, en la que implicó al CEO Argana, su propio instituto, el IES Las Salinas, y la librería Diama: “Me fijé en el diferente punto de vista de AIVIG, una asociación alicantina. Mi mensaje era en positivo, esquivando ese pesimismo que parece que es intrínseco a la lucha contra la violencia de género. Quería trasladar que se puede salir del bucle, que hay opciones y que es posible que de esta horrible experiencia salga una mejor versión de ti misma”. Incluso en las relaciones tóxicas que ha visto “por ambas partes” considera, asimismo, que “el aire pesimista no ayuda”. Y destaca: “La lacra de la violencia de género se combate mejor enfrentándolo con tranquilidad y trabajo que con alardes”.

Zuleima Medina: “Se puede ser feminista, de derechas y taurina”

Como miembro de una generación que ha crecido con la oficialización del reggaetón como estilo rey de las fiestas, se pronuncia con total naturalidad al respecto, al igual que hace, por otra parte, con todos los temas que aborda: “Hablamos de un estilo musical y creo que la música debe ser libre. Aunque puedo estar más o menos de acuerdo con las letras o los comentarios burdos y crudos, al final no es más que ruido de fondo para divertirte. A veces me descargo temas, consumo reggaetón. No tiene por qué influir en tu actitud en una fiesta. Los que conviene tener claros son los valores como persona”, asegura.

Aunque explica que con 14 años era una feminista “acérrima”, pronto se decepcionó. “Personalmente, no compro el paquete ideológico completo del feminismo porque no me identifico del todo. Obviamente, defiendo la igualdad porque, si no, entre otras cosas no estaría aquí, no sería una chica estudiada y con expectativas de insertarme en el mundo laboral, pero siento que el feminismo está degenerando, como todos los movimientos sociales que se politizan, y se está fragmentando muchísimo. Casi diría que ha perdido su esencia”. Zuleima se refiere a la diversificación de los feminismos, una de las razones que causaron su desencanto con la lucha: “Cuando oigo términos como ecofeminismo, me parece un chiste; o heteropatriarcado, referido a la sociedad española actual, no estoy de acuerdo en absoluto”. Pero, sobre todo, la joven rechaza la que considera la politización del movimiento “del que poco menos que se ha apropiado una ideología concreta. He oído a activistas asegurando que no se puede ser feminista y de derechas. Yo creo que sí, se puede ser feminista y todo: feminista y de derechas, feminista y taurina… No sé por qué hay que adueñarse de una causa que nos incumbe a todos”.

Sin llegar a ser negacionista de la discriminación machista, Zuleima asegura haber presenciado mucho más la discriminación “por razones económicas o, directamente, clasista, que esa sí que impregna la sociedad y es contra la que yo pretendo poner mi granito de arena desde el derecho”, dice, rechazando, como le comentan a menudo, que su retórica la haga, en realidad, perfecta para la política.

Cuenta que se ha criado en un hogar igualitario. Única chica de tres hermanos, asegura que nunca ha habido diferencias ni en las responsabilidades domésticas ni en las exigencias en el rendimiento académico. “Además, somos una piña. Si mi hermano tiene competición de judo, vamos todos al completo a apoyarlo”, explica. En la familia hay un claro antecedente de mujer luchadora, su abuela materna, “que es algo fuera de lo común”, bromea su nieta. Fue la primera mujer de su casa en acceder a estudios fuera y crio a su hija, la madre de Zuleima “de forma transgresora para su época, siempre en la tolerancia y el respeto por todas las opciones”, como por ejemplo por el movimiento LGTBI.

Para la joven futura letrada, aspectos como la brecha salarial o la conciliación, han de estudiarse con perspectiva antropología. Así, pone sobre la mesa “los matices que se pierden en las estadísticas de las que parte la llamada brecha salarial, como los complementos de riesgos laborales o la predilección de los sexos por profesiones mejor o peor remuneradas”. “Sin embargo, si lo que se da es una discriminación real en el mismo puesto de trabajo, eso está penado por ley y hay que acudir a un sindicato”, indica. Zuleima se declara contraria a las cuotas y piensa que muchas veces las mujeres priorizan sus facetas familiares a las laborales y, de todas formas, “es tan difícil la conciliación familiar a día de hoy que supone un auténtico lastre para la promoción laboral”.

Educación

María José Curbelo, actual vicedirectora del IES Las Salinas, se convertirá en el próximo curso en la primera directora que tendrá este centro de enseñanza desde que es instituto de secundaria, hace 31 años. La docente ha ido fortaleciendo su implicación feminista a lo largo de los años y asegura estar cada vez más concienciada contra determinadas actitudes machistas “que siempre hemos pasado por alto por tenerlas asumidas”, explica. “Ya no soporto los chistes machistas, no soporto determinados comentarios o el lenguaje sexista. Antes ni le prestabas atención. Ha sido el movimiento feminista el que ha puesto estas cuestiones en evidencia”, indica. 

