Su supervivencia pasa por la investigación y la innovación para aprovechar la versatilidad de esta planta, catalogada como invasora, y vinculada a la Isla desde hace siglos
La “cochinilla mala” acaba con hasta el 70% del cultivo de tuneras en Lanzarote
Su supervivencia pasa por la investigación y la innovación para aprovechar la versatilidad de esta planta, catalogada como invasora, y vinculada a la Isla desde hace siglos
La imagen es desoladora. Un simple paseo por la comarca de Mala y Guatiza permite al viandante darse cuenta de que el paisaje ha cambiado y que la tunera, esa planta catalogada como especie invasora, ha desaparecido. La culpable es la Dactylopius opuntiae, cochinilla basta del carmín o cochinilla silvestre, como la conocen en México que, con el paso del tiempo, acaba con la vida de su hospedador. Ya se alertó hace dos años sobre su aparición en Lanzarote y, según estima Juan Cazorla, biólogo y miembro de la asociación Milana, ha hecho desaparecer entre el 60 y el 70 por ciento de las tuneras de la Isla. Su futuro pasa por la formación y la innovación.
Juan Cazorla es biólogo de formación y es un aficionado a los procesos de desarrollo local. Desde 2005 pertenece a la asociación Milana, el mismo año en el que esta se fundó y que tiene como origen un proyecto educativo. Reconoce que, por aquel entonces, no tenía ningún conocimiento sobre la cochinilla ni la agricultura de la Isla y que tanto él como el resto de sus compañeros se fueron formando poco a poco, junto a biólogos de otras universidades, lo que hace que, hoy en día, tenga años de experiencia sobre la materia tras el estudio y las numerosas conversaciones con agricultores y artesanos sobre la cochinilla.
La cochinilla o Dactylopiuscoccus, ha tenido una gran importancia para Lanzarote. Entre los años 1750 y 1780, explica Cazorla, se introdujo la tunera (Opuntia ficus-indica) en la Isla y el planteamiento de introducir la cochinilla llegó más tarde, sobre 1820. En ese momento, ante la posibilidad de abarcar un mercado que pueda ser próspero en una etapa de crisis en toda Canarias, se analizó dónde cultivar esas pencas y se escogió la comarca de Guatiza y Mala, lugares volcánicos.
“Había coladas volcánicas o malpaíses y se tuvo que quitar toda la piedra y buscar el suelo, que podía tener algo de materia orgánica”, explica. Con aquellas piedras “se hicieron muros y taros, se acumularon en montículos y al final se plantaron tuneras y se crio la cochinilla”, relata el biólogo. Se produjo un profundo cambio en el paisaje que, para hacerse una idea, sería como modificar en la actualidad el entorno del Volcán de La Corona. “Nuestros antecesores se tuvieron que buscar la vida y cambiaron el paisaje de forma sostenible, no de forma radical llenando esto de invernaderos, sino desplazando piedra natural y aprovechándola”, explica.
Ahora, tras la llegada de la plaga de Dactylopius opuntia o “cochinilla mala”, como Juan Cazorla la denomina, la situación es crítica. “Es muy difícil controlar esta plaga”, admite. Y es que, en estos últimos años, Lanzarote ha sufrido “escasez de lluvia, aumento de la calima, de la temperatura...”. Unos cambios en el clima que no afectan solo a la Isla sino a todo el planeta. Estos condicionantes, explica el experto, propician que esta cochinilla mala se propague “cada día más”. Si bajase la temperatura, se extendería menos. Pero con todos los factores climáticos citados, “la cochinilla va a infectar a todas las tuneras”, alerta Cazorla. En estos dos años “hemos visto perder el 60 o 70 por ciento de las tuneras. Algunas se mantienen, pero no tenemos un remedio para que dentro de un año o dos la planta prospere. No tenemos la solución”, lamenta.
Este biólogo tampoco quiere “quitar la ilusión a la gente”. “No vamos a perder completamente la tunera, eso lo podemos dar por descontado”, afirma. “Es decir, va a seguir, pero sí que la vamos a perder para el cultivo de la cochinilla tradicional”, añade. Por poner un ejemplo, esta cochinilla mala llegó a Canarias en 2010, concretamente a la isla de La Palma y aún la tunera persiste en esa Isla “por los pequeños agricultores” y quizás porque está plantada “en una zona más fresca, con mejor suelo, que se puede regar o que le dé mucho viento y le cueste a este insecto establecerse”, señala el experto.
La realidad es que la falta de solución al problema no indica que no exista, simplemente aún está por descubrir. “Cuando nosotros damos los seminarios, a pequeñita escala podemos ir manteniendo el cultivo e ir descubriendo cosas y combatiendo la ‘cochinilla mala’. Hay que mantener, aunque sea en un cultivo relíctico de la cochinilla buena, para si en el futuro la queremos recuperar y quizás alterar el cultivo con cereales, leguminosas y después meter la tunera”, relata. Sin embargo, hay que asumir que no es viable mantener las 200 hectáreas que existían hasta ahora en Lanzarote para este cultivo, pero, a pequeña escala, se podría mantener “con 50 o 100 pencones e ir buscando alternativas, no solo para obtener el producto” sino para organizar visitas escolares y de turistas “y diversificar la economía asociada con la tunera”.
Tuneras afectadas por la plaga.
Planta versátil
Pese a su origen educativo, en los últimos años la asociación Milana ha desarrollado acuerdos con las universidades canarias y, recientemente, con la Universidad de Extremadura, para desarrollos de proyectos de innovación en relación con la tunera. “Vamos abriendo un poco también la parte más de innovación, intentando que la gente vea y entienda que esto tiene un montón de posibilidades para emprender en pequeñas iniciativas de desarrollo local, tanto con la tunera como de la cochinilla”, explica el biólogo.
Con la “cochinilla mala” la situación es crítica: “Es muy difícil de controlar”
Por ahora, los proyectos más prometedores están ligados a la tunera y a intentar aprovechar todos los recursos que ofrece esta planta. “No solo el fruto, sino la hoja tierna de la tunera”, señala Cazorla. Otro aspecto interesante que ofrece es el relacionado con la compensación de la huella de carbono, pues se trata de una planta que consume una gran cantidad de CO2. Cazorla la compara, incluso, con un pino. “Nosotros no tenemos en la Isla ese tipo de árboles, pero sí las tuneras y su capacidad de absorción de dióxido de carbono”, destaca. La elaboración de “un buen compost” es otro de sus usos, también para la artesanía con el uso de sus tallos más antiguos y, de forma reciente y experimental, sobre todo en Chile y México, para la obtención de biogás. “La fermentación que produce genera un gas que se podría utilizar en los coches”, señala Cazorla.
Se trata de una planta muy versátil gracias a su resistencia y ofrece una multitud de aplicaciones en diferentes campos y cada vez más innovadores, como es el caso de un empresario lanzaroteño que ha empezado a producir aceite con las semillas de la fruta de la tunera. “De la semilla del tuno está sacando un aceite muy puro. Está cogiendo la semilla del tuno y está elaborando un aceite. Aceite que se puede utilizar tanto en cosmética como en alimentación. Es muy puro, como el de argán. Está muy bien concentrado”, explica.
De cara al futuro, y a nivel local, Juan Cazorla tiene la esperanza de que surjan pequeñas iniciativas que no tengan nada que ver con la tradicional cochinilla pero que, a su vez, permitan que sobreviva. “Si hay agricultores podemos tener pequeños relictos y, a lo mejor, no sabemos las vueltas que da la vida, dentro de cinco, siete o 10 años la situación cambia. No podemos perder la cochinilla tradicional de Lanzarote por completo, porque son 200 años de historia que tocan un poco nuestro corazón. Hay mucho que contar sobre la cochinilla, que dio de comer a muchas familias”, destaca.
Ejemplo de “cochinilla buena”.
Manifiesto y firmas
El pasado mes de febrero, la asociación Milana publicó un manifiesto y una recogida de firmas que surge de un seminario realizado a finales del año 2023. Nace como una reflexión del medio centenar de personas de la propia entidad o de diferentes universidades como la de Extremadura o La Laguna que se congregaron. Se plantearon ideas para Lanzarote ante la crítica situación que viven la tunera y la cochinilla. El documento se divide en dos partes, una en la que se comprometen a “seguir luchando por este paisaje de la tunera y la cochinilla de Mala, así como a recuperar todo lo que tiene que ver con el patrimonio y trasmitirlo en los centros educativos”, además de buscar posibles alternativas para conservar esta planta ante la plaga que la ha azotado en los últimos dos años. Entre las alternativas, Juan Cazorla menciona la posibilidad de la existencia de alguna penca que resista mejor el bicho, así como posibles enemigos naturales de la plaga a través de los distintos insectos que se están comiendo la cochinilla.
Ejemplo de “cochinilla mala”.
La tunera es una planta muy versátil y sirve para compensar la huella de carbono
La segunda parte consiste en una serie de sugerencias que se realizará a las administraciones cuando termine la campaña de recogida de firmas. La primera es un Plan Insular actualizado. “Sabemos que el Cabildo ya se ha puesto en marcha”, señala. En segundo lugar y pese a la difícil situación que experimenta la Isla con el agua, pedirán un sistema de riego exclusivo para la agricultura de la Isla. “No podemos dar garantías a los dos o tres emprendedores que quieran empezar a cultivar tuneras si no tienen agua. Observamos que el cambio climático no es una cosa pasajera, que va a continuar a peor y el punto de partida de la agricultura es el agua”, explica.
Otra de las iniciativas es la constitución, tras un acuerdo con el resto de los centros educativos de Lanzarote, de una Escuela de Capacitación Agraria. Se trata de un espacio que existe en otras islas como Gran Canaria, Tenerife o La Palma. Recientemente, el pasado mes de abril, el presidente del Cabildo de Lanzarote, Oswaldo Betancort, declaraba la intención de ponerla en marcha “con la mayor brevedad posible” tras mantener una reunión con el director general de Agricultura del Gobierno de Canarias, Javier Gutiérrez. Se trata de una vía de mejora de la formación y una manera de encontrar un relevo generacional para el sector primario. “Que no sea un curso de dos meses, que no sea un taller de tres horas, sino que sea una formación bien reglada y continua”, aclara el biólogo. Además, el manifiesto incluye el reconocimiento a la labor de los agricultores de Mala y Guatiza con una escultura.
Kilos almacenados
Una de las propuestas interesantes que recoge el manifiesto está relacionada con la cantidad de cochinilla seca que se encuentra almacenada en la Isla. La asociación Milana estima que se trata de entre treinta y cincuenta mil kilos. A raíz del seminario del año pasado, se llegó a la conclusión de que “más que venderlo, exportarlo y que Chanel haga sus cremas, deberíamos cogerlo, transformarlo y devolverlo a Lanzarote para venderlo como una marca”, resume. Se trataría, según la propuesta, de un producto exclusivo, “una marca reconocida” que se venda como edición limitada, como las “últimas cremas que salen con la cochinilla de Lanzarote, o los últimos pañuelos u obras de arte”.
Se estima que en Lanzarote hay más de 30.000 kilos de cochinilla seca almacenada
En definitiva, pese a la plaga y la desaparición de la cochinilla tradicional de la Isla, la versatilidad que ofrece la tunera junto a la innovación y la expendeduría son las claves para reanimar esta industria. Precisamente, a finales de este mes de mayo, la asociación Milana organiza un seminario donde se hablará de esta planta y de las oportunidades que siguen surgiendo en lugares como Sicilia, Andalucía y Francia, y quién sabe si pronto en Lanzarote.
Comentarios
1 Berta Jue, 09/05/2024 - 10:28
2 Anónimo Jue, 09/05/2024 - 13:08
3 Al 4 Jue, 09/05/2024 - 15:47
4 Ave Fenix Vie, 10/05/2024 - 08:13
Añadir nuevo comentario