En esta ciudad da mucha confianza que cierren algo para arreglarlo. La Casa de la Cultura Agustín de la Hoz tardó doce años en reabrirse. El Almacén, solo la mitad, seis años, y lo del Islote de Fermina es incalculable, porque no se sabe si lo estaban arreglando o estaban esperando que se estropeara él solo.

Cuando se debatió un proyecto para arreglar la plaza de Las Palmas, que incluía habilitar el aljibe que había debajo, todavía era alcaldesa María Isabel Déniz, gracias a la cual tenemos el grandioso pabellón deportivo de Argana Alta, que llevaba esperando su arreglo ya once años hasta que las obras han empezado hace unos meses. La restauración del Puente de las Bolas fue calificada como “urgente” en el año 2003.

Después hay otros proyectos en los que puede que intervenga, o no, el concepto de rehabilitación porque están previstos en un espacio deteriorado, aunque no es seguro, como el futuro Museo de la pesca y el mar (o viceversa) que no está claro si se va a hacer en la nave de Frigorsa o en la sede de Correos, aunque lo primero que no está claro es si se va a hacer. Y el Museo Arqueológico, que tendrá el récord, porque cuando se termine la eterna (y cara) rehabilitación de la casa de don Fermín no servirá para museo.

Ahora se acaba de cerrar el paso al Muelle Comercial para hacer un proyecto de rehabilitación, cuando lo único que hace falta, al menos de momento, es que retiren piedras y cascotes, y poco más, que no han sido capaces de retirar en cuatro meses. Los proyectos de este tipo son como las comisiones en el Ayuntamiento: una garantía para posponer la solución a un problema.

El Cabildo quería la concesión de ese espacio y ya la tiene. Eso siempre es un problema, porque ahora se considera obligado a tener una idea. Dice el Cabildo que el proyecto lo tiene que aprobar después la Autoridad portuaria, igual que con la valla de Puertos Naos, cuya retirada era inminente hace dos años. Vayan preparándose para contar a sus nietos que ustedes pasearon alguna vez por el muelle comercial.