Lo cierto es que María José fue rebelde desde pequeña. “Vivíamos en el campo y a las chicas no nos dejaban entrar en la bodega con la menstruación. Pisar la uva y vendimiar era perfectamente compatible con nuestra condición de mujer, pero la bodega, que era donde se reunían los hombres, nos estaba vetada”, ironiza. Ya entonces ponía el grito en el cielo por las diferencias en casa con su hermano “él entraba y salía cuando le parecía y a mí mi padre no me lo permitía”, cuenta.

María José Curbelo: “¿Por qué no usar el femenino plural neutro?”

Quizá por este recuerdo, ha criado a su hijo y a su hija en la igualdad: “El mayor, que tiene 18 años, se declara feminista”. Como docente, admite que las nuevas generaciones tienen mucho terreno ganado, pero también advierte de algunas conductas tóxicas que observa cada día entre los alumnos y alumnas, “sobre todo en las relaciones de pareja”. En su librillo de profesora siempre hay sitio para la causa: “La educación lo es todo para la igualdad. Es el principio y el fin y el centro educativo es donde hay que trasladar sus valores. Personalmente, lucho en mis clases por transmitir estas ideas y de hecho recurro siempre a ejemplos de mujeres, hablo de mujeres en la historia, procuro animar a los alumnos y alumnas a que estén informados, que vean las noticias, aliento a las chicas a que se sientan libres para estudiar las carreras que les atraigan, aunque hasta ahora hayan sido patrimonio masculino”.

Si la educación es “el principio y el fin” de la igualdad, choca escuchar de boca de una docente con veinte años de experiencia a sus espaldas episodios claramente machistas sufridos en propia carne: “Hay quienes no se dirigen a ti y esperan a que llegue algún hombre de la directiva para comentar cualquier asunto que compete al equipo directivo o quien te suelta en una reunión de vicedirectores y vicedirectoras (no siempre se nos menciona en las convocatorias, aunque somos mayoría) que se entretiene en un club deportivo para evitar que la parienta le mande bajar la basura”.  

Al final, María José no sabe si esta generación de jóvenes tiene más o menos herramientas contra la desigualdad que la que tuvo la suya, en los años 80. “A veces pienso que nosotras éramos más liberales, aunque, por otra parte, veíamos normales comportamientos completamente inaceptables, de los que te has ido dando cuenta con la experiencia de los años”. Incluso, a día de hoy, en su vida personal, María José ha de luchar contra prejuicios y se enfrenta a diario con los micromachismos, acumulando anécdotas junto a su grupo de amigas, corredoras. “Todas somos mujeres y todavía nos corrigen cuando nos hacemos una foto con un solo hombre y le incluimos en el nosotras. En estos casos mis compañeras ponen de manifiesto los siglos que llevamos las mujeres incluidas en el plural no marcado nosotros. Como filóloga, uso el lenguaje inclusivo, así que ¿por qué no usar el femenino como plural neutro? ¿Por qué lo negativo es un coñazo y lo cojonudo es maravilloso?”.

Con respecto a la vida del centro, como tutora también ha tenido que explicar a algunos progenitores que determinados comportamientos hacia sus hijos, como los castigos físicos “están penados por la ley en nuestro país y en nuestra cultura” y, asimismo, ha tenido que intervenir como parte del equipo directivo en episodios de sexting (subida de contenidos íntimos de menores a la red), por parte de las parejas de alumnas a quienes estas enviaron imágenes personales.

También hay que combatir a veces “el machismo cultural de las propias mujeres, que, al fin y al cabo, son las que se han hecho cargo tradicionalmente de la crianza”. María José siente rechazo por las críticas entre congéneres: “Por desgracia, asistimos a más de una escena lamentable entre alumnas, generalmente por un novio”. Incluso, en la parte femenina del claustro, la docente ha percibido cierta reticencia entre algunas mujeres a salir en defensa de otras en el ámbito laboral, “algo que sí asumen en algunos casos los hombres y no por razones de caballerosidad, sino por puro compañerismo”.

En su caso, la próxima directora del IES Las Salinas dice contar con un espíritu indomable que le hace plantarse ante las injusticias “aunque es cierto que tengo carácter y admito que a veces debería suavizarlo”. Ese mismo espíritu la ha puesto al mando del instituto, en el complicado año de la COVID “por responsabilidad”, dice. “Cuando presentamos el proyecto de dirección, el inspector me preguntó si no me arrepentía de haber dado el paso, dado el panorama que sobrevino. Le contesté que no. En absoluto. Si me comprometo, me comprometo”, sentencia.

